viernes, marzo 29, 2024
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La Globalización de la Nueva Canción Chilena Después del Golpe

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Hace un par de años presenté una ponencia sobre el impacto global de la Nueva Canción chilena (NCCh) en el exilio, especialmente en las décadas de 1970 y 1980. Fue para un seminario organizado por el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en conjunto con la Universidad de Warwick en Inglaterra. Creo que es oportuno recordar este impacto y conmemorar a los muchos músicos que fueron exiliados, que tuvieron un rol muy significativo para animar la solidaridad internacional con Chile durante los años oscuros.

En mi libro sobre la NCCh expliqué como la Nueva Canción nació en medio de grandes transformaciones sociales, políticas y económicas en Chile y en el mundo en los años 60. Hubo una confluencia de fuertes movimientos sociales y políticos: movimientos contrahegemónicos que desafiaron la cultura dominante, las rígidas estructuras de clase y la injusticia social de la sociedad chilena. La música tuvo la capacidad de comunicarse con multitudes de personas, unificar grupos diversos y generar vínculos sociales, empatía y solidaridad. La NCCh denunció las injusticias pero también presentó la visión de un futuro de justicia social para millones de chilenos y chilenas que habían sido excluidos política y socialmente.

Sectores poderosos odiaron este movimiento y todos los cambios sociales que estaban pasando en estos años. Como me dijo Mariela Ferreira de Cuncumén, el grupo de música folk tradicional, «Asustaba a la derecha darse cuenta del poder de la música […] La mezcla de letra política y sonidos era importante, pero aún más, la música era un elemento clave de los movimientos sociales, el momento histórico, las marchas, las esperanzas de millones: la música transmitía eso.» Este canto motivó y fortaleció a la gente. Por esto sostengo que tuvo poder político.

Después del golpe sangriento de 1973, respaldado por los Estados Unidos, estas capacidades de movilización y motivación del movimiento NCCh se extendieron por todo el mundo. El golpe, y la represión feroz de la dictadura, golpearon la consciencia de mucha gente en el mundo. Provocó la indignación y condena internacional. El proyecto de Salvador Allende y la Unidad Popular, con su camino constitucional hacia el socialismo, había despertado un profundo interés y un apoyo apasionado en todo el mundo, y Allende era una figura política muy admirada.

Los años oscuros

 El régimen militar fue muy duro con los artistas de NCCh. Víctor Jara fue asesinado en el Estadio Chile y Ángel Parra fue torturado en el Estadio Nacional y luego encarcelado en el campo de prisioneros de Chacabuco. Quilapayún e Inti-Illimani, los dos en una gira al momento del golpe, no se les permitió volver por 16 años. Como parte de los operativos de la Operación Cóndor, un músico de Quilmay, Luis Elgueta, fue desaparecido en Buenos Aires, y su hermano Carlos (luego de Illapu) logró escapar por poco. Más tarde su hermana Laura fue secuestrada por agentes chilenos en Buenos Aires y torturada; sufrió mucho pero sobrevivió. Hay muchos ejemplos más, incluyendo los casos de Mauricio Redolés y Jorge Peña Hen. Varios músicos lograron escapar, como Isabel Parra, Patricio Manns, Gitano Rodríguez, Tiempo Nuevo, los Amerindios y otros. En Chile, uno podría ser detenido y torturado por poseer álbumes de la NCCh. Incluso los instrumentos musicales ancestrales –la quena, la zampoña o sikus y el charango- fueron prohibidos (por orden verbal, no escrita). Claramente, el régimen de Pinochet consideraba que la música, y los músicos, tenían un poder político poderoso, que representaba los valores de los movimientos sociales y políticos y a la Unidad Popular.

Pinochet, quien insistía en que «obtuvo su poder de Dios», propagó historias de un supuesto «exilio dorado», para dividir a la sociedad y crear resentimientos, retratando a los exiliados (la gran mayoría de los cuales eran partidarios de la UP) como que realmente disfrutaban y se beneficiaban de la política de exilio forzado. La junta militar etiquetó a los exiliados “enemigos de Chile” y los acusó de vender el país, así como de un comportamiento traidor (por denunciar las atrocidades de los derechos humanos en Chile). El aluvión de propaganda significó que el sufrimiento, el dolor, la depresión y la desorientación de muchos exiliados, tan abruptamente desarraigados, y sus aportes claves a la solidaridad internacional, no fueran bien conocidos para muchos de los que estaban bajo represión en Chile.

La dictadura podría haber pensado que al exiliar el movimiento de la Nueva Canción lo haría desaparecer. Al contrario, los músicos se hicieron internacionalmente conocidos y la música se globalizó, con una fuerza política tremenda. El movimiento musical en el exilio tuvo un papel clave en generar y movilizar a la solidaridad internacional, fortalecer y sostener las comunidades de exiliados y ayudar con fondos a las personas perseguidas en Chile. La canción “El Pueblo Unido” fue traducida a varios idiomas y los sonidos del charango, la quena y la zampoña se hicieron bien conocidos en todo el mundo. Estos músicos superaron las barreras del idioma y la distancia e hicieron real y urgente la situación en Chile. Se entrelazaron con las actividades de las comunidades de exiliadas y exiliados chilenos y los simpatizantes extranjeros.

