jueves, abril 25, 2024
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Se Acaba la Constitución de Pinochet-Guzmán

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Lo impensable, lo inimaginable sucedió. La derecha, que durante decenas de años defendió con dientes y muelas la Constitución con que su líder dejó amarrada y cautiva la democracia, presionada por la gente que por más de tres semanas no cedía y seguía en las calles reclamando más justicia y más dignidad, finalmente debió dejar de lado sus temores y aprobar un plebiscito para cambiar la Constitución de su venerado Jaime Guzmán.

Contra esto se estaba luchando en los pasillos del Congreso en frenéticas horas de negociación, a vista y paciencia de los medios que seguían atentamente los conciliábulos. Muy lejos de parecerse a la “cocina” del 2014, cuando entre las cuatro paredes de su casa,Andrés Zaldívar, en base a negociaciones muy criticadas posteriormente, logró acuerdos con la derecha respecto a la reforma tributaria.

Esta vez no ocurrió así, aunque los detractores del acuerdo intentaron débilmente instalar tal idea. Es que el potente diálogo que se instauró en esos pasillos fue transversal, desde la UDI al Frente Amplio, a excepción del Partido Comunista. Fueron horas de nerviosismo y ansiedad que finalmente se sellaron con un histórico Acuerdo por la paz y la nueva Constitución”.

Así, comenzó a morir lento, pero seguro, la Constitución de Pinochet. Esa que tantas veces se quiso matar y que nunca se pudo, hasta ahora. Los rostros de los principales dirigentes, particularmente de la UDI, lo decían todo. De hecho, la presidenta gremialista se había referido a las protestas que ya acumulan más de 3 semanas de esta manera: «Lo que detonó en la calle fueron nuevas pensiones, fue una demanda social, real, que me parece absolutamente legítima. Hoy ¿quiénes están sosteniendo una nueva Constitución?, los grupos violentistas que están en la calle y que yo creo que son de extrema izquierda».

Pero, la realidad es dura y debieron rendirse a la evidencia que las multitudes, contrariamente a lo que anhelaban, no se iban a rendir y que el cambio debía ser de verdad. Se abrieron entonces a un plebiscito de entrada para consultarle a chilenos y chilenas si deseaban una nueva Constitución y, tan importante como aquello, bajo qué mecanismo. En abril de 2020 los ciudadanos del país, hombres y mujeres decidirán sí o no, y si prefieren una Convención Constitucional , con el 100 por ciento de delegados electos, es decir una Asamblea Constituyente; o una Asamblea o Convención Mixta Constitucional, compuesta por el 50por ciento de parlamentarios en ejercicio y 50 por ciento de delegados electos. Eso, además de un plebiscito de salida o ratificatorio.

Las elecciones para elegir a los integrantes de la asamblea encargada de redactar la nueva Carta Fundamental se realizarán junto con las elecciones municipales y de gobernadores de octubre del próximo año. Rigen las mismas reglas de la elección de diputados.

La larga marcha

La Asamblea, sea cual fuere la que gane, tendrá como misión redactar la nueva Constitución, pero con acuerdos que requerirán un quorum de 2/3. Esto fue justamente la muralla que durante horas no pudieron traspasar los negociadores. Iban y venían. De repente, sonrisas, De repente, caras adustas.

Para la oposición fue un portazo la propuesta deloficialismo, que planteó que, si la asamblea encargada de la Nueva Constitución no alcanzaba los 2/3 en cualquier capítulo, entonces prevalecería la versión consignada en la actual Carta Magna, vale decir, la Constitución de 1980. Así, los 2/3 se habían transformado en un verdadero veto, tal como la mente privilegiada de Jaime Guzmán lo había planificado por allá por la década del 70.

“En vez de gobernar para hacer, en mayor o menor medida lo que los adversarios quieren, resulta preferible contribuir a crear una realidad que reclame de todo el que gobierne una sujeción a las exigencias propias de esta. Es decir, que si llegan a gobernar los adversarios, se vean constreñidos a seguir una acción no tan distinta a la que uno mismo anhelaría, porque al margen de alternativas que la cancha imponga de hecho a quienes juegan en ella, sea lo suficientemente reducido como para hacer extremadamente difícil lo contrario”… (Jaime Guzmán, concepción de su democracia protegida, autoritaria, Revista de Ley y Política)

Para la oposición fue una exigencia inaceptable. Surgió la idea, entonces, de la hoja en blanco, es decir, si no se llegaba a acuerdo en algún punto, estarían obligados a agotar las negociaciones, de lo contrario, de no acercar las posiciones, se dejaría de lado, pero sin que apareciera la sombra de la Constitución Pinochetista. Ahí es donde aparece la llamada hoja en blanco”. Finalmente, una frase zanjó el punto: “la nueva Constitución regirá en el momento de su promulgación y publicación, derogándose orgánicamente la Constitución actual”.

