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Triunfo de Allende: ¿Qué Papel Jugaron los Medios de Comunicación?

A Esta Hora se Improvisa (C13): Celedón, Navasal, Lira Massi, JM.

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Quién no sabe que los medios de comunicación chilenos manejados por la derecha y aceitados con dólares del gobierno norteamericano de Richard Nixon, jugaron un rol importantísimo en el golpe que derribó al gobierno de la Unidad  Popular. Pero poco o nada se sabe sobre cuál era el panorama mediático previo a la llegada de Salvador Allende a la Primera Magistratura, cuándo el sistema era dominado por la derecha y la izquierda hacía grandes esfuerzos por estar presente en la batalla de las ideas.

Lo que sigue es un breve panorama de los medios en la llamada “antigua democracia” y cómo operaban en la época previa al triunfo de Allende en su cuarta candidatura a la Presidencia de la República.

Radio

Las ondas radiales principalmente difunden música y en esa década, reinaba la música popular de la Nueva Ola (cantantes adolescentes como Peter Rock, Fresia Soto, Luis Dimas, Gloria Benavides, Buddy Richard), con el gran mérito de haber desplazado a la música popular norteamericana.

Aunque con mucho menos espacio, la información periodística era importante porque el medio permitía que la noticia llegara en el momento en que se producía… si tenían un buen departamento de Prensa.

Era el caso de unas pocas emisoras: Minería, donde Mario Gómez López llevaba la batuta en el noticiario “El Correo de Minería” e impuso la grabadora para hacer reporteo en vivo. Con ese entonces pesado equipo recorrió toda la “Marcha de la Patria Joven” durante la campaña de Frei Montalva a la Moneda, cuenta el periodista Toño Freire en su libro “Testigo” (Emegé Comunicaciones, 2006).  Y la periodista Mary Zajer, que comenzó su carrera a fines de los 60 en prensa de Radio Portales, que dirigía José (Pepe) Gómez López, hermano del anterior, recuerda: “Yo cubría Moneda y el colega Jaime Vargas me ayudaba a cargar la grabadora, porque en ese tiempo eran muy pesadas”. Los hermanos Gómez López eran rivales en dar golpes noticiosos a través de sus respectivas emisoras.

La radio generalmente se ha liberado de acusaciones de sesgo político y hasta hoy genera más credibilidad porque se la considera un medio “objetivo”, objetividad que nunca ha existido en el periodismo. Basta saber a quiénes pertenecían las emisoras top de entonces para identificar su línea editorial: Agricultura, a la Sociedad Nacional de Agricultura; Minería, empresarios ligados al cobre; Corporación, Banco del Estado y luego familia Edwards; Portales, al empresario Raúl Tarud y luego la SOFOFA; Cooperativa Vitalicia, familias Goñi y Garnham.

La radio jugaba un papel importante en la información noticiosa de la época. Y como dice el refrán, el que pone la plata, pone la música…

Televisión

A comienzos de la década del 60, la televisión nació en el país gracias al interés y esfuerzos de las Universidades Católica y de Chile. Ambas comenzaron sus experimentos con este nuevo medio (la UC en Valparaíso y en Santiago) a fines de 1959 y el difícil parto sólo concluyó para el Campeonato Mundial de Fútbol realizado en Chile en 1962, momento en que la televisión entró definitivamente al país.

Eran pocos aún los chilenos que contaban con televisores, que al comienzo eran escasos. Los vecinos que lo tenían invitaban a verla a sus hogares. Algunos cobraban por entrar. Había solo dos canales: los de la Universidad Católica, señal 13, y los de la Universidad de Chile, señal 9.

Mirando lo que sucedía en los países desarrollados con el poder inmenso de la pequeña pantalla (en comparación con la de cine) metida en el hogar, se quiso proteger el nuevo medio de los males que acarreaba el factor comercial en sus contenidos, conservando su estatus universitario. Gracias al trabajo misionero del comunicador Raúl Aicardi, fundador de Canal 9,  se evitó por varios años el modelo de televisión privado. En sus inicios, la tv chilena carecía de publicidad. Era un lugar de encuentro para informarse, educarse y entretenerse. Critilo (Antonio Romera) y Julio Martínez comentaban el arte y el deporte respectivamente. La información periodística era el invitado pobre, pero siempre tuvo su lugar. Los periodistas más famosos por sus comentarios especializados fueron Luis Hernández Parker, quien leía en pantalla sus comentarios hasta ahora radiales, de política nacional, y el mercuriano José María Navasal en política internacional.

