jueves, abril 25, 2024
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Novak Djokovic: Entre el Talento, el Fanatismo y la Ignorancia

Crédito foto: Instagram @djkernole.

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Durante la última semana, el tenista serbio ha brillado no solo por su trayectoria y talento, sino por su fanatismo e ignorancia y su grosera falta de respeto frente a las políticas sanitarias que ha adoptado el mundo -liderado por la OMS- tras la aparición de la pandemia de COVID 19. Djokovic se ha convertido en un triste “niño símbolo” de los anti-vacuna…

En un bochornoso episodio, donde se ha probado que la plata -no el amor- es más fuerte, la Federación Australiana de tenis le dio la venia a Djokovic para que acudiera a jugar al Open, a desarrollarse en ese país durante la segunda quincena de enero de 2022, a pesar de no contar con ninguna vacuna contra el COVID 19. La lógica de los organizadores parecía ser clara: un torneo de esa estatura no podía quedarse sin la presencia del número 1 del mundo. El problema es que el gobierno australiano decidió revocar la visa a Djokovic e imponer las restricciones sanitarias que aplica a todo extranjero que visita su país. Y detuvo al tenista. Y lo mando a un hotel para potenciales inmigrantes, que no era precisamente 5 estrellas.

La familia Djokovic montó en cólera y presentaron un recurso ante la justicia australiana. La corte acogió la iniciativa y un juez revocó la decisión del gobierno y dio la razón al tenista. Sin embargo, el viernes 14, el Ministerio de Inmigración le retiró por segunda vez su visado y lo detuvo, arriesgando el tenista rebelde una posible deportación de Australia.

La inmensa fama de este representante de los anti-vacuna ha puesto en el tapete otra vez el tema de un movimiento difícil de entender pero que se remonta al siglo XVIII, cuando el médico inglés Edward Jenner creo y comenzó a inocular la primera vacuna contra una enfermedad devastadora en esos tiempos: la viruela.

Hay que señalar sí que ya en el siglo VII, en la India los monjes budistas tenían alguna noción respecto de la vacunación como se la conoce hoy en día. Ellos bebían el veneno de las serpientes para adquirir inmunidad frente a la picadura de esos reptiles. Asimismo, en el siglo XI, surgió en China el concepto de «variolización» y hay documentos del siglo XVII que hablan que los chinos introducían en forma intranasal polvo de pústulas disecadas de viruela con objeto de prevenir ese mal.

El doctor Jenner pagó un alto precio por su “osadía” de combatir la ignorancia: debió luchar contra los ataques de la Iglesia, la población y la propia comunidad médica inglesa, siendo ridiculizado toda su vida.

Eso es lo dramático de la historia del ser humano: desde el momento en que se trata de abandonar el concepto de enfermedad como un “castigo divino” y se busca una curación para aquella, investigándose sus causas, surgen los primeros grupos organizados anti-vacunación. En el Reino Unido lo hizo en 1853 “The Anti-Vaccination League” y en 1867 “The Anti-Compulsor y Vaccination League”.

Desde entonces, nunca se han distanciado el fanatismo y la ignorancia y los movimientos contra la vacunación ya cumplen más de 100 años. Misma cantidad de tiempo en que las vacunas han evitado más de 700 millones de casos de enfermedad y han evitado más de 150 millones de muertes en nuestro planeta. A modo de ejemplo, entre los años 2011 y 2020 las vacunas evitaron 25 millones de muertes: 2,5 millones cada año, 7.000 cada día, 300 cada hora, 5 cada minuto. Según datos de la OMS, al año se evitan entre 2 y 3 millones de muertes con las vacunas.

Es claro entonces porque los expertos en medicina han descrito a la vacunación como uno de los diez máximos logros de la salud pública durante el siglo XX. Recordemos que la viruela mató a uno de cada tres contagiados y dejó a la mayoría de los supervivientes con secuelas de por vida, entre otras la ceguera. En total, durante el siglo XX eliminó a más de 300 millones de personas antes de cobrarse su última víctima, en 1978.Todos quienes nacimos en los años 50 tenemos la marquita de la vacuna de la viruela en nuestros brazos. ¡Nuestros padres no hubieran osado dejarnos a merced de esa dramática enfermedad!

La vacunación también erradicó prácticamente la poliomielitis. Y donde ha resurgido –como en algunos países de África- se ha debido a la disminución en las cifras de vacunación. Bill Gates hizo una gigantesca inversión para evitar la reaparición de este mal en esa zona, que deja inválidas a sus víctimas. Un ejemplo más reciente viene de Estados Unidos y señala que la incidencia del Haemophilus influenzae, una de las causas principales de meningitis bacteriana y otras enfermedades graves en niños, ha disminuido en aproximadamente un 99 % en ese país desde la introducción de la vacuna correspondiente en 1988.

Los críticos de la vacunación han pasado desde la oposición a la vacuna contra la viruela a sucesivas controversias como las surgidas en relación a la seguridad y eficacia de la vacunación contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP), el sarampión, las paperas y las rubéola (MMR) o el uso del conservante timerosal, que supuestamente contenía mercurio.

En términos legales, han perdido todas las peleas pero no por ello se han dado por vencidos. Más bien, han cobrado vuelo con algunas circunstancias históricas, como la llegada de presidentes como Donald Trump o Jair Bolsonaro, o la aparición del Covid, a fines de 2019. Estas situaciones han sido caldo de cultivo para estos grupos que tratan de tapar el sol de la ciencia con un dedo autoritario, descriteriado y, esencialmente, ignorante.

