lunes, mayo 13, 2024
OpiniónLa Izquierda Debe Tener Estrategia contra la Delincuencia

La Izquierda Debe Tener Estrategia contra la Delincuencia

Crédito foto: Captura web YouTube Canal13.

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Soy un convencido que la izquierda no volverá a conquistar a los sectores populares mientras no solucione los problemas de los sectores populares. Y el más grande es el de la delincuencia, la inseguridad, y la incertidumbre. Es ahí donde se observa todos los días como un vecino, familiar, amigo o cercano de otro cercano es asaltado o sufre debido a una acción violenta. Si no todos los días, al menos día por medio.

Mientras ves cómo se habla del flagelo del narcotráfico en la televisión, tú observas al narco -que a veces conoces quién es- vendiendo en la esquina o pasando en moto o bicicleta para repartir su mercancía; mientras observas imágenes de un restaurante o más chistoso aún, de una ceremonia con el debido distanciamiento social, tú tomas la micro pegado con uno por la derecha y otro por la izquierda, o bajas la escalera mecánica del Metro con gente en todos los escalones y sigues con una mano sobre el cierre de tu mochila o cartera para que no te saquen nada.

Pero más allá del distanciamiento social que tanto nos preocupa debido a la pandemia, es el distanciamiento pueblo-elite lo que preocupa. Y la idea no es que tilden de populista al autor de estas líneas. Los teóricos han vertido cientos de páginas para explicar que esa dicotomía instalada sería el colmo de todos nuestros males como sociedad, entre los cuales se incluye el cuarto retiro, los IFE y cuanto subsidio a la pobreza haya surgido en estos dos años.

Pero el problema de fondo es que es verdad. La elite trata de instalar permanentemente que este distanciamiento es artificial o engañoso -y que el engaño es culpa del extremismo de izquierda-. Pero el distanciamiento es real. El problema de transporte no son solo más ciclovías, es transporte público digno; el problema no es solo macroeconomía feliz para todos, sino control de la inflación. En buen chileno: que de una vez baje el pan, los tomates, la luz.

Pues bien, el problema de la seguridad no son sólo los Derechos Humanos. Y contrario sensu, tampoco cuánto mano dura aplicas. Los problemas de la seguridad tienen que ver con el hecho de que en barrios, villas y poblaciones, altos niveles de delincuencia se han enquistado; que el control de las armas -si quiere hacer una analogía, ponga la palabra trazabilidad- se ha perdido; que cuando no llega ayuda del Gobierno la ayuda se necesita igual y se toma de donde venga; y que la “carrera delincuencial” tienta cada vez más a jóvenes que prefieren hacer de vigías de la droga en su población antes que ir a trabajar un día entero, pues las zapatillas de moda se las podrán comprar más rápido.

Obviamente, también tiene que ver con el hecho de que hacer políticas públicas de seguridad cuando no puedes entrar a zonas o territorios donde debes implementarlas es imposible; que el problema se agudiza cuando escuchas que Carabineros no llega en La Pintana y sí en las Condes; que escuchas con cada vez mayor frecuencia que un vecino, amigo, o cercano tuyo tiene un arma y está dispuesto a usarla para defenderse; que los derechos de los antisociales no existen; o que los inmigrantes son todos delincuentes.

El problema es que nos centramos en descalificar el argumento absurdo que escuchamos más que en buscar soluciones para quienes se ven enfrentados a un día a día de miedo.

La izquierda está al debe. En la práctica, parece colapsar cuando se le solicita una estrategia general contra la delincuencia. No se siente cómoda, no da pie con bola, no encuentra palabras, y la gente finalmente queda escuchando y mirando a un sector político que le plantea represión dura y que le ofrece poco menos que colocar un carabinero por cuadra, mientras al frente, la izquierda no le ofrece nada. Salvo fomentar el hacer grupos de whataspp entre los vecinos y vecinas para que exista mejor comunicación entre ellos y con ello saber a qué hora y cómo los asaltan.

No es una opción muy acabada ni muy profunda. Y la ciudadanía sí tiene derecho a exigir a la izquierda que además de preocuparse por la política de identidades, se preocupe por la seguridad del grueso de la población, que hace agua por todos lados. A que tenga una propuesta, concreta. No importa si no es perfecta. Porque seamos sinceros: la política de seguridad del Gobierno de Piñera ha sido un fracaso absoluto. Pero tenía. La izquierda no tiene, porque parece no querer tener. O no se atreve a tener.

 

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