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Juan Cristóbal Guarello: “En los 90 era difícil hacer un periodismo que se apartara del discurso de consenso obligado”

Crédito Foto: Rodrigo Fernández

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Juan Cristobal Guarello, 49 años, no tiene pelos en la lengua. Lo ha demostrado muchas veces, desde tribunas muy lejanas al periodismo deportivo, especialidad que eligió para ejercer su profesión y que le valió el premio al  Mejor Periodista Deportivo del año 2011. También ha incursionado en la literatura y su libro “Aldo Marín, Carne de cañón” sacó del anonimato a un joven revolucionario nortino que murió en 1977 en Turín luego de tratar de colocar una bomba al diario La Stampa.

Hace unos días, después del asesinato de Camilo Catrillanca, Guarello aceptó participar en un video llamando a la ciudadanía a sumarse a la marcha contra el crimen y en el canal Vía X dijo que el último responsable de esa muerte era el Presidente Piñera.

Guarello se las trae. Por ello quisimos inaugurar esta nueva sección de PAGINA 19, “El lado B de”, con este periodista confrontacional para  conocer su postura sobre el momento político que vivimos así como el rol de la prensa a partir del retorno a la democracia y en el Chile de hoy.

Claramente, su visión de los medios de comunicación a inicios de los ‘90 es negativa: “Trataron de mantener la transición a cualquier costo y no hacer olitas”.

Sin embargo, sitúa esa actitud en el contexto que se vivía en esos primeros años post dictadura. “Gran parte del movimiento de izquierda o centro izquierda se entregó a los medios de la derecha; hubo un pacto  tácito, y explícito también, en momentos en que vivimos una  democracia tutelada, con el Cosena funcionando a plenitud, con Pinochet como Comandante en jefe, con miles -porque no son decenas ni centenas sino miles- de agentes de la CNI todavía insertos en organismos de las Fuerzas Armadas, incluso en la Policía de Investigaciones; con Colonia Dignidad funcionando, con senadores designados”.

Un contexto, dice, “que parece que hoy se olvida y en el cual realmente era difícil hacer un periodismo que se apartara del discurso de consenso obligado”. Había, precisa “como una recomendación permanente, por lo que era muy difícil moverse sin auspicio, sin fondos, a partir de la venta en el kiosko o de alguna donación”.

Cree que los embates de esa transición pactada fueron devastadores porque destruyeron todos los medios que habían dado la pelea contra la Dictadura. Desaparecieron Apsi, Análisis, la revista Hoy, el diario La Época, Pluma y Pincel, Fortín Mapocho, entre otros.

Guarello recuerda que ese fue también el momento de la crisis de los socialismos reales. “La caída de la Unión Soviética, el periodo especial en Cuba, la desaparición de los países del Este -donde hubo una arremetida mediática muy violenta en contra de todo pensamiento de izquierda y donde la única posibilidad para la izquierda era la socialdemocracia porque todo lo demás había sido absolutamente estigmatizado”.

Sobre el rol de la prensa hoy en día, visualiza dos ejes. “Primero está el tema del financiamiento y segundo, la difícil transición de los medios en papel, los clásicos, a los medios digitales, donde incluso los medios hegemónicos se han visto afectados”. Señala que, “a  pesar de que la televisión abierta o empresas como El Mercurio no tienen el peso de antes, no ha habido una capacidad de crear medios digitales de izquierda, alternativos, que puedan competir o ser una alternativa real, concreta, con contenido de peso no simplemente petardos o cosas llamativas que no tienen fondo”. Y cree que ello ha ocurrido por una cosa tecnológica, fundamentalmente.

También lo atribuye a un hecho que considera gravitante: la evolución del consumidor. “Y aquí está lo grave. Porque los grandes intereses económicos han sabido mutar y, también, apropiarse del medio digital. Existe una  sola plataforma como Youtube y te puede censurar; existe sola una plataforma de búsqueda como Google, y también te puede censurar porque pone en ranking lo que ellos quieren poner en primeros lugares, dejando acorralados, o simplemente fuera, a un montón de sitios que sería muy interesante  conocer”.

