Sociólogo.
El máximo homenaje a la estupidez sin límites, quedaría corto, si no ensuciáramos esta publicación de página 19, con la imagen que acompañó un tuit del impronunciable. Nuestro amigo Albert Einstein, dijo una vez, que “había dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. De la primera -agregó-, no estoy muy seguro”. Y eso que no tuvo el honor de conocer al presidente actual de los Estados Unidos… y si bien estas letras iban en el sentido de colaborar desde aquí, a la comprensión del cambio de paradigma en que nos encontramos como humanidad, en verdad no es menor, ser testigos de lo que ocurre. Hace no tantos años, pero como el aumento de la temperatura, y sus efectos, aceleradamente, en aumento constante.
El patriarca Orígenes de los cristianos, en el siglo II DC dijo, estableciendo el justo valor de la paradoja en los sistemas de creencias: “credo qui absurdum est… creo lo que es absurdo: el hijo de Dios está muerto, porque es el hijo de Dios y porque está muerto, resucitó”. Si transponemos esta preocupación sobre la verdad, al ámbito político, diríamos que, si la nación más poderosa del mundo y la que tiene más premios Nobel, ha producido tamaña monstruosidad presidencial, como la que presenciamos, para entender que la política también es parte de la transformación paradigmática que estamos viviendo, nosotros tendríamos que decir algo así como “el más tonto es el presidente, pero como todo el mundo lo sabe, no importa”.
La foto de arriba iba en un tuit con la leyenda: “Prometo no hacer esto a Groenlandia!” ya que había declarado, qué la iba a comprar desatando el enojo de la primera ministra de Dinamarca qué le recordó, en medio de su sorpresa, que los países no están en los mercados y qué Groenlandia es de los groenlandeses…
El bien común, aunque parezca mentira que nos cueste tanto verlo, se opone a la propiedad privada. Como el agua al fuego.
El año que no olvidaremos
Los devastadores fuegos de las últimas semanas en el Amazonas, han desencadenado una verdadera «inundación» (…) de información, noticias y tomas de posición política, de todos los sectores. También una preocupación silenciosa de la máxima importancia entre todos, frente al colapso climático y las alzas de temperatura que lo acompañan.
Así, en la última semana, la situación ha sido abundantemente tratada en la prensa nacional e internacional y por las instituciones que se ocupan de la política multilateral del planeta (tanto como de los elefantes en la cristalería…), poniendo de manifiesto el por qué, éste es un problema crucial para nuestra supervivencia. Aunque no se establezca claramente el cómo. Ni el cómo ha sido, ni el cómo habremos de actuar. Aparte de contratar los consabidos aviones cisterna, de los que sabemos.
En efecto, aparte de las posiciones políticas, que se han puesto detrás o al frente de las decisiones nacionales, reafirmando lo que han hecho para generar este desastre, a petición del presidente de Francia, quien en un cierto tono de inexplicable sorpresa, declaró que en estas condiciones no podría suscribir el tratado que hace unos días había acordado con el MERCOSUR, se reunieron a tratar el tema en el G7 (los siete países más ricos del planeta) en Biarritz el fin de semana, acordando “liberar” 20 millones de US$ para combatir los incendios.
Al mismo tiempo, -en esas medidas que manifiestan las dos caras de la moneda-, el presidente de Brasil, quien hasta entonces había declarado que los incendios eran un problema “nacional” y que lo habían producido las ONG ambientalistas e indígenas, porque su gobierno les había cortado los fondos de financiamiento, que los anteriores gobiernos del Partido de los Trabajadores les habían otorgado, decidió ordenar al ejército que combatiera los fuegos.
Es notable señalar, como por arte de birlibirloque, el presidente francés, francamente cuestionado en su propio país por las asociaciones de base y los grupos defensores del medio ambiente, ha querido presentarse ante el mundo como un defensor de la ecología, pese a que, por privilegiar a la empresa y sus lógicas de acumulación, su ministro del medio ambiente haya renunciado públicamente, haciendo vasta declaración de sus diferencias con el modelo económico. El mandatario francés representa sin embargo un frente internacional, al otro extremo que marca el presidente de los Estados Unidos, que se ha retirado de la CMNUCC, aunque de acuerdo a las normas, que indican tres años para retirarse de la Convención, aún a fin de año, tendremos a la delegación de USA en COP25.
El presidente francés, ha presentado una imagen más amigable de la multi polarización y así llamó al G7 a tratar la quema del Amazonas como un problema internacional, a lo cual se había opuesto el de Brasil, considerando que el Amazonas era problema nacional y que precisamente, eran las ONG´s ambientalistas e indígenas, quienes habían iniciado las quemas como retaliación, por el retiro de los fondos gubernamentales que habían acordado los anteriores gobiernos del Partido de los Trabajadores. Cierto que Brasil rechazó la ayuda internacional, prefiriendo, como es costumbre entre los presidentes de derechas, encargar a los militares, de apagar los incendios.