Pero muy pronto los canales universitarios debieron abandonar esa austera línea, debido al alto costo que requería mejorar los equipos y satisfacer la creciente demanda de los televidentes por más profesionalismo en su entretención y la inevitable importación de programas extranjeros envasados. Aunque siguió siendo universitaria, mezcló el estilo de televisión europea de servicio público con el privado y comercial norteamericano. En los años 60 tenía un 50% programación extranjera, con series como “Bonanza”, “El gran Chaparral”, “La casita en la pradera”, “El fugitivo”, “La caldera del diablo”. Solo norteamericanos debido al sistema adoptado de 525 líneas. Así comenzó la competencia entre canales y la contratación de avisos para sostener los costos de la nueva etapa.

Al fragor de la campaña presidencial de 1970, no tardaron en aparecer programas periodísticos con tintes políticos: entrevistadores como Adolfo Janquelevich en su “Close Up de la Noticia” por la derecha y Eugenio Lira Massi en su “Entrevista impertinente”, por la izquierda. Y cuando la guerra de las ideas entre conservadores, progresistas e izquierdistas estaba llegando a su apogeo a fines de los 60, el programa de debate político “A esta hora se improvisa” conducido por el publicista y actor Jaime Celedón en Canal 13 de la UC, con panelistas en su mayoría de derecha como Jaime Guzmán, Enrique Campos Menéndez, Germán Becker, José María Navasal. El único progresista era el demócrata cristiano Jorge Navarrete, y en cada emisión tenían un invitado de actualidad que podía ser de izquierda, como José Tohá. Era un imperdible los domingos por la noche.

La DC en el gobierno dio el gran golpe al fundar un canal estatal, Televisión Nacional de Chile, con para llegar a todo el país, pero ya se veía como un medio de apoyo político para sus filas. Inició sus transmisiones en septiembre de 1969, pero aún así, se puede decir que durante los 60 sólo tuvimos televisión universitaria, aunque ya incómoda en ese molde.

Prensa escrita

Era el medio de comunicación más importante en esta década, cuando la radio se concebía principalmente para entretener y la televisión daba sus primeros pasos.

El Mercurio, La Tercera de la Hora, El Diario Ilustrado y La Nación, marcaban la pauta del día, en especial, El Mercurio por su carácter de diario nacional importante, (“el más antiguo de habla castellana”) y El Diario Ilustrado, que competía con él desde su trinchera muy conservadora vinculada a la Iglesia Católica pre Concilio Vaticano II. Si bien ambos eran de derecha, El Mercurio era más abierto porque lo manejaban masones librepensadores con René Silva Espejo a la cabeza. Eran diarios “nacionales”, que marcaban la pauta política pese a que en las 25 provincias existentes (antes de las regiones actuales) existían diarios locales que se esforzaban por dar a conocer su realidad, amagada por el centralismo capitalino.

El Mercurio de Valparaíso (anterior al de Santiago), La Mañana de Talca, El Sur de Concepción o La Prensa Austral de Punta Arenas eran voces que surgían en las principales ciudades, antes de que la empresa El Mercurio S.A. los ahogara con sus ramas locales “La Estrella…” de Iquique, del Norte de Antofagasta, de Valparaíso.

Sin embargo, los más populares eran los que destacaban crímenes, delitos y escándalos en primera página. La crónica roja y el sensacionalismo llegaron al periodismo nacional en pasquines de formato medio-mercurio: Las Noticias Gráficas (que murió en 1963), Clarín y La Tercera de la Hora. Eran una tendencia comercial de la época.

Prensa amarilla

El sistema de medios estaba ya hegemonizado por la derecha política y económica, pero el debate entonces no era el equilibrio en las corrientes políticas, sino la ética de esta prensa amarilla, donde la competencia se centraba en quien vendía más diarios con titulares más grandes.

“La prensa de entonces era sensacionalista -recuerda Mary Zajer, ex jefa de informaciones de Cauce durante la dictadura -. Predominaba el Clarín. Pero algo cambió cuando Mario Carneyro se hizo cargo de La Segunda, de la empresa El Mercurio, y lo colocó dentro los diarios de peso político de las noticias de la tarde”.

Según el estudioso Alfredo Riquelme (CENECA, la ONG de estudios comunicacionales), en los 60 regía un sistema comunicativo libre empresarial, donde la libertad de prensa era la libertad de las empresas periodísticas para difundir sus contenidos sin intervención alguna del Estado. Pero el gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez (independiente de derecha) debió preocuparse de la “distorsión” en la entrega de estos mensajes a través de esta “prensa amarilla”, un problema mundial.

De hecho, bajo su gobierno (1958-1964) se promulgó la Ley de Abusos de Publicidad, que trató de poner coto a los desbordes de esta prensa que descalificaba con graves epítetos a políticos en el Congreso o en campaña. Durante mucho tiempo esta fue la única legislación sobre medios de comunicación masiva.

En el siguiente período presidencial, Eduardo Frei Montalva (1964-1970), apoyado durante la campaña por inyecciones de dólares de la CIA, con su programa de grandes transformaciones sociales y económicas, cuestionó el modelo comunicacional conservador-liberal heredado y buscó un modelo más democrático, uno que le permitiera hacer esos cambios.

