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Nueva Dirección Socialista: algunos desafíos en su particularidad

Crédito foto: Twitter @camiloescalonaM

El 11 de junio recién pasado, se reafirma la predominancia en el ethos social del Partido Socialista de Chile. Esto, en un contexto donde aún los llamados instrumentos de medición de la opinión pública, siguen evaluando lo que sus intereses comportan, mientras la/os electora/es en las urnas, indican otra cosa.

Esta organización, fundada en abril de año 1933, ha mantenido su legado ideológico (sin perjuicio de opiniones críticas), donde, como resultado de cada proceso de elección interna, ha convocado en esta oportunidad a su instancia denominada, Comité Central, para formalizar la nueva Directiva Nacional por medio de las distintas sensibilidades internas en que se organizan sus militantes. Esto implica que, en la nomenclatura de sus 110 integrantes, cristaliza la nueva Directiva Ejecutiva que proyectará las líneas políticas en función del contexto social y económico del país, que permitan respaldar al gobierno del Presidente Gabriel Boric y apoyar sin dudas la nueva carta magna (es lo que han indicado, tanto Presidenta y Secretario General). Pero, además, tendrá tareas internas que a todas luces debiesen orientarse en reponer la fuerza territorial del socialismo, toda vez que en el mes de noviembre se materializará su Congreso Ideológico.

Todo este proceso tiene la virtud de ser escrutado por la sociedad y alcanzar su máxima expresión en la construcción de acuerdos que logran el máximo de unidad, ello, en un ambiente interno de tranquilidad con metas comunes (es lo que consignan sus protagonistas), siendo reflejado en todos los espacios mediáticos, por medio de la presencia de su nueva Presidenta. Este último aspecto será clave, con miras de futuro, en el entendido que no son pocos las definiciones estratégicas a asumir, sobre todo, administrando un contexto de desconfianza hacia los partidos políticos, que otra vez se refrenda en el estudio de opinión presentado por el Centro de Estudios Públicos (CEP), donde los mismos tienen sólo un 4% de confianza (coincidiendo con otros estudios de opinión).

A partir de lo anterior ¿cuáles son los desafíos que deberá enfrentar el partido socialista?, pues, viene de un proceso donde alcanza/cumple gran parte de los indicadores que un partido requiere para su presencia en sociedad. Un importante número de Concejales electos en mayo del 2021 (273), lo que, expresado en un contexto electoral de baja votación hacia los partidos, representa un positivo 8,63% de las preferencias emitidas, en todo caso, más baja que los resultados anteriores al estallido social, pues, en el mismo instante la/os candidata/os a Convencionales sólo llegan al 3,31% de la votación. Es decir se logra mantener, la organización, en un espacio de representación en la temporalidad consignada, pero luego, en el proceso electoral de noviembre 2021, existe un retroceso, dejando a muy mal traer a la organización, a propósito de los resultados en diputada/os, pues allí, colinda con la no existencia legal, quedando en el umbral de la ilegalidad, sin perjuicio de la elegibilidad exitosa que tuvo el mismo ejercicio (bancada importante de diputada/os y senadora/es).

A lo anterior, se suma una fallida estrategia electoral que tuvo en la presidencial del 2021, desde donde se puede ver una contracara y proyección pocas veces vista (si es que hay alguna), como fue perder en su apuesta con Paula Narváez primero, y con Yasna Provoste después; y, de igual forma, ser parte del nuevo gobierno. Existe aquí, un punto a favor para la directiva saliente, pero a un alto costo en la representación social. Esto deja al Socialismo Chileno, instalado en el gobierno de una manera estratégica, dándole cobertura y musculatura política (que se encuentra en construcción), asumiendo los costos de ese tránsito. El reconocido gesto de su ex – presidente, Álvaro Elizalde, que se entiende como oportuno y positivo para enfrentar lo estratégico y táctico como sector y partido, estuvo enmarcado en la obligatoriedad de asumir una trayectoria que el mismo partido socialista encarna desde su historicidad, esto es, compromiso con la democracia y el sentido de apertura inteligente a la coyuntura que se va dando en la temporalidad en la que se está (se corrobora desde la UP y antes, resistencia a la dictadura cívico-militar y la recuperación de la democracia, con su posterior rol en la coalición de gobierno La Concertación, Nueva Mayoría y ahora, con el Socialismo Democrático).

Un dato no menor en el plano interno, respecto del proceso electoral recién culminado, se evidenció en la participación de militantes votando, la cual estuvo apenas por sobre los 14 mil militantes, absolutamente inferior a eventos anteriores, pudiéndosele caracterizar el resultado de la votación como… escuálido. Este hecho, conmina al PS a tomar una actitud proactiva para superar tal situación, cuestión no simple de lograr, pero urgente de concretar dado que se requiere reponer la fuerza territorial del socialismo.