¿Cómo se llegó hasta ahí? Fue un camino rudo. Probablemente sin prever las consecuencias y, sin que la derecha aún no lograra en ese momento dimensionar la crisis social, política y a estas alturas económica en que está subsumido el país,  las negociaciones de los partidos respecto a la salida al conflicto habían llegado a un punto muerto. Durante horas se mantuvo la incertidumbre. Hasta que, cerca de las 2.30 de la madrugada del viernes 15 de noviembre, se firmó el histórico acuerdo que permitirá terminar con la Constitución de Pinochet y Jaime Guzmán si el pueblo así lo decide.

No fue fácil el último tramo. Cuando se supo el miércoles pasado que la oposición primero y luego todo el espectro político había comenzado a negociar para destrabar la crisis y llegar a un acuerdo, ya en las redes sociales y entre muchos comentaristas de la realidad nacional se hablaba de “la cocina”. Es justamente lo que ha reclamado el pueblo en las calles: no tener acceso a opinión ni a decisiones que siempre quedan en manos de los “iluminados”.

La sola mención de “la cocina” era y es aún toda una señal para los partidos. Difícilmente se aquietarán las aguas tan convulsionadas en el país, si en la solución no están considerados los protagonistas principales que al parecer son liderados por la Mesa de Unidad Social, integrada por más de 115 organizaciones sociales, entre ellas, la Coordinadora no + AFP; Confech; Anef; Cut; Colegio de Profesores; Modatima; Vendedores Ambulantes de Santiago, Sindicato Starbucks Chile; Coordinadora Feminista 8M; Fenats; Confusam; Fenpruss y representantes de organizaciones regionales.

La situación era de gravedad, tomando en cuenta el descontrol en que se vio envuelto el país el pasado martes, cuando saqueos, incendios y vandalismo opacaron las multitudinarias y pacíficas marchas que se sucedieron a lo largo y ancho de Chile.

Fue el día en que durante una hora y media la televisión mostraba un solitario pódium en La Moneda, a la espera de la palabra del Presidente. La demora había dado paso a todo tipo de especulaciones, fundamentalmente porque el Mandatario no dijo nada nuevo, salvo el llamado a reservistas de Carabineros e Investigaciones a incorporarse y llamar a tres acuerdos: por la paz; por la justicia y por la Constitución. De hecho, el presidente de RN confirmó que se evaluó decretar estado de emergencia, pero que finalmente se descartó.

Flanqueado por los ministros del Interior y la Segegob y sin el de Defensa que también llegó ese día a La Moneda, por lo que muchos supusieron que se decretaría estado de emergencia, el Mandatario señaló que “la grave situación que vive nuestro país exige, y con urgencia, dejar de lado todas las pequeñeces y las miserias». Luego, hizo un llamado a concretar tres acuerdos nacionales para superar la crisis. Un acuerdo por la paz, “que nos permita condenar en forma categórica y sin ninguna duda” la violencia ocurrida en las manifestaciones; un acuerdopor la justicia, “para impulsar una robusta agenda social” y “un Chile con mayor igualdad y menos privilegios”. Y como tercer acuerdo, el mandatario mencionó la Nueva Constitución, con un plebiscito ratificatorio.

No cambios, sino nueva Constitución

Poco antes, el ministro del Interior había explicado la propuesta gubernamental, cambiando incluso lo que Piñera había dicho el día anterior en entrevista con El Mercurio, anunciando que el gobierno está preparando un proyecto con cambios a la Carta Magna. Luego de una larga reunión en la casa del Presidente, de la cual la presidenta de la UDI salió con cara de pocos amigos, el ministro señaló: “tenemos que crear un mecanismo que permita introducir cambios profundos que puedan incluso derivar en una nueva Constitución”.

Anunció que “vamos a sumarnos activamente al debate constitucional (…) como Gobierno tomamos la decisión de impulsar el debate constitucional, vamos a impulsar un mecanismo de cambio constitucional (…) Y explicó que “tiene que ser un mecanismo institucional, democrático y deliberativo. Nosotros creemos que un Congreso constituyente es una muy buena opción, también está la opción de una convención constituyente (que se va a evaluar). El segundo criterio es que tiene que ser un proceso participativo, a lo menos un plebiscito ratificatorio (…) que el texto que surja del Congreso constituyente sea validado por todos (…) Un tercer criterio es que debe tener plazos, un cronograma establecido. De aquí a (el término de) este periodo presidencial”, detalló el ministro Blumel.