Dice que el que Amazon se vaya a convertir en editor de libros es otro hecho grave. “Ellos, además de distribuir, van a decir qué se lee o que no se lee…”.

Cree que a los medios les costó mucho competir con este nuevo escenario. “Sucumbió no solo Punto Final y los restantes medios de izquierda, sino también medios como Terra, Qué Pasa, que no fueron capaces de aguantar a pesar -como en el caso de Que Pasa- de tener el respaldo de un gran grupo económico”.

Y fue así porque, en su opinión, este clima va mucho más allá de los medios de comunicación. “Todas estas empresas de reparto -como Glovo, Rappi, Pedidos Ya- se saltan todas las leyes laborales y las leyes tributarias; ojo que Rappi ya está en Argentina y Chile, y las condiciones laborales allí son casi de una época preindustrial, por ello hay que tener mucho cuidado con todo este proceso; cuesta mucho moverse en ese océano tan complicado, tan cambiante y donde hay fuerzas tan poderosas que lo manejan”.

Es enfático en señalar que vivimos un momento muy complicado porque la inoculación de la mentira ha sido devastadora “Ya lo vimos con la elección de Trump… Y no solo es Trump. En Chile hemos visto, por ejemplo,  una campaña sostenida contra Camila Vallejos”.

Respecto de esto último, recuerda que en nuestro país hay una página llamada  Chile Corrupción. ”Esta se replica mucho en twitter, a través de boots. En esta página en un momento se midió que el 63% de sus publicaciones iban contra Camila Vallejos, ¡quien no está asociada a ningún hecho de corrupción!;  sin embargo, asocian a la diputada con el nombre de la página”. Dice que es lo mismo que hacía El Mercurio en la época de la Unidad Popular. “Cada vez que salía una foto de Allende, ponían al lado una casa destruida, animales muertos, un desastre, imágenes de la guerra de Vietnam; es un mecanismo muy sutil”.

Guarello cree que este modus operandi es muy difícil de controlar porque no hay medio que se haga cargo de lo publicado. “Antes te publicaban una  noticia falsa y tu podías replicar ante el medio; podías confrontar a los editores, denunciarlos con nombres y apellido, ahora no, esto es un océano…”.

Afirma que quien utiliza estas formas -“y que obviamente está asesorado por el Partido Republicano y por la gente de Bolsonaro”-  es José Antonio Kast.”Él tiene una gran cantidad  boots, de seguidores falsos; para probar esto, bastaría hacer un experimento; a mí no me ha tocado confrontar a Kast en medios pero algún colega lo puede hacer: decirle, por ejemplo, ‘usted es un fascista y  apoya a los violadores de los derechos humanos’. Y luego mostrar -con un computador en pantalla- como en twitter aparece un montón de ataques de cuentas que tienen un seguidor, a lo más tres seguidores”. Ilustrativamente, señala que a Piñera se le descubrieron, en su última campaña, 40.000  seguidores falsos o boots”.

El profesional reitera que estamos viviendo un mundo muy complicado, “en el cual se necesita estar tecnológicamente ‘caballo’ porque estás luchando contra Sillicon Valley, contra todos los intereses económicos, no ya de las empresas tecnológicas -estas son apenas plataformas de empresas como Uber o Rappi-”.

Recuerda que el capitalismo global, “tal como lo previo Marx en los Cuadernos de Paris en 1851, o sea hace casi 170 años”, se está verificando. “Y lo está haciendo de la manera más desoladora; no solamente con la acumulación de capital en pocas manos sino con este capital que se adueña de la economía del mundo y se transforma en controlador total, por sobre las naciones”. Asegura que ya no se trata que la Pepsi Cola tenga trato directo con el gobierno de Estados Unidos o que Nestlé tenga intereses con Suiza, o la industria militar con Inglaterra. “Estamos hablando que estas empresas supranacionales ya son capaces de afectar el mercado laboral en el Mercado Común Europeo “.

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