Periodista.
Este sábado 16 de octubre, por la mañana, la Plaza Ñuñoa hervía de voces, gente, banderines y sol, en el frontis del edificio consistorial. Más de cien vecinos, sentados en sillas bajo toldos especialmente dispuestos por el municipio, en los bancos aledaños, sobre el pasto o simplemente de pie, daban vida a uno de los numerosos actos de participación ciudadana de esta semana territorial de la Convención Constitucional.
Un pequeño podio, buenos micrófonos para la testera y para los participantes, y varios altoparlantes ayudaban al diálogo entre los ñuñoínos y los 5 o más constitucionalistas que los visitaron esa mañana. Entre ellos, el abogado constitucionalista Fernando Atria, el escritor Jorge Baradit, la periodista Patricia Politzer. Frente al escenario, se exhibía una muestra de fotos del Estallido Social, como un homenaje al movimiento social de hace dos años, que permitió llegar al cambio constitucional y que aún mantiene privados de libertad a sus protagonistas.
Escuchamos a Atria explicando paso a paso cómo habían sido estos tres meses de trabajo de la Convención Constitucional. Desde aquel primer día de julio, cuando los 155 convencionales elegidos por los chilenos en una elección democrática, representantes legítimos de la soberanía popular, llegaron a la sede del ex Congreso Nacional de Morandé con Catedral, y se encontraron con una desagradable sorpresa: no tenían dónde sentarse a trabajar, ni los mínimos elementos tecnológicos para comunicarse entre unos y otros. Se notó de inmediato el poco interés de un gobierno en caída libre, en el éxito de este gran evento que está bajo el foco mundial.
Primeros tropiezos
Ese día no pudieron sesionar y de inmediato corrieron los chismes preanunciando el fracaso de la Convención: si no podían ni empezar, ¿cómo iban a conseguir en 9 meses parir una Nueva Constitución? Con paciencia y tenacidad, fortalecidos por la conciencia de la gran tarea que tienen en sus manos, los diversos representantes de la sociedad chilena elegidos por ella, comenzaron a conocerse y a organizarse para exigir, como una sola voz, una infraestructura adecuada.
Bajo la presidencia de la académica mapuche Elisa Loncón subrogada por el abogado constitucionalista Jaime Bassa, en los primeros días se abocaron a diseñar el Reglamento indispensable para el buen desempeño de sus funciones. Y luego de discusiones diversas y los consiguientes infundios emitidos por la prensa hegemónica (ej: que se preocupaban más de los temas materiales que de su labor; de haber perdido un constituyente que causó graves trastornos con su comportamiento antiético), acordaron un Reglamento que todavía tiene capítulos en suspenso, pero que les permite hoy hincar el diente a lo fundamental: los contenidos de la nueva Carta Magna.
Tarea que comienza en una fecha simbólica: 18 de octubre, cuando se cumplen dos años de la revuelta popular que dio origen a la erradicación de la “Constitución tramposa” en que nos esclavizó la dictadura pinochetista por 41 años.
La Presidenta Loncón este lunes da el vamos para que las 7 comisiones de trabajo comiencen a presentar, conocer y debatir los contenidos de la Nueva Carta Magna. Ellas son: 1) Sistema Político, Gobierno, Poder Legislativo y Sistema Electoral; 2) Principios Constitucionales, Democracia, Nacionalidad y Ciudadanía; 3) Forma de Estado, Descentralización, Equidad, Justicia Territorial, Gobiernos Locales; 4 )Derechos Fundamentales; 5) Medio Ambiente, Derechos de la Naturaleza, Bienes Naturales Comunes y Modelo Económico; 6) Sistemas de Justicia, Órganos Autónomos de Control y Reforma Constitucional; y 7) Sistemas de Conocimiento, Ciencia y Tecnología, Cultura, Artes y Patrimonios, Comunicaciones, Información y Transparencia.
Diálogos con vecinos
Justamente por eso los convencionales decidieron bajar de lo alto de sus funciones y en sus semanas territoriales escuchar a la gente, la misma que los escogió para representarlos, pronunciándose sobre esos temas.
El sábado en la plaza comunal, una representante del grupo Mujeres de Plaza Ñuñoa, pidió el micrófono para reclamar cómo era posible que entre las comisiones no hubiera una dedicada al tema de los derechos de la mujer. De inmediato le respondió la constituyente especialista: en lugar de permanecer en una comisión, como isla, las feministas prefirieron estar presentes en todas las comisiones, ya que la mirada de género cruza todos los temas de la nueva Carta Magna.
A continuación, otra mujer pidió la palabra para contradecirla: que la paridad de la Convención no servía para nada, el feminismo había que abolirlo, etc … Surgieron abucheos y gritos, situación que el moderador paró de inmediato. Explicó que en este espacio democrático, voces como las de la persona que acababa de expresarse también tenían su lugar, como de hecho la tienen entre los 154 constituyentes. Se hizo el silencio, continuaron las preguntas de los asistentes y la mujer en cuestión permaneció el resto de la reunión exhibiendo su lienzo anti-feminismo.
Una persona se paseaba en el mítin como “hombre sándwich” con carteles colgados a su cuerpo llamando a re-nacionalizar el cobre. Pidió la palabra y denunció la situación del cobre chileno, nacionalizado hace ya medio siglo, pero hoy concesionado a empresas extranjeras que ni siquiera pagan el royalty debido. Pidió que la nueva Carta garantice que los chilenos podamos disfrutar del “sueldo de Chile”.
Una vecina de pelo entrecano, pidió a los convencionales hacer algo por devolver la dignidad a las personas mayores. “Que dejen de infantilizarnos e invisibilizarnos, porque los “abuelitos y abuelitas”, como nos llaman en la calle, deben tomarse más en serio ya que con nuestra experiencia podemos hacer grandes aportes a la Nueva Constitución”. La apoyó la periodista y constituyente Patricia Politzer, exigiendo un trato digno para los adultos mayores. Terminó diciendo: “solo soy abuela de mis nietos”.
Tras esas y otras intervenciones del público y ya cerrando la reunión, Fernando Atria pidió a los participantes que pongan esas peticiones por escrito y las firmen muchas personas, y ojalá las organizaciones afines a los distintos temas, para luego hacerlas llegar a la Convención. Señaló que es el camino para que la entidad las conozca y considere en sus deliberaciones.