En la semana y antes del G7 también manifestaron su preocupación (¡) frente a la quema de medio millón de hectáreas de Amazonía en cuatro países, los representantes reunidos en la Semana del Clima de LA, celebrada coincidentemente en Salvador de Bahía, Brasil.
Pensamos, que de alguna manera y que por cierto no hace sino inaugurar el sello de la “singularidad climática”, a la cual, a la imagen de las proyecciones del IPCC, van a apuntar a cada vez más en frecuencia e intensidad las catástrofes a las cuales nos veremos sometidos gracias a la sobre explotación de la naturaleza y a los ciegos intereses de crecimiento económico, con los incendios de Brasil hemos alcanzado un punto de inflexión o como dicen en inglés un tipping point, es decir algo así como un punto de inflexión, que indica el de no retorno.
Puede ser interesante a recoger entonces algunos puntos del desarrollo de este relato. En efecto, se han movilizado la sociedad civil, las organizaciones, los partidos y sus gobiernos, tanto para asegurar la importancia de lo que está ocurriendo como para denegar la e incluso se han encontrado fórmulas de compromiso con las cuales las posiciones extremas que generan esta situación, se encuentran suavizadas y hasta desprovistas de la importancia que han tenido.
Así frente al consenso generalizado de la importancia del Amazonas cómo zona productora de algo así como un 20% del oxígeno que consumimos en el planeta, se han publicado recientemente estudios que con razón o sin ella declaran que esa cifra del 20% es excesiva Por cuánto toda la Tierra generaría como un 10% del oxígeno que respiramos y que, en el mejor de los casos, a los bosques del Amazonas correspondería algo así como un 6%.
No obstante, ante la imposibilidad de establecer la corrección de estas cifras de manera científica, lo que es evidente, es que estas posiciones, ampliamente recogidas por determinado tipo de media, tienden a restarle importancia al carácter catastrófico que estos incendios tienen. Y aunque sería importante saber si sus efectos son de la gravedad qué implica el 20% del oxígeno del planeta, o menos, cómo la interfase entre ciencia y política, no sólo se encuentra deprimida, sino que además se privilegia fundamentalmente el criterio económico de la explotación, en lugar de aquel otro que señala con claridad y pertinencia, más allá de los detalles específicos, qué los hidrocarburos fósiles deben mantenerse en la tierra, estos estudios tampoco tienen en rigor, mucho sentido, más que el de la propaganda.
El juego de las reparaciones.
A medida que vamos avanzando hacia lo que antes llamábamos primavera y que ahora no se habrá aun virtualmente acabado, cuando ocurra la COP25, se va haciendo cada vez más sutil, esa línea divisoria que el capital ha trazado desde sus orígenes, entre la economía y la política, para que parezca qué son dos cosas distintas, y que, como nuestros poderes del Estado, actúan en total (absoluta e indiscutida) independencia. Desde Descartes, además, la lógica científica de las distintas disciplinas, se ha venido a sumar a esta -en verdad inexistente- división en espacios diferentes que no son tales. Como debiera ser evidente donde la educación es un bien de mercado.
El incendio forestal que ha hecho arder medio millón de hectáreas de la selva del Amazonas, hace casi tres semanas, en estos días, con una tan incalculable como casi no mencionada pérdida de la biodiversidad, ha hecho evidente que la política del presidente derechista de ese país, basada en la creencia en el crecimiento infinito de la economía y la ganancia, tiene un efecto incalculable en la pérdida de la vida del planeta.
Y no sólo en términos de amable zoológico, animalismos, o de las entretenidas películas de animales a través de los cuales, en general, tenemos contacto y nos representamos la biodiversidad, sino que, en el cuotidiano de nuestra realidad, como las nubes de humo que ya han llegado a contaminar todos nuestros aires de América, repercute en nuestra propia salud. Como si no estuviéramos suficientemente contaminados con lo que el capital contamina en nuestro propio país.
Hace años que en la convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático se viene discutiendo el tema de los pagos justos, o la compensación qué deberían pagar los países ricos, a aquellos que sufren primero las consecuencias de las emisiones de gases de efecto invernadero que no han producido. En entrada anterior, decíamos incluso qué es un eufemismo de buena educación hablar de los “países” cuando históricamente, son 90 empresas privadas las responsables del 63% de las emisiones de gases efecto invernadero. así como también sabemos son los chilenos quienes tienen una deuda histórica con el pueblo mapuche, que en nuestro país era dueño de todas las tierras que hoy ocupan los monocultivos forestales y que sin embargo están mayoritariamente en la pobreza, mientras tres ricas familias son dueñas de todos los recursos forestales (incluidos los subsidios a la reforestación y la venta de Bonos de Carbono en los mercados internacionales).
