El hoy llamado Animalismo representa un emergente asunto político y según algunos un gran salto en el progreso valórico de la humanidad. Es un tema controvertido que causa un profundo rechazo en los políticos conservadores, tanto de izquierdas como de derechas.
¿De qué se trata esta revolución de pensamiento y cómo el progresismo político chileno se ha relacionado con él?
Este cambio consiste esencialmente en la puesta en práctica de la compasión humana con aquellos animales diferentes a nosotros, aquellos animales no humanos. En primer lugar se expresa en el respeto a su vida y luego con la supresión del sufrimiento en la relación entre nosotros y ellos. Estos ya no son concebidos como cosas, sino como sujetos de derechos y compasión.
El conflicto entre humanos y animales no es nuevo en la historia. Tiene profundas raíces en las culturas ancestrales, tanto en oriente como en occidente. Culturas con concepciones holísticas y biocéntricas, que no sólo ponen en su centro el interés humano, sino el de todos los seres vivos.
¿Qué factores están contribuyendo a este cambio de conducta?
Sin duda la Ecología Moderna ha hecho una gran contribución al demostrar que nosotros los humanos no tenemos destino como especie, sino preservamos la vida en sus múltiples manifestaciones: plantas, animales y ecosistemas. Con ello ha desterrado la extinción biológica como algo ético. A estas alturas, no nos está permitido como humanos suprimir a otra especie de la faz de la tierra o del mar. Lo segundo es que ha ampliado la comprensión de las causales de extinción. Entre otras, que la destrucción de hábitats para uso humano también es maltrato animal, el que por desplazamiento precipita a estos seres a la muerte (extinción). Otra fuente de este cambio proviene de la influencia del Budismo, al masificar este que la compasión humana con los otros seres vivos, es un valor deseable para alcanzar elevados niveles de satisfacción espiritual. Igualmente ha influido en él la mayor información que tienen actualmente las personas sobre los animales y su valor biológico. Los seres vivos ya no son mensajeros del mal (fieras) o simples pedazos de alimentos, sino extraordinarios ingenios evolutivos de millones de años con roles inteligentes y precisos en la trama de la vida. Otra fuente proviene de la mayor comprensión científica actual de cuan necesarios o no son los alimentos y productos de origen animal para una vida humana sana. Hoy sabemos que no es necesario comer tantos alimentos de origen animal. El Vegetarianismo y Veganismo son manifestaciones masivas de este cambio.
El sufrimiento animal en los sistemas de producción y diversión capitalistas de sobreconsumo es inmenso e injustificado. Los ciudadanos están hoy dispuestos a pagar más por animales criados y usados en una forma humanitaria y muchos luchan por comer menos, excepto aquellos que el capitalismo actual los condena al hambre. Este sobre consumo es responsable de muchas atrocidades actuales con los animales. Por ejemplo, en la producción de huevos existe aun lo que se denomina la Pelecha forzada. Esta es una práctica en que las miles de gallinas ponedoras, recluidas en miserables jaulas durante toda su vida, son obligadas a mudar las plumas para alcanzar un nivel de postura que produzca lucro. Si una gallina no se acerca a un 95% de postura, esto es noventa y cinco por ciento de huevos por gallina al año, no es rentable y debe ser eliminada. Entonces durante tres días y sus noches se les priva de alimentación y el agua. El estrés resultante causa un apresuramiento del cambio de plumas y aquellas aves enfermas o débiles, mueren y son sacadas del sistema de producción, porque no son rentables.