La respuesta llegó rápido. Por primera vez en varios años, la oposición se unió para plantear su posición: plebiscito y Asamblea Constituyente, única alternativa para responder a las demandas de participación ciudadana que se ha expresado en la calle. “La propuesta de un Congreso Constituyente por parte del Gobierno, se aleja de la demanda popular por participación y deliberación en la importante tarea a la que nos enfrentamos. Tanto para la opinión pública, como para expertos y organizaciones de la sociedad civil la Asamblea Constituyente es el mecanismo más democrático para garantizar una amplia participación ciudadana que otorgue plena legitimidad al proceso”, indica la declaración. Luego, los partidos de oposición subrayan que la AC es un “órgano deliberativo e institucional, con delegados y delegadas electas democráticamente, con inhabilidades para asumir cargos futuros, debe ser convocado única y exclusivamente para redactar un nuevo texto constitucional que deberá ser sometido a referéndum”.

Incredulidad en lado y lado

No todos creyeron en lo que planteaba el Ejecutivo. Tras el anuncio de un congreso constituyente realizado por el Ejecutivo, el senador Manuel José Ossandón (RN) planteó en Cooperativa que el Parlamento no tiene la credibilidad ante la ciudadanía para liderar el proceso de una nueva Constitución. Asegurando que sus dichos representan la postura de varios parlamentarios RN, Ossandón dijo que “lo que más me preocupa es que no se han dado cuenta de la gravedad de esta crisis. Aquí no está en juego el futuro del gobierno, aquí nos estamos jugando la democracia”, afirma. Y añadió: “me sigue pareciendo insuficiente, ya que, la nueva Constitución no se puede construir entre cuatro paredes, hoy no tenemos el piso para eso, además el contexto de sus dichos apunta mucho más a desconocer la razón de fondo de esta catástrofe social. O a no entenderla. Si el Ejecutivo no logra descifrar y aceptar esa variable, siempre va a condicionar el mecanismo para definir la nueva relación entre el Estado y los ciudadanos.

En la misma línea se había pronunciado en esos días el presidente de Renovación nacional, Mario Desbordes, convertido en el favorito de la oposición para las negociaciones. Hasta ahora. «Estamos sobregirados en el tiempo. Creo que esto tiene que ser hoy o mañana a más tardar y espero que los violentistas, que van a seguir intentando derribar la democracia no lo logren, lleguemos a acuerdo rápido», aseveró el diputado.

Fue el momento también en que el presidente de la DC aprovechó para plantarse como interlocutor, luego de haber quedado herido por el acuerdo de sus senadores con el gobierno donde no tuvo participación ninguna, para destrabar la reforma tributaria. «Vamos a cobrar la palabra al Presidente en el sentido de alcanzar los acuerdos nacionales para alcanzar la paz y hacer los cambios que nuestro país necesita. Vamos a intensificar todas las conversaciones con Chile Vamos y el Gobierno. Todos tenemos que poner de nuestra parte y ceder en nuestras posturas «, aseguró Fuad Chahin.

El presidente del Partido Radical, Carlos Maldonado, destacó que el Gobierno se abriera a una nueva Carta Fundamental , pero insistió en que “nosotros seguimos sosteniendo con fuerza nuestra propuesta y nuestra exigencia en que el primer paso sea un plebiscito vinculante en que la ciudadanía se pronuncie sobre la necesidad de una nueva Constitución y sobre el mecanismo más representativo y democrático a través del cual me parezca que debe llevarse adelante este proceso de construcción de la nueva Carta Fundamental”.

También se había pronunciado el Frente Amplio, que en su mayoría participó en las negociaciones. El Frente Amplio no participa ni participará de ninguna “cocina”. Respetaremos las exigencias de las mayorías ciudadanas. Reconocemos en la Mesa de Unidad Social, en los movimientos sociales que ahí participan y en el impresionante desarrollo de los cabildos y asambleas ciudadanas, a las fuerzas legítimas que impulsan las transformaciones que Chile requiere”.