Un nuevo escenario
Uno de los temas que los especialistas señalan será central en las discusiones de COP25, será el Mecanismo Internacional de Varsovia (WIM) relacionado con los Daños y Pérdidas y con la búsqueda de “reparaciones justas”, a quienes sufren las consecuencias de la indiscriminada expansión del capital y sus consecuencias. La búsqueda de equidad, por lejana que parezca de toda discusión política real, en Chile, ha sido incluso proyectada más allá, de su sentido estrictamente “material”, en Naciones Unidas, evaluando los daños y pérdidas no económicos (NELD), es decir culturales
Esta noción jurídica de crear compensaciones que buscaran la equidad, se ha llevado incluso al Congreso de los USA, donde los representantes negros, han demandado reparaciones por la esclavitud que han sufrido sus pueblos, cuyo trabajo (obligado) ha estado, no obstante, a la base de la riqueza de los Estados Unidos de Norteamérica. Por mucho que esto pareciera extraño, no lo sería tanto si consideráramos los ingresos “reales” que ricos y pobresunos y otros han obtenido. Según el último informe de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED), desde el año 1998 al 2017, el 1% más rico del planeta, ha tenido ingresos por 21 trillones de dólares, mientras que, en el otro extremo, el 50% más pobre ha perdido 900 billones de dólares. En verdad no es delirante pensar en reequilibrar el reparto, lo que es delirante, es seguir permitiendo esta tendencia a la acumulación, a costa de la miseria.
Así recomendaría a nuestros atentos ministerios de Medio Ambiente y Salud, la realización de estudios qué incorporarán el aumento de particulado ambiental en el aire, producto de la quema del Amazonas, y cotejarlo con el aumento de las enfermedades respiratorias de nuestros niños y ancianos. Cierto que todos sus esfuerzos deben estar puestos en detectar los fenómenos respiratorios que hemos tenido esta semana en Quintero y Puchuncaví, pero tal vez podríamos convencer a los economistas que los dirigen, si declaráramos que son para pedir una compensación económica al Brasil, por el efecto que esto ha tenido en la salud de nuestros compatriotas más vulnerables. Nuestros hijos, nuestros padres, nuestros abuelos. Los de todos.
Y, por cierto, a su vez el presidente de Brasil -enterado de nuestra demanda- podría también poner un impuesto que recayera sobre los chinos, qué por su demanda mayor de soya han gatillado la desforestación (“limpieza”) de enormes zonas del Amazonas, para plantarla y luego exportarla a China. Y a su vez los chinos podrían cobrar los impuestos de reparación que nosotros le cobramos a Brasil y que Brasil les cobraría a ellos, a los Estados Unidos, quiénes exportaban la soya que ahora no compran los chinos, porque ellos generaron una guerra comercial para equilibrar su balanza de pagos, altamente desfavorable con la RPCH…
En estos días se ha declarado una emergencia agrícola en 17 comunas de Chile por la intensa sequía que sufrimos hace 10 años y qué con seguridad seguiremos sufriendo otros tantos, a causa del colapso climático qué afecta la criósfera, el océano y todo el ciclo hidrológico. Recordarán ustedes como, en la cumbre de mayo sobre los países del Ártico, el secretario de estado de los Estados Unidos,- ex jefe de la CIA y gran amigo de nuestro gobierno-, nos dejó a todos anonadados al declarar que no importaba que se deshielaran las calotas polares, porque ahí estaba la riqueza del 30% de los minerales de la Tierra, que el deshielo permitía explotar…
Siguiendo esa lógica de las compensaciones, y entendiendo que el sistema hidrológico y la criósfera del planeta funcionan como un todo, podríamos pedirle compensaciones al secretario de estado de los norteamericanos, o incluso a su presidente quién en estos días, con mayor consecuencia que el resto de nuestros políticos, lo dijimos, manifestó su deseo de comprar Groenlandia. Y es que pese a que podamos entender por qué los USA se han retirado de la CMNUCC, con la realidad alcanzando los límites de la teoría, en Chile celebraremos una COP Azul. Por el mar qué tranquilo nos baña. Al cabo, el señor nos lo ha concedido.
Cada vez resulta más difícil separar la política de la economía, Aunque nos hablen de reciclaje, sabemos qué el agua es un bien común y qué los bienes comunes son derechos humanos que no se transan en el mercado, o más bien, que no debieran transarse en el mercado, como la educación, la salud, o la vida.
