miércoles, abril 24, 2024
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Al borde del abismo: el Gatopardismo de Piñera, todo cambia para que nada Cambie…

Foto: Prensa Presidencia

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Con cero autocrítica, culpando nuevamente a la oposición de obstruccionista y sin mover a quienes aparecían -y probablemente seguirán apareciendo- como factores generadores de conflictos para el gobierno, el Presidente Sebastián Piñera realizó el esperado cambio de gabinete que tuvo en estado de parálisis a los ministros durante las últimas semanas, mientras arreciaban solapadamente las voces en el propio oficialismo pidiendo un “cambio de rumbo”.

De hecho, tres senadores de la UDI, partiendo por su presidenta, se habían manifestado a favor de un cambio, incluyendo, sin decirlo, a más de alguno del comité político. Jacqueline van Rysselberghe y sus compañeros de comité, la ex intendenta Luz Ebensperger y David Sandoval habían coincidido en que las falencias en gestión política, en el manejo comunicacional, en el manejo de expectativas, además de duros juicios a la consulta indígena. Es decir, estaban presentes los cuestionamientos a los roles de la ministra vocera de Gobierno, Cecilia Pérez; al de Interior, Andrés Chadwick -a sabiendas que es el primo incombustible- y al titular de Desarrollo Social, Alfredo Moreno.

Por el lado de RN también se habían levantado voces críticas, siendo el principal el senador Manuel José Ossandón, embarcado ya en su carrera por posicionarse como candidato presidencial. Insistió en más de una oportunidad  que si bien decide el Mandatario, “si yo tuviese que darle un consejo, claramente sacaría al ministro de Desarrollo Social. El daño que se le está haciendo al gobierno por la mala implementación de la consulta indígena será muy grave. Un proceso que podría haber sido un tremendo éxito hoy es un fracaso. Además, se notó falta de visión política”. Según él, “el equipo político ha tenido errores políticos que hoy está subsanando, pero nunca sopesaron que éramos minoría en ambas cámaras. Y lograron unir a la oposición, que estaba totalmente desarticulada”.  Pidió, además,  la inmediata salida del ministro de Economía, José Ramón Valente.

Finalmente, los cambios dejaron heridos. El principal: la UDI, que siente que quedó desbalanceada  y castigada frente a Renovación Nacional, que logró para sí la Cancillería, con Teodoro Ribera y Jaime Mañalich en Salud. Y resienten que se haya nombrado justamente a un “aparecido” de Ciudadanos, Sebastián Sichel en el Ministerio de Desarrollo Social. Y para qué decir del ex Ministro Valente,  que salió descompuesto del palacio y sin decir una palabra.

Siguen las estrategias comunicacionales

El gobierno sabía que el jueves se entregarían los resultados de la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), entonces, es presumible pensar que conocían con anticipación los demoledores resultados que traería para la administración Piñera.

Una vez más, otra estrategia comunicacional se puso en marcha y se decidió lanzar el cambio de gabinete una hora y media después de conocida  la CEP, con la esperanza tal vez de que este cambio opacaría o lanzaría a un oscuro segundo plano la información sobre los devastadores resultados obtenidos en una de las pocas encuestas que -junto a Cerc Mori y Criteria- aún goza de algún prestigio en el escenario político chileno.

Finalmente, el ajuste ministerial sólo alcanzó las carteras de Relaciones Exteriores, Economía, Desarrollo Social, Obras Públicas, Salud y Energía. No llegó, sin embargo,  lo que la oposición esperaba. Se mantuvo intacto al equipo político, a Hacienda y el sectorial más complicado y criticado por estudiantes y profesores, pero en manos de una leal  amiga: Educación.

Señal para los empresarios

Tal parece que el encabritamiento del empresariado con su gobierno en el último tiempo, hizo efecto en el Presidente Piñera. Porque los cambios en el área económica se hicieron para darles confianza. Se producen en medio del deterioro de la economía en los últimos meses y también de las expectativas por parte del mercado. O en otras palabras, del desencanto cada vez más evidente del empresariado. Ni para ellos se asomaban los famosos “tiempos mejores”.

De hecho, la noticia del Banco Central que tras su reunión de política monetaria anunció la decisión de recortar la tasa de interés en 50 puntos base, hasta un 2,5 por ciento, estremeció al gobierno y a los empresarios. Junto con eso, el ente emisor estimó la proyección de crecimiento económico para el país este año en un umbral inferior al 3 por ciento, situándola en un 2,75 por ciento. Bien distinto a augurios del Gobierno que insistía en que oscilarían entre el 3 y 3,5 por ciento.

El anuncio sobre el crecimiento económico fue una sorpresa para los agentes económicos. Pero la mayor sorpresa  sin duda, fue el recorte en la tasa de interés, que es la mayor que ha registrado el país en una década exacta, desde junio de 2009. Es que así se confirmaba el débil escenario económico por el que atraviesa el país. Y de ahí  la apuesta de La Moneda por la confianza hacia el sector privado sumando al equipo económico a dos personeros reconocidos por los empresarios, como son Juan Andrés Fontaine y Alfredo Moreno en Obras Públicas, un área que el gobierno decidió potenciar para apuntalar la inversión.

