Periodista.
En pasillos y oficinas de partidos políticos de todas las tendencias, –y no sin preocupación- se comenta que la apuesta del Presidente Piñera y su círculo de mayor confianza es el típico juego empresarial de arriesgar todo para, finalmente, resultar ganancioso. O ganas todo o pierdes todo. Algo así como lo ocurrido con los mineros y el “estamos vivos los 33”, mensaje que tanto rédito le rindió en el país y en el mundo.
Esta vez es la “nueva normalidad”, que después de tanta crítica, cambió por “retorno seguro”. La apuesta sería ser EL Presidente que logró controlar el virus y su estela de muerte y devolvió a los chilenos algo de su forma tradicional de vida. Poco a poco se está introduciendo el concepto y el gobierno ha lanzado todo tipo de señales para ponerle “carne” al nuevo modo de vida que insiste en que comenzará pronto. Yal que habrá que adaptarse luego del peack de la pandemia anunciado para la última semana de abril y primera de mayo.
Ahí es donde se inscribe el anuncio del regreso a clases el 27 de abril, provocando un escándalo de proporciones entre padres y profesores, obligando al gobierno a desdecirse de sus afirmaciones y dejarlo para cuando las condiciones lo permitan.
Ahí está el instructivo presidencial para el regreso al trabajo presencial en sus oficinas de los funcionarios públicos. Las medidas y los protocolos para la apertura del comercio. Las oportunidades -particularmente en el transporte público- en que se debe usar las mascarillas. Y hasta la invitación a que los amigos puedan reunirse a tomar un café, guardando todas las precauciones sanitarias del caso.
El Mandatario lo ha estado repitiendo en las numerosas entrevistas y apariciones en los medios de comunicación: “Nuestro país y nuestras vidas no volverán a la antigua normalidad por mucho tiempo. Tendremos que aprender a vivir en una nueva normalidad, en que el coronavirus estará entre nosotros por un largo tiempo y en que deberemos compatibilizar la necesaria protección de nuestra salud con las otras exigencias y necesidades de nuestras vidas”, dijo Piñera el fin de semana pasado.
El concepto -con el que La Moneda buscó explicar las nuevas medidas que está adoptado para un regreso gradual en la apertura del comercio, en las clases escolares presenciales y en el retorno de los funcionarios públicos- no ha estado exento de polémicas y ha sido criticado en la oposición e, incluso, en el oficialismo. Los cuestionamientos han apuntado a lo “apresurado” de las medidas, considerando que aún no se llega al peack de contagios en Chile, mientras que otros dicen que se entrega una señal contradictoria comunicacionalmente, ya que hace solo unos días se ordenó el uso obligatorio de mascarillas en lugares públicos cerrados y se potenció la idea del distanciamiento social.
Las alertas por la apuesta de Piñera comenzaron a sonar sobre todo en Chile Vamos. Aunque le reconocen la capacidad al Presidente para gestionar “desastres” y aprovechar las oportunidades, de todos modos, hay intranquilidad por lo incierto del futuro. “Es imprudente usar la palabra ‘normalidad’ con cualquier adjetivo hoy. Ninguna palabra ni pesimista ni triunfalista. El futuro es muy incierto y no sabemos qué va a pasar, y cualquier error que se cometa van a culpar al gobierno”, señaló el senador RN Manuel José Ossandón.
Es que, en sectores políticos amplios, incluyendo aloficialismo se comenta que el Presidente Piñera siente que ya se le “ganó al coronavirus” y que su tono triunfalista no sólo le puede jugar una mala pasada, sino que puede traer consecuencias desastrosas en la lucha contra la pandemia.
El alcalde UDI de Estación Central, Rodrigo Delgado opinó que “cuando no se tiene certeza de lo que va a ocurrir, jugarse totalmente por una sola solución puede ser muy peligroso. La autoridad tiene que ser muy sincera. Sincerar es la única opción y transmitir que estamos ante una situación en la que no todo lo que sabemos es útil”
La andanada de críticas no pasó desapercibida en La Moneda. Y rápidamente cambió el guion por la nueva etapa que está ad portas, supuestamente dentro de dos o tres semanas, la del retorno seguro.