Los músicos tocaron en una multitud de eventos, conferencias, manifestaciones y otros actos en todo el mundo para protestar por el golpe y la represión. Para las personas indignadas por las violaciones de derechos humanos en Chile, la música de NCCh no solo fue conmovedora y hermosa; los músicos y la música simbolizaron los ideales y las esperanzas del proceso chileno bajo Allende y las luchas de los movimientos populares de Chile, así como el espíritu de resistencia. Los ideales y la militancia comunicados por la música, especialmente en los años 70, fueron una inspiración importante para los movimientos laborales y de solidaridad que presionaron a sus gobiernos para que denunciaran y se desvincularan del régimen de Pinochet.

Portada libro «La Nueva Canción chilena» de J-Patrice McSherry

En el exilio

Invitados a cientos de eventos por año, los artistas de NCCh se convirtieron en portavoces para el pueblo de Chile. Quilapayún, Inti-Illimani, Amerindios, Karaxú, Aparcoa y luego Illapu, y solistas como Patricio Manns, Gitano Rodríguez, Isabel Parra, Ángel Parra y Payo Grondona, para nombrar algunos, eventualmente se establecieron en Europa (incluida Escandinavia). Sus numerosos conciertos se entrelazaron con esfuerzos emergentes de solidaridad con Chile. Joan Jara también asumió un papel internacional crucial, ya que a menudo viajaba con los músicos para hablar sobre Chile. Chile se convirtió en una causa internacional, como lo había sido España en los años 30.

En septiembre de 1974, por ejemplo, hubo una marcha masiva en Gran Bretaña que convocó a miles de trabajadores de todos los sindicatos principales, grupos como el Comité de Campaña de Solidaridad con Chile (19 sindicatos estaban afiliados a él), el Partido Comunista y otros contingentes de partidos de la izquierda. Desde diferentes puntos convergieron en Hyde Park en Londres para protestar contra la dictadura chilena. Hubo delegaciones de trabajadores de España, Italia, Portugal e Irlanda también. Asistieron varios parlamentarios, aunque el gobierno británico no envió un representante oficial.[1] Al final se presentaron Hortensia Bussi de Allende, viuda de Salvador Allende, e Inti-Illimani, que cantó para la enorme multitud. Los organizadores británicos de Pro-Chile, que trabajaron con Joan Jara, también reservaron el Queen Elizabeth Hall (Londres) para un gran concierto de beneficio al día siguiente, presentando a Joan Jara y los artistas de NCCh Isabel Parra e Inti-Illimani a miles de asistentes. El movimiento de la Nueva Canción y su música fue una parte integral de la causa democrática en Chile.

Los sindicatos en Gran Bretaña organizaron boicots a los productos chilenos y su cabildeo dio como resultado el fin de las posteriores ventas de armas al régimen de Pinochet. Varios sindicatos poderosos se negaron a aceptar trabajos de la dictadura. Los sindicalistas en la planta de Rolls-Royce en Escocia, con una fuerte tradición comunista, se negaron a trabajar en los motores Hunter-Hawker –utilizados en el bombazo de La Moneda en 1973– enviados desde Chile para su reparación. En 1974, el gobierno laborista canceló los contratos comerciales con la dictadura y en 1976 el embajador británico fue retirado de Chile.[2] Los sindicatos y los consejos de comercio «adoptaron» a los trabajadores chilenos bajo represión y los ayudaron a abandonar el país y comenzar una nueva vida en el Reino Unido.[3]

El poder político de NCCh se multiplicó después del golpe no solo porque la música era conmovedora y bella, sino también porque era un símbolo y una expresión potente de los ideales y esperanzas de los movimientos populares de Chile —reprimidas por la dictadura– y el espíritu de resistencia. La NCCh se hizo famosa en todo el mundo a través de los músicos exiliados, se convirtió en una inspiración importante y un componente de los poderosos y efectivos movimientos de solidaridad y derechos humanos después del golpe. Multitudes de personas en países de todo el mundo se animaron y se movilizaron para actuar a través de enormes conciertos y otros actos que vincularon el trabajo político, la cultura, la unidad social y la solidaridad sindical. El movimiento musical, junto con las redes de solidaridad con Chile y la resistencia dentro del país, fueron cruciales en la lucha por terminar con la dictadura.

[1] Ann Jones, No Truck with the Chilean Junta! Trade Union Internationalism, Australia and Britain, 1973–1980 (Canberra: Australian National University Press, 2014): 65-68; Shirin Hirsch, “‘A Quarrel of Limited Concern to the People of this Country?’: The British Labour Movement and Chile Solidarity” Labour History Review, vol. 81, no. 3 (2016): 242.

[2] Fernando López Feathers of the Condor: Transnational State Terrorism, exiles and civilian anticommunism in South America (Newcastle upon Tyne: Cambridge Scholars Publishing, 2016): 251-52.

[3] Hirsch, 243, 247.

J. Patrice McSherry
J. Patrice McSherryhttps://pagina19.cl
Doctora en Ciencias Políticas, profesora emérita de la Facultad de Long Island University en Nueva York y colaboradora del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), Usach.

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