Hay que recordar que luego de una pobre cuenta pública, de la que nadie se acuerda, el Gobierno publicitó con bombos y platillos una “agenda de aceleración económica” para apurar inversiones por casi US$1.400 millones y que tendría un impacto de al menos 12 mil empleos directos.

A estas alturas, y ya sin sorprender, aparte del empresariado el único entusiasmado con la medida fue el ex Presidente Frei. Entusiasmo que no fue compartido en la oposición. Los dos ex ministros de Hacienda del gobierno de Michelle Bachelet fueron lapidarios. En Radio Cooperativa, Nicolás Eyzaguirre aseguró que “esto no va a mover mucho la aguja, porque si es aceleración de lo ya presupuestado, por tanto es un impulso ahora a costa de menor impulso en el futuro”. Por su parte, Rodrigo Valdés  dijo en 24 Horas que «se necesita un paquete más ordenado de lo que está pasando. Creo que de verdad hay una falta de política macroeconómica en Chile (…) Veo bastante confusión”. Dijo que esta agenda de inversión en infraestructura pública, le «sorprendió». «Venimos de una serie de anuncios fiscalmente bien caros y ya lo han dicho varios: que cada día por medio tenemos un nuevo anuncio. Se anunciaron más Metros de lo que habitualmente se anuncia en un Gobierno, además, anunciaron trenes; la reforma de pensiones que es cara, cara, cara y ahora este programa especial de infraestructura (…) Entonces, las cosas empiezan a sumar y uno dice bueno, si estábamos tan aproblemados  fiscalmente, ¿cómo eso cabe?». «Hay que ver más los números, pero estamos estirando el elástico más allá de lo que es coherente con lo que nos dijeron que eran las estadísticas fiscales hace dos años», añadió.

Y vamos sumando las preocupaciones. Hay varias opiniones, pero uno de los más importantes, el Banco Santander, redujo su proyección para la expansión de la economía este año a un rango de entre 2,5 y 3 por ciento desde el 3 por ciento estimado previamente. “Si bien hay indicios de una cierta mejoría en el mercado laboral y perspectivas aún favorables para la inversión, está por verse cuánto impactará a nivel local la mayor incertidumbre del escenario externo y la caída reciente de los términos de intercambio. Lo anterior, sumado al lento inicio del año, nos llevan a estimar que el crecimiento de 2019 se ubicará entre 2,5% y 3%”, dijo Santander Estudios en un informe dado a conocer la semana pasada.

Demoledora encuesta

Lo que reveló  la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), además de la baja histórica de la aprobación del gobierno y del Presidente, fue un fuerte deterioro en la percepción de la gente sobre la marcha económica.

El 61 por ciento de los encuestados ve que Chile está “estancado”, cuatro puntos porcentuales más que en noviembre pasado, y sólo el 23 por ciento cree que está “progresando”, 7 puntos menos que en el último sondeo. Más aún. Los que creen que el país está en decadencia aumentaron a 15 por ciento desde 12 anterior.

Suma y siguen las malas nuevas para el Mandatario. El gobierno tuvo nota roja en la gestión de todas las áreas consultadas: transporte público (3,7), crecimiento económico (3,6), educación (3,5), inmigración (3,4), empleo (3,4), delincuencia (3,1), salud (3,0) y pensiones (2,8). Ninguno llegó ni siquiera al salvador 4.

El sondeo apunta que la aprobación a la gestión del mandatario alcanza el 25 por ciento y su rechazo al 50 por ciento. En el sondeo de diciembre del CEP, el desempeño del Ejecutivo recibía 37 por ciento de apoyo –doce puntos más que en la encuesta de este mes- y 39 por ciento de desaprobación.

Por otra parte, la percepción sobre la situación económica mostró un fuerte deterioro en los últimos seis meses. Subió de 27 a 32 por ciento los que consideran que la situación económica actual del país es mala o muy mala. Y las perspectivas son peores: quienes piensan que la situación empeorará en los próximos 12 meses pasaron de 15 a 17 por ciento, mientras que el porcentaje de los que creen que mejorará cayó de 26 al 19 por ciento.

También obtuvo bajos resultados en otros atributos: Débil, lejano y no genera confianza. Un 28 por ciento dijo que el Mandatario «le da confianza», mientras que 66 por ciento opinó en contrario. Un 76 por ciento considera «lejano» al Presidente y solo el 19 por ciento lo considera «cercano». Sólo un 24 por ciento señala que ha actuado «con firmeza» y un 68 por ciento cree que lo ha hecho «con debilidad».

Y para qué decir de la oposición. Algunos personeros que antes aparecían, hoy ni se asoman. Y los que están, casi se caen de la lista. Heraldo Muñoz aspirante a la presidencia de la república por el PPD, sufre una baja de 12 puntos porcentuales y es superado por Lagos Weber.

Los 3 políticos con mayores niveles de aprobación fueron Joaquín Lavín (56 por ciento), la expresidenta Michelle Bachelet (38 por ciento) y Manuel José Ossandón (37 por ciento), mientras que los que alcanzaron un mayor nivel de desaprobación fueron la senadora Jacqueline van Rysselberghe (49 por ciento), el ministro del Interior Andrés Chadwick (47 por ciento) y el ministro de Justicia, Hernán Larraín (44 por ciento).

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