Es que de acuerdo a las cifras que día a día entrega el ministro de Salud y sus subsecretarios, por primera vez el número de personas recuperadas supera al de casos activos en el país, una señal que se esperaba con ansias en el gobierno. Se aseguró el viernes que de los 12.306 casos confirmados que se han registrado –hasta las 21:00 horas del jueves- 6.327personas se han recuperado y que hay 5.805 casos activos en el país De acuerdo al último reporte del Ministerio de Salud. Y se suma que el jueves, por primera vez el número de nuevos recuperados (523) fue mayor que el de nuevos casos confirmados (494). Otra señal esperada. También es el primer día en que cae el número de casos activos: el miércoles eran 5840 y al día siguiente se reportan 5.805, 35 casos menos. Son todas cifras esperanzadoras, pero peligrosas, porque pueden dar una sensación de confianza y de un camino a la normalidad que podrían producir nuevos brotes de la pandemia.
Un millón de desempleados
En una de las tantas intervenciones del Mandatario, empecinado al parecer en elevar a como dé lugar su baja aprobación en las encuestas -que aún no logra sortear-, dio como principal argumento del retorno gradual de los funcionarios públicos, privados y estudiantes a sus actividades, el tema económico. Adujo los peores pronósticos de los expertos, señalando que el mundo y Chile enfrentarán la «peor recesión en 100 años» y que esto se traducirá en más de un millón de chilenos desempleados.
“No podemos caer de la pandemia del coronavirus a la pandemia del desempleo”, argumentó Piñera, añadiendo que “si todos nos quedamos en nuestras casas, si Chile está funcionando a media máquina, va a ser imposible recuperar la economía”. “Sabemos -añadió- que ambas crisis, la sanitaria y la social, ya están aquí y con gravísimas consecuencias. El Plan Retorno Seguro apunta a enfrentar con eficacia ambas crisis y amenazas, y proteger de la mejor forma la vida y la calidad de vida de todos los chilenos”.
Dijo que el plan será flexible y dinámico, para adecuarse a las distintas realidades regionales, pero sin entregar fechas, aunque diversas fuentes adelantan que será en el mes de mayo.
El regreso a clases constaría de tres fases. Primero, se reactivarán las escuelas rurales con menos de 100 alumnos, luego lo harán los estudiantes de enseñanza básica y, finalmente, los secundarios. Se espera que no haya más de 20 alumnos por curso, y que tanto estos como los profesores tomen las medidas necesarias de resguardo como el uso de mascarillas y el distanciamiento social, y el lavado permanente de manos o con alcohol gel.
Inquietudes varias
Estos planes, que recién y paulatinamente se están poniendo en práctica en Europa, tienen inquietos a científicos y médicos en el país. De hecho, la presidenta el Colegio Médico Izkia Siches, brutalmente amenazada por fanáticos que están siendo investigados por orden de la Fiscalía Nacional y probablemente pronto van a ser descubiertos, aconseja que las clases se retomen recién el segundo semestre. «Desde la comunidad médica nosotros estamos todavía muy temerosos, teniendo el invierno por delante, donde se espera una incorporación de otros virus respiratorios», señala la presidenta del Colegio Médico de Chile. «Es por eso por lo quenosotros preferiríamos que todos los planes de normalización estuvieran pensados posterior a la semana 27, última semana de junio, donde habitualmente tenemos los períodos más altos de influenza y de virus respiratorios que pueden tensionar a nuestras unidades de pacientes críticos».
La sugerencia del Colegio de la Orden estaría en línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que advirtió que cualquier reducción de las medidas restrictivas en el mundo se tiene que hacer con precaución para evitar un aumento exponencial de los casos positivos. «Lo peor aún está por venir. Prevengamos esta tragedia. Es un virus que muchas personas aún no entienden», dijo el 20 de abril Tedros Adhanom, director general de la OMS, justo cuando varias naciones comenzaron a relajar sus medidas.
