director de Literando.cl
Tierra del Fuego sorprende. Porque no es común que un novelista, uno de los principales exponentes de la novela negra sueca -tan en boga- escoja aquel territorio de nuestro país para titular su libro. La novela corre. Claro, es suspenso, política, crimen. Una triada que rinde frutos.
Pero es en el ritmo y en la fluidez de su escritura donde Pascal Engman triunfa. Por sus hojas pasan gánsteres de poca monta, millonarios secuestrados y detectives que auscultan en busca de una maraña esquiva de resolver.
Pero por sus hojas también pasa el recuerdo de las barbaries totalitarias y dictaduras militares. El nazismo, la dictadura de Pinochet, Colonia Dignidad, y los nostálgicos de estos nefastos procesos históricas también se pasean por las páginas de Tierra del Fuego.
Vanessa Frank, la investigadora protagonista, es un personaje muy bien dibujado, que emociona con su dureza-dulzura y con su construcción compleja e imperfecta.
Especial atención merecen los escenarios elaborados por Engman, que salta de Estocolmo al sur de Chile como quien va de la cama al living, de frío en frío, de lluvia en lluvia. Del tráfico de órganos a las complejidades de la migración.
Y especial atención merece, por supuesto, el epígrafe con que Engman da entrada a su novela. “En memoria de la joven generación de hombres y mujeres idealistas cuyas vidas y sueños les fueron arrebatados en las cámaras de tortura en el Chile de la dictadura”.
“Tierra del Fuego”, Pascal Engman, Roca Editorial, 476 páginas