Diversos desafíos

De todos modos, en este marco descrito críticamente, es destacable la significativa votación obtenida por la Presidencia electa, pues a contracara, compitió con personalidades, cuya trayectoria política al interior de la tienda los mantenía en un estatus de legitima expectación por hacerse de la presidencia. También llamó la atención la combinación que el electorado interno se permitió: la renovación de rostros vía Paulina Vodanovic, con la reincorporación de un dirigente histórico del proceso político nacional y del partido en particular, como es Camilo Escalona. Este último, alcanza la primera mayoría en hombres y la segunda general, sobreponiéndose al imaginario interno y externo de caducidad política, dado su anclaje con la frase endosada por los entornos del sistema político “no fueron $30 pesos, sino que 30 años”, a propósito del Estallido Social. Desde el análisis sociopolítico, interesa decodificar cómo ambos logran lo que logran: ella, no teniendo una imaginaría interna que explique lo acontecido y, él, capitalizando un “no lo vieron venir”, producto de su aparente caducidad política. Esa decodificación, seguramente dará cuenta de un diseño de campaña, contenido y convicción, propio de cualquier partido político, pero que, para el PS de Chile, implica una novedad dado el contexto en que se da.

Entonces, esta directiva, entre los diversos desafíos a asumir, tendrá en su política interna uno prioritario, expresado en cómo gestionar el aparato burocrático, político e ideológico, sintetizado en su expresión orgánica y de representación político-territorial multiescalar. Esta circunstancia, además, y como corresponde que ocurra, se enmarca en un proceso político general, que, escrutado por los instrumentos de medición social, se concibe en alta incertidumbre, no sólo por el proceso constitucional, o bien por la gestión del gobierno, sino que, además, por las múltiples demandas que provienen desde el territorio, traducidos hoy en delincuencia y hasta hace un tiempo atrás, en pensiones deficitarias, entre varios otros.

Ante esto, la nueva Directiva Nacional, pero en específico la Presidencia y la Secretaría Ejecutiva, integrarían las condiciones de ‘savia nueva, pero con trayectoria’ y ‘la experiencia, pero con renovado horizonte’, permitiéndose ofrecer a la ciudadanía, óptimas condiciones de seguridad pública (en lo que les corresponda, sin pudor y salvaguardando los principios de democracia y DD. HH.), expresada como valor social que el Estado debe proporcionar (de hecho, es uno de los principios fundamentales expuestos en el borrador constitucional). Habría que convenir, que lo anterior, no tiene solamente su expresión en la macrozona sur (conflictividad con diversas coberturas de problemas, no sólo el mapuche) y macrozona norte (proceso migratorio, con otras cuantas situaciones delictivas), sino que también en el pasaje, plaza y barrios que viven diariamente la inseguridad (con incivilidades concretas), amplificada –a ratos temerariamente- por la cobertura de medios que se encuentran regularmente reportándola en sus diversos formatos.

En el plano económico, corresponderá a la nueva administración Socialista bogar y expresar que la carestía alimentaria es un factor a considerar, haciéndose evidente, además, el proceso inflacionario, elemento determinante para cualquier sociedad. Basta realizar un recorrido por cualquier feria libre del país, o almacén de barrio (insoslayables son las cadenas de supermercado), para constatar cómo el costo de la vida sube y sube, mientras que los sueldos, cuando se tienen, se estancan y se estancan. Para qué indicar lo que pasa con los insumos base para el funcionamiento del país, como son los combustibles, asociados a los transportes o la calefacción (parafinas). Referirse al pan y otros insumos, es corroborar esta situación que se acumula, día con día y que se debe abordar articulada y urgentemente.

Por esto el PS de Chile, en sus singularidades y desafíos, debe realizar una lectura adecuada del TERRITORIO, su oportunidad de fortalecimiento orgánico (político, ideológico hasta identitario), está en representar no solo anhelos sociales, sino que siendo un actor en el ethos social del nuevo gobierno, ejerciendo su capacidad y experiencia política para lograr sustentar adecuadamente no solo al gobierno, sino el proceso constitucional, más allá de septiembre 2022. Por ello, esta nueva directiva nacional, como las regionales, provinciales y locales, tienen una interesante tarea (¡cuándo no!)

 

 

1.https://www.lemondediplomatique.cl/la-desorientacion-que-aportan-las-encuestas-y-la-urgencia-de-los-enfoques.html

 

2.https://www.bcn.cl/leychile/navegar?idNorma=1107684

 

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