El infectólogo de la Universidad Católica de Chile, Jaime Labarca, consultado permanentemente por programas en radio y TV, opina que “el equilibrio y lacontención de los casos graves hace pensar que podemos ir activando ciertas medidas. Pero, estamos en un momento súper delicado y hay que pensar muy bien el cuándo, el dónde y el cómo». «Tenemos que pensar que esto no va a durar un mes, sino probablemente 18 meses y con rebrotes a través del tiempo entonces de alguna manera tenemos que empezar a acostumbrarnos», añadió este experto,
El temor frente a la reactivación de ciertas actividades también tiene que ver con instalar una sensación de seguridad en la ciudadanía que comienza a relajar sus cuidados. El doctor Labarca, advierte que «no debemos ser triunfalistas», porque «si bien al día de hoy la situación está más o menos controlada, todo se puede echar a perder. El mensaje debiera ser de mucha cautela», agrega.
¿Y los políticos?
Está más que claro que la lucha entre quienes ponen el acento en la salud y otros en la necesidad de reactivar la economía es lo que se ha tomado la agenda política en estos días. No hay otros temas que importen realmente. Pero, la sombra de octubre del año pasado sigue dando vueltas.
Así lo advirtió el presidente de Renovación Nacional (RN), Mario Desbordes, quien dijo que «la crisis económica puede rebrotar el estallido social y con más fuerza». A su juicio, “se van a agudizar las demandas, porque se van a acrecentar las molestias, los malestares, porque se van a agudizar también los contrastes entre los que tienen y los que no, y los que tienen espalda económica para enfrentar una crisis con los que no tienen capacidad y los que lo van a pasar mal… Y los que van a pasar hambre y se van a hacer realidad probablemente mucho de los temores de la gran clase media chilena que es retroceder todo lo que con mucha dificultad se avanzó. Entonces la crisis económica perfectamente podría rebrotar el estallido social, y con más fuerza contra todo el sistema”.
Añadió que esta crisis económica se va a traducir en que van a quedar “miles de personas cesantes. No sabemos si vamos a llegar a una cesantía del 10, del 15 o del 20%. Superando ya la cifra del 10 es la cesantía más alta en décadas”. Por lo mismo, hace un llamado a un pacto social amplio, en donde participen todos y pidió al gobierno avanzar “en reformas específicas como la reforma previsional (…) en un plan de salud más universal incluso del que se plantea en el último proyecto del Gobierno (…) avanzar en propuestas tributarias más innovadoras (…) y en un estatuto laboral más moderno”, entre otros.
Para los socialistas, la crisis sanitaria aún no ha sido superada. Por el contrario, se encuentra en plena evolución. “Ahora es cuando, precisamente, debemos actuar con extrema prudencia y cuidado, dejando de lado la improvisación”. Señalan que “el Gobierno ha cedido ante las presiones que profusamente han señalado -explícita o implícitamente- en los medios de comunicación que la actividad económica debe continuar sin restricciones, a pesar del alto riesgo para la salud de las trabajadoras, los trabajadores y la población en general. Hay quienes, incluso, con desenfado han dicho que la economía es más importante que las vidas humanas, expresiones que son absolutamente inaceptables”.
Añade el PS que, si bien la actividad económica es relevante, no se puede hacer todo a cualquier precio, más aún cuando se trata de la salud y la vida de las personas”.
La oposición en tanto está centrada en el trabajo legislativo, donde la última batalla la están dando en laComisión de Constitución del Senado cuando comenzó la discusión en particular del proyecto que busca rebajar la dieta parlamentaria y los sueldos de altos cargos estatales.
Uno de los acuerdos alcanzados fue que el proyecto afectará a senadores y diputados y, en el Ejecutivo, a ministros, subsecretarios, jefes superiores de servicios, gobernadores regionales y delegados presidenciales regionales, y no a los cerca de 12 mil funcionarios públicos incorporados durante la tramitación en la Cámara Baja.