Paula Larsson, historiadora de la Universidad de Oxford que estudia los movimientos anti-vacunas, señala que la táctica de estos movimientos ha sido “restar importancia a la amenaza de la enfermedad, subrayar la amenaza de la vacuna, insinuar una conspiración mayor y apelar a otras personas con autoridad que se atreven a desafiar la opinión general”.

Según diversas encuestas, lamentablemente, la indecisión o rechazo abierto ante las vacunas está en su punto más alto de los últimos 20 años, y va en aumento. El Covid 19 ha desatado esta alza a pesar de que se ha mostrado que la vacuna a lo menos le quita fuerza a la enfermedad, como se ha visto con la aparición de la nueva variante Omicron.

Claramente, la ignorancia, que es el alimento del fanatismo, ha sido clave en el surgimiento de los movimientos anti-vacuna. Baste recordar al teólogo ingles Edmund Massey, quien en 1772 pregonaba en su sermón «La Peligrosa y Pecaminosa Práctica de la Inoculación», que las enfermedades eran “enviadas por Dios para castigar el pecado” y que cualquier intento de prevenir la viruela a través de la vacunación era una «operación diabólica». Grupos anti-vacunacionistas aún fundamentan, dos siglos después, sus posturas en la religión.

En Chile, obviamente, los movimientos han estado ligados a los grupos más ultraderechistas que apoyaban a Kast en su postulación a la presidencia. Por ejemplo, en julio de 2021, un centenar de personas protestaron frente a La Moneda por las medidas que favorecían a quienes se habían vacunado, acusando “discriminación y violación de sus derechos”. Sus pancartas incluían consignas como “Respira, respira, sácate la mascarilla”, “Sácate el bozal” “Pase de movilidad: dictadura sanitaria”. Todos, desde luego, andaban sin mascarilla y sin guardar ninguna distancia física. Uno de sus líderes, el abogado Eduardo Waghorn, señalaba a voz en cuello que el pase de movilidad era “una grosera violación a la igualdad ante la ley” y que no era posible que se los considerara ciudadanos de “segunda categoría” por no estar vacunados.

En una interesante columna titulada “Fanatismo e ignorancia”, Juan María Segura señalaba el año 2021 que no veía una “grieta” en nuestra sociedad. “Sí percibo con claridad una zanja cavada por un grupo de fanáticos de diferentes industrias y actividades (por razones mayoritariamente político económicas), que ha decidido aislarse de otros argumentos”. Definía el fanatismo como “una actitud de apasionamiento desmedido e irracional que adopta una persona con el fin de defender una idea, teoría, cultura, creencia, causa, personaje o forma de vida”, puntualizando que “el problema central del fanático, más allá de su causa, es su desinterés por otros argumentos, en particular, por aquellos que favorecerían un esclarecimiento y racionalización de esa pasión”. Ese desinterés, precisaba, “resta utilidad a la capacidad de escucha, razón por la cual los fanáticos suele obrar como sordos por decisión”.

Agregaba certeramente el columnista que “la propensión del fanático de argumentar más allá de la realidad se funda en este desapego hacia los argumentos, los datos y, en última instancia, hacia la verdad”. ¿La salida para el fanatismo? La educación, según Segura. “Solo la educación de calidad nos hace más tolerantes, nos interesa por lo que otros tienen para decir, nos abre a nuevos argumentos y modos de ver el mundo, nos habilita a pensar críticamente, a la vez que nos hace reflexionar sobre nuestros propios hábitos de pensamiento”. Puntualizaba que “dentro de una sociedad fortalecida en su capacidad reflexiva e integrada en una gran ágora, el fanatismo es ahogado y se queda paulatinamente sin adeptos”.

¿Alguna ganaremos la pelea contra el fanatismo y la ignorancia? ¿Alguna vez la educación tendrá el lugar que urge y merece tener? Es cierto. Cuesta pensarlo cuando hemos sido testigos –también por décadas- de los especuladores y traficantes de la salud, de los mercenarios ante la desgracia, de los oportunistas que profitan del dolor, de todos aquellos que se hacen de inmensas fortunas en cada impasse que sufre la humanidad. Los ganadores de siempre. Los predicadores de cartón. Los que siempre están llevando agua a sus molinos. Recordemos que en el primer año de la pandemia por Covid –cuando al chileno de a pie se le caía el mundo a pedazos- en Chile los millonarios vieron crecer sus fortunas en cifras astronómicas.

Así, es cierto que cuesta ganar la batalla contra el fanatismo y la ignorancia. Porque estos son alentados muchas veces por aquellos que dicen querer “cuidarnos” cuando, en realidad, están solo en su juego especulativo-financiero. La enfermedad, como la guerra, son fuente de dinero. Y luchar contra el poder del dinero sí que es difícil.

Pero no hay batallas fáciles. Las que dio el Dr. Jenner en Inglaterra fue durísima. Pero redundó en que –algo que probablemente él no alcanzo a ver- millones de niños se salvaran de la viruela. La humanidad avanza a tropezones, pero avanza. Y Chile, felizmente es un país muy educado en el ámbito sanitario. Recordemos que la epidemia de cólera, a inicios de los años 90, fue rápidamente eliminada en nuestro país porque sus habitantes siguieron al pie de la letra lo que el Minsal les aconsejó y pidió hacer. Hoy somos uno de los países con mejores tasas de vacunación. Y el mundo nos mira como referente.

Por eso da indignación cuando un líder deportivo, del nivel de Djokovic, trata de imponer su ceguera, su fanatismo y su ignorancia. Es bastante inaceptable cuando le vida le ha dado lo que otros ni sueñan tener.

 

 

Patricia Collyer
Patricia Collyerhttps://pagina19.cl
Periodista y Psicóloga.

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