En los sistemas de crianza de vacunos para bistecs (feed lots), en lecherías, en criaderos de cerdos y pavos, y en el rodeo chileno hay un infinito maltrato animal todavía no resuelto. En los años sesenta los animalistas europeos y norteamericanos sostuvieron una larga lucha contra la cría de animales silvestres para la peletería de personas de altos ingresos. La peletería ha sido fuente de un infinito desastre ambiental y sufrimiento animal. Federico Albert, científico alemán contratado en Chile en el siglo 19 señalaba que Chile exportó el 1900 un millón de pieles de chinchillas. Actualmente la población de ese animalito alcanza sólo a 34 mil individuos. No era esto un capricho, sino una lucha contra el sufrimiento animal en miles de granjas peleteras que mantenían millones de animales en condiciones de reclusión y violencia psicológica, además de crueles sistemas de matanza y despellejamiento.
Igualmente la industria de cosméticos y farmacéutica han debido minimizar el uso de animales en sus pruebas, en el pasado causantes de un daño infinito a indefensos animales. El debate animalista se polarizó hasta los 90 entre el llamado Bienestarismo animal versus Abolicionismo. El primero sólo quieren seguir explotando, pero con menos sufrimiento. Los abolicionistas quieren que ellos tengan derechos similares a las personas humanas, porque son seres sintientes y en muchas especies seres con sistemas de pensamiento y comunicación altamente evolucionados.
Los gobiernos chilenos de centro izquierda tradicionales desde el año 90 a la fecha han hecho avances en incorporar algunos valores animalistas. Pero es necesario no confundir lo que se denomina Mascotismo con Animalismo. Al populismo político sólo le interesa esto, es decir: la protección de las mascotas de sus votantes urbanos. Pero aún hay una larga agenda que cumplir para ser un país avanzado. Es necesario pasar de la ética hacia los animales, a los derechos y con ello a un cambio radical en las políticas públicas sobre ellos. Hasta ahora las sociedades y los movimientos sociales avanzan mucho más rápido que los gobiernos, los partidos y los empresarios.
Pero: ¿Cuál ha sido la relación entre el Progresismo Político y el Animalismo en Chile? Tempranamente el Progresismo incorporó el tema en sus preocupaciones. Por ejemplo, son señeras las contribuciones de Godofredo Stutzin en ello y un conjunto de ONG tales como CODEFF. Más tarde, a nivel político, el apoyo ambientalista y animalista del diputado y actual senador Guido Girardi y la Bancada Animalista transversal en el parlamento. De igual forma, es necesario mencionar a muchos académicos y estudiantes veterinarios que tempranamente han impulsado las modificaciones bienestaristas a los sistemas de crianza animal, tema aún no resuelto. Sin embargo, los intereses agroindustriales y las burocracias estatales conservadoras han sido refractarias. Aún la normativa pecuaria chilena permite la violencia psicológica y física contra los animales domésticos de producción y especialmente en el rodeo chileno. El Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) tácitamente sólo reconoce protección a los animales denominados superiores. Un inversionista de acuerdo a eso puede hacer desaparecer en la zona de implantación de su proyecto poblaciones de insectos, anélidos, reptiles, anfibios, etc., todos sin “derechos” y por lo tanto indefendibles. Esto refleja una nula comprensión de la trama de la vida.
Dado que actualmente son miles las personas que en Chile han asumido estos valores animalistas, al progresismo que es donde siempre esta cuestión ha tenido apoyo, no le queda otro remedio que impulsar modificaciones consistentes. Entre estas las más urgentes: el cambio radical de los sistemas de producción pecuarios hacia sistemas de libertad animal, hacer las modificaciones legales para conferir derechos legales a los animales en el SEIA y la preservación efectiva de la fauna nativa chilena de la extinción, debido a la destrucción de su hábitat, estableciendo mínimos perpetuos de hábitats esenciales, que los salven de la muerte evolutiva, actualmente en ciernes. Obviamente a la derecha política el tema le incomoda, porque la sociedad progresista regulará muchos ámbitos de su tradición cultural, como aquella que los animales son sólo para el provecho humano, son sólo cosas con dueño y que la tradición patronal avala su dolor y extinción. ¿Será capaz el progresismo de profundizar este desarrollo valórico humanitario?
