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Homenaje a Víctor Jara en el Festival de Arte y Memoria (FAM) 2022

Crédito Imagen: Netflix

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El 28 de septiembre fui con mi esposo al Festival de Arte y Memoria, FAM, organizado por la Fundación Víctor Jara en el Estadio Víctor Jara. Fue una celebración de los 90 años desde el nacimiento de Víctor– el 28 de septiembre de 1932—y un tributo a su vida de lucha y su obra tan creativa. Fue el primer festival presencial desde 2019. ¡Qué alegría estar con multitudes que se apasionan por la música y la memoria! Había un poderoso sentido de solidaridad y unidad entre los 1500 asistentes. Como siempre, fue impactante también estar en este Estadio tan histórico, con sus memorias agridulces y sus espíritus. El acto de homenaje fue muy emotivo y cautivador, mostrando varias facetas de la extraordinaria vida y obra de Víctor.

Fue un programa integrado y conceptual, con canciones destacadas de las diferentes etapas de la vida de Víctor y escenas de una obra de teatro dirigida por él. Participaron músicos con canciones de Víctor, tanto bien conocidas como otras menos conocidas. Joan Jara no estuvo presente esta vez, pero se produjo un gran aplauso afectuoso para ella, que estaba mirando el Festival desde su casa. En un momento inicial, Amanda Jara y Manuela Bunster dieron el Premio Arte y Memoria Joan Jara 2022 al abogado Nelson Caucoto, por su incansable trabajo por los derechos humanos. Él ha conducido el caso en Chile sobre el asesinato de Víctor. Recuerdo que cuando lo entrevisté, en 2014, para un artículo sobre este caso, me dijo que las fuerzas armadas nunca habían colaborado con sus investigaciones, lo cual él mencionó también desde el escenario. Jamás las FFAA dieron información sobre la estructura de mando en el Estadio ni los responsables; los abogados y jueces tuvieron que investigar y recrear todo en investigaciones meticulosas realizadas a lo largo de muchos años.

En el homenaje estuvieron grupos y solistas inesperadas y queridos, como Ismael Oddó, Evelyn Cornejo, Daniela Millanao, Elizabeth Morris, Nano Stern, Magdalena Matthey, Cristóbal Berrú con otros músicos (con una canción de “La Población”), y otros conjuntos como El Trio Ayer. También hubo danza. Finalmente apareció Illapu, con su música conmovedora, sus instrumentos andinos y su cariñoso tributo a Víctor. Tocaron canciones clásicas de Víctor y pronunciaron preciosas palabras sobre su significado. Todos y todas los y las artistas fueron aclamados con entusiasmo por los centenares de personas que llenaron el Estadio con sus energías positivas y sus almas abiertas e incluyentes.

Hay que destacar que en otras noches de FAM se presentaron muchos músicos queridos, incluidos Quilapayún, Inti-Illimani, Inti-Illimani Histórico, Sol y Lluvia, Los Insobornables, Trikawe, Isabel y Tita Parra, Congreso, Bloque Depresivo y más. El Festival es una celebración de la cultura popular de Chile que dura varios días.

Todos sabemos que Víctor fue un pionero y figura icónica de la Nueva Canción chilena. La gran cantautora y querida amiga Mariela Ferrera, directora de Cuncumén en las últimas décadas, me contaba una vez una bella anécdota sobre él. Ella era una cercana amiga de Víctor desde los días que participaron juntos en el conjunto de folklore Cuncumén. Víctor había comenzado a estudiar teatro, ingresó al coro de la Universidad de Chile, y cantaba y bailaba en Cuncumén en los años 1960. Ella viajó en 1961 con él y Cuncumén a Europa, la URSS y los países escandinavos. Mariela recuerda lo que ella pensaba que había sido la primera vez que Víctor cantó como solista:

Cuando fuimos a esa gira larga el año 1961, partimos en mayo y volvimos en octubre. Ya

habíamos recorrido algunos países y llegamos a Moscú. Y Silvia Urbina, que es de las

antiguas de Cuncumén, tuvo un problema de las cuerdas vocales y ella hacía un solo en una parte. Entonces Rolando [Alarcón, el entonces director del conjunto] le dijo a Víctor: «Tienes tú que cantar, tú vas a cantar el solo» y él dijo: «No, yo no canto solo, me da vergüenza». Él [Víctor] tenía una tonada muy linda, «La Rosa», que él había recopilado, una tonada tradicional, campesina de la zona central, y dijo: «Ya, ésa voy a cantar». Y cantó. Y fue una cosa tan impresionante para el público, que el aplauso no terminaba nunca. Y él salía y Rolando le decía: «Anda a saludar de nuevo; canta otra». Y Víctor decía: «Es que no sé otra». «Pero canta la misma, total los rusos no entienden la letra», le dijo Rolando. Y Víctor la cantó por segunda vez y fueron más aplausos y la cantó tres veces. En la noche de ese día, nosotros viajábamos a Leningrado, como se llamaba en ese tiempo. Teníamos función al otro día, y pasó lo mismo, incluso le tiraron flores. Entonces yo pienso que ahí Víctor se dio cuenta de la fuerza y del ángel, como decimos, para llegar a la gente. Porque antes era muy tímido, siempre él lo decía. En ese tiempo era actor de teatro y estaba estudiando para director y siempre decía: «No me vayan a mirar cuando yo actúo porque me da vergüenza». Yo siempre me acuerdo, porque lo veo así, vestido de campesino chileno y bien tímido… Yo siento que ahí se dio cuenta de la fuerza que tenía para llegar al público, porque era un teatro enorme, lleno. No sólo fue la música sino su presencia. Él tenía mucho encanto, un poco de mística.

 La persona de Víctor era tierna y dulce, tanto como magnética. Estaba enamorado de la música y las artes. Tenía igualmente un fuerte compromiso con su pueblo y una pasión por la justicia social y la igualdad. La mística de Víctor todavía vive. Los y las chilenas no han olvidado a Víctor ni a sus otros queridos compañeros y mártires. Es esperanzador el hecho de que las nuevas generaciones continúan cantando las canciones de Víctor y que siguen presentes su música y su imagen en las luchas populares. Víctor Jara está presente en la memoria chilena.

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