El presidente del Partido Socialista, senador Álvaro Elizalde había manifestado en varias oportunidades que «lo importante» es que el Gobierno exprese su disposición a un proceso constituyente «con una real participación ciudadana». «Un acuerdo entre cuatro paredes que implique modificaciones cosméticas a la Constitución no va a ser una respuesta adecuada para la crisis que está afectando a nuestra sociedad», agregó. Además, mencionó el proceso de elaboración de la nueva Constitución «debe ser de cara a la ciudadanía con participación de la gente a través de un plebiscito». «Lamentablemente el Presidente se acostumbró a llegar tarde y a realizar propuestas que son tardías e insuficientes».

El presidente del Partido por la Democracia (PPD), Heraldo Muñoz, expresó que “el Ejecutivo hasta ahora ha llegado tarde a todo, pues no es capaz de admitir que la realidad cambió y, en este caso, podría recuperar la iniciativa al convocar un plebiscito para una nueva Constitución».

¿Y el PC?

“Se ha logrado el plebiscito, se ha logrado que este plebiscito pregunte por el mecanismo que se va a usar para construir la nueva Constitución, eso es un paso adelante innegable”, dijo el presidente del partido Comunista, Guillermo Teillier en El Siglo. El parlamentario agregó que “nosotros vamos a participar de todo el proceso, indudablemente, en el Parlamento, en la Cámara de Diputados, en la Comisión de Constitución, y después en todo el proceso que venga para adelante.

“No deslegitimamos ningún acuerdo. Reitero, es un avance grande que valoramos que vamos a poder reemplazar la Constitución. El acuerdo es muy parecido a la indicación que presentamos en la Comisión de Constitución para establecer un cambio”, añadió. El diputado aseguró que “estamos analizando el acuerdo” y aclaró que no fueron parte de las reuniones porque “a la hora que nos invitaron, ya están tomadas las decisiones y cuando preguntamos si podíamos incidir en algo, nos dijeron que no”. Teillier señaló que uno de los puntos con el que difieren del acuerdo es que “cuando nos dicen que el quórum para producir los cambios es de 2/3, dijimos que nos parecía muy alto porque le estábamos dando poder de veto a la minoría, a un tercio sobre dos tercios”.

Distinto es lo que piensa otro comunista, el abogado constitucionalista Jaime Gajardo.  “Es un gran paso para nuestro país”, dice. “Que se haya logrado un plebiscito para ver si los chilenos quieren nueva Constitución o no es muy relevante. Y también lo es que exista la opción de que se defina a través de una asamblea constituyente. Lo mismo se hace desde una hoja en blanco y se desmonta la Constitución del 80 desde el día uno”, remarca.

Respecto al quorum, Gajardo señala: “Creo que el quórum es alto, pero no exageradamente”, sostiene. Añade que “hubiera sido mejor 3/5, pero es más relevante partir de una hoja en blanco. Eso es más sano y democrático y me imagino que obligará a acuerdos en muchos aspectos. Eso permite que la Constitución sea una casa de todos”. Y asegura que “la lectura de que (el quórum de 2/3) es poder de veto es errada”.

Y, al menos uno de los dirigentes de la Mesa Social, Luis Mesina, de No + AFP destacó el acuerdo.Cualquier paso en la dirección de acabar con la Constitución del dictador es un avance”. “El que anoche se abriera la posibilidad de acabar con la Constitución de Pinochet/Guzmán/Lagos demuestra que sólo movilizados podemos derribar candados jurídicos y políticos y, avanzar en la conquista de derechos”, planteó el líder social.

1 COMENTARIO

  1. Y ahora que piensan de este articulo
    La gran mayoría de Chilenos se dio cuenta que la constitución actual no es el problema todo lo contrario nos posesiono sobre el resto de los países en América latina

    La gran mayoría de los chilenos se dio cuenta que votar por un marxista fue la peor decisión de sus vidas y que la nueva constitución solo le daba derechos y beneficios a un sector de la población pero sin recursos para cumplir estos en el tiempo y que a su vez solo le daba poder sobre el resto a un partido político de izquierda a extrema izquierda ósea implantar el marxismo en suelo chileno y esto no es un invento es solo escuchar las propias declaraciones de Boric en sus días libres en frente del partido comunista.

    Viendo día a día los chilenos como Chile se destruyó económicamente y para que decir en seguridad por las hordas de migrantes provenientes de un país que ya tiene implementadas las políticas públicas y constitución como lo que se quiere implementar en chile, realmente creen que los Chilenos vamos a querer eso para nuestro país, después de todo loque costo crecer durante décadas.

    Miseria, dictadura, totalitarismo, éxodo, esto es lo que trae a cada nación la implementación del Marxismo

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