Pero no había una política de comunicaciones en su programa (ni en los gobiernos anteriores). Sólo se crearon nuevos medios para la difusión y defensa de su programa: La Libertad, que dirigió Gabriel Valdés; El Debate, comprado a empresarios de derecha, y el vespertino La Tarde. Su desafiante entrada al mundo mediático culminaría al final de su gobierno con La Prensa (que fustigaría duramente gobierno de la Unidad Popular) y con la creación de Televisión Nacional de Chile, el “canal para todos los chilenos”.

Como contrapeso a la difusión que estos diarios hacían de sus ideologías, del lado de la izquierda tradicional estaban El Siglo y Ultima Hora. El primero nació y continúa siendo el órgano del Partido Comunista, sobreviviente de múltiples ataques del anticomunismo nacional. El segundo, fundado y mantenido por socialistas (Arturo Matte Alessandri, Anibal Pinto Santa Cruz) en los años 40, feneció con el golpe militar de 1973. A mediados de la década apareció Punto Final, el periódico mensual, luego quincenal, representando a la izquierda revolucionaria, que remontó la dictadura pero sucumbió víctima del sistema neoliberal hace dos años .

Revistas noticiosas

En materia de revistas de actualidad, la empresa Zig Zag, de la familia Helfmann, monopolizaba el campo con sus revistas femeninas, deportivas y de entretención, hasta que en la segunda mitad de los 60 le salió al ruedo un audaz diseñador y dibujante llamado Guido Vallejos, que se hizo famoso con su historieta Barrabases. Muy pronto levantó su propia editorial en el mismo campo causándole gran impacto.

Dice Irene Geis, periodista de la Universidad de Chile, Premio Lenka Franulic y primera directora mujer de una Escuela de Periodismo (U. De Concepción): “Comencé como reportera en La Tercera cuando todavía no entendía mucho la política. De esos años, la competencia que yo recuerdo es que las revistas de Zig Zag le copiaban todos los éxitos a Guido Vallejos. Cuando él sacó Flash, Zig Zag sacó Siete Días, de la que fui directora…”

Por el lado de la izquierda comunista, hasta mediados de la década se publicó Vistazo, que dirigieron Luis Enrique Délano (diplomático y padre del escritor Poli Délano), Hernán Uribe y Edesio Alvarado. Tuvo poca circulación. La que predominó en el campo de las revistas informativas fue Ercilla, de línea progresista ondulante, conducida sucesivamente por Humberto Malinarich, Erica Vexler y Alejandro Cabrera antes de llegar en 1968 a una nueva etapa – tras ser comprada por empresarios demócrata cristianos – bajo la dirección de Emilio Filippi, Premio Nacional de Periodismo 1972.

Opina Abraham Santibáñez, ex presidente del Colegio de Periodistas, Premio Nacional de Periodismo 2015 y actual secretario general del Instituto de Chile: “En los años 60, cuando predominaba la prensa escrita, pese al ya importante desarrollo del periodismo radial, existía en Chile una mayor diversidad de medios y de estilos que ahora. Había medios de muy variadas tendencias, algunos más consolidados que otros, pero -como lo pude apreciar para mi tesis de titulación- no había sectores deliberadamente olvidados: por ejemplo, las noticias de las poblaciones populares de Santiago, aunque no eran mayoritariamente consideradas por la prensa tradicional, tenían espacio permanente en algunos medios. Era el caso de El Siglo y Última Hora y publicaciones semanales. La prensa regional, aunque de inclinación conservadora, había asumido desde siempre un papel gravitante en el desarrollo local, dando su respaldo a todo tipo de actividades”.

Pese a los medios…

En resumen, el panorama mediático en que se desarrollo la campaña electoral de 1968-1970 donde por fin triunfó la izquierda con su abanderado Salvador Allende, no era para nada favorable a esta corriente. Lo expresa claramente el periodista y ex director de Periodismo en la USACH, Héctor Vera, cuando escribe:

“¡Como es posible que con un predominio tan fuerte de la prensa de derecha, altamente modernizada, haya podido llegar al gobierno de Chile una fuerza política explícitamente socialista! Esta es una asimetría que quiebra la teoría de la efectiva acción de los medios o al menos le pone un peso relativo” (“Análisis de 100 años del periodismo en Chile. Cómo se han informado los chilenos”. Círculo de Periodistas de Santiago, 2008).

Queda una sombra de duda sobre la real influencia de los medios en la formación de opinión pública. Salvador Allende triunfó pese a la fuerte oposición de una prensa mayoritariamente de derecha.

Irene Geis en su hogar hoy.

 

Mary Zajer y su pareja Víctor Vaccaro.
Abraham Santibáñez

 

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