viernes, mayo 10, 2024
internacionalAdeus Pelé: o maior jogador de futebol do mundo

Adeus Pelé: o maior jogador de futebol do mundo

Captura de pantalla de memorias del fútbol en Youtube

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Al escuchar la palabra Pelé, instantáneamente suelo recordar las secuencias del gol a Suecia en la final de 1958, donde tras un globito a un defensa batió al arquero, y el tanto a Italia en la final de 1970, donde si bien él no fue el autor de la conquista, privilegió su excelente visión periférica para dejar servido el balón a Carlos Alberto en la jugada que liquidó el partido.

Lo que en los años 70, 80, 90 y hasta entrados los 2000, solamente podíamos ver en documentales televisivos o algún DVD o VHS, hoy podemos disfrutarlo una y otra vez vía YouTube o streaming. Allí también podemos gozar de maravillosas jugadas comandadas por magos como Puskás, Di Stéfano, Garrincha, Eusebio, Charlton, Cruyff, Beckenbauer, Kempes, Rossi, Platini, Maradona, Sócrates, Van Basten, Matthaus, Romario o Zidane, por nombrar solamente algunas grandes figuras a lo largo de las cinco décadas previas al mayor salto tecnológico global.

La magia siempre ha existido en el fútbol y Edson Arantes do Nascimento (Pelé) la llevó a su máxima expresión por ser además el arquetipo del jugador veloz, inteligente, fuerte en el juego aéreo, rápido con la pelota en los pies y en amagues y fintas sucesivas. En efecto los dos goles a los que me referí, entre los más de 1.200 que materializó, sintetizan la gran capacidad futbolística de un verdadero atleta-bailarín.

En el gol a Suecia, por ejemplo, recibió un verdadero melón tras el centro desde la izquierda del talentoso Nilton Santos. Agarró la esférica de pecho, le ganó recia pero limpiamente la posición a un defensa, le hizo un sombrero a otro y, aunque no remató tan potentemente, el disparo fuelo suficientemente fuerte para superar a Svensson, el meta escandinavo. Allí, el futuro O Rei tenía sólo 17 años y no solamente batió el récord del jugador más joven en ganar una Copa del Mundo, sino que fue parte de una selección que rompió el maleficio al que parecía condenado el fútbol brasileño tras el Maracanazo, ocurrido ocho años.

El mismo Pelé contó que en 1950, con nueve años de edad y tras el mazazo de la derrota de Brasil ante Uruguay en la final celebrada en Río de Janeiro, vio tan triste a su padre, Dondinho (cuya carrera como jugador quedó a medio camino producto de una severa lesión), que lo consoló con un épico autodesafío del tono «yo ganaré esa copa por usted». Evidentemente los sueños en tiempos de pobreza simbolizan lo que significa y ha significado siempre el fútbol no solamente como juego profesionalizado sino también como un  importante vehículo de movilidad social.

Evidentemente entre 1950 y 1958 hubo un salto cualitativo extraordinario. De ser jugador destacado en el balompié de su natal Minas Gerais pasó a la competencia paulista, específicamente a un equipo del litoral llamado Santos, donde fue goleador, la gran figura de la competencia regional y, ya en 1957 con 16 años, un fijo en el plantel de la siempre competitiva selección brasileña.

Después de Suecia vino el mundial de Chile, donde pese a ganar el bicampeonato con la verdeamarilla, el público no pudo gozar su gran dupla con Garrincha producto de una rebelde lesión que sufrió en el duelo de primera fase ante Checoslovaquia en Viña del Mar. Tras el mayor megaevento deportivo efectuado en nuestro país, vino la olvidable campaña de los bicampeones en Inglaterra 66, donde Pelé fue objeto de la rudeza de juego imperante y hasta pensó en el retiro, al menos en materias de copas del mundo. El 10 ya era desde hace varios años la gran estrella de su selección y la figura superlativa a nivel continental y mundial: con Santos lo ganó todo.

El segundo momento clave

Tras ires y venires, propios y ajenos, Edson Arantes do Nascimento aceptó ir al Mundial de México 1970, donde Zagallo simplemente armó un plantel donde literalmente se sentó en las rigideces de los esquemas: convocó a quienes fueron, a su juicio, los mejores jugadores de fútbol de su país, independientemente de los puestos, entre ellos varios 10.

En México Brasil se transformó en una verdadera máquina, a la que le bastó con acelerar lo suficiente, a punta de toques de memoria, para arrasar a sus rivales. Figuras como Carlos Alberto, Tostao, Rivelino, Jairzinho y el archinombrado 10, entre otros, sobresalieron en el que es considerado casi unánimemente como el mejor equipo de fútbol de todos los tiempos. Brasil y Pelé ganaron su tercera copa del mundo y se quedaron definitivamente con su primera versión: el trofeo Jules Rimet.

En la final de aquel mundial se produjo el marco perfecto para el gol que delató a Pelé como un genio. Los italianos atacaron hasta la mitad del campo rival. Allí los sudamericanos recuperaron la pelota e iniciaron una serie de toques ininterrumpidos entre ellos hasta llegar a las proximidades del área rival por el flanco izquierdo donde Jairzinho se aproximó y le entregó el balón a Pelé, quien prácticamente caminó un poco y, sin necesidad de voltear mucho la cara, en una jugada que revela claramente el gran entendimiento entre el 10 y sus compañeros de equipo, le entregó un pase preciso a Carlos Alberto, quien con un dsparo potente a ras de pisi vulneró la resistencia de la defensa italiana y de su arquero Albertosi.

Pelé alcanzó en ese mundial la mayor gloria de un futbolista en más de un siglo y medio de historia. Su período postrero en el Santos, su renuncia (muy personal) de acudir a Alemania 74 por la selección y sus años finales como futbolista activo en el Cosmos de Nueva York, donde se retiró a los 36 años de edad, solamente constituyó el tramo final de una carrera brillante.

No cederé estas líneas a aspectos controvertidos, asociados a los planos político y sentimental. El respeto a su figura y su reciente deceso ameritan los homenaje que merece un futbolista excepcional.

Pelé fue vencido este jueves 29 por el cáncer al colón que le diagnósticaron el año pasado más complicaciones respiratorias. Murió en el Hospital Albert Einstein, de Sao Paulo, rodeado del afecto de hijos y nietos.

En tiempos de un actividad exageradamente profesionalizada como negocio muy lucrativo, pelotas muy livianas, campos de juegos que parecen alfombras y futbolistas que lucen como atletas y malabaristas a la vez -Messi y Cristiano Ronaldo, por ejemplo- hoy se recuerda especialmente a un malabarista y atleta a la vez que ya hace más de 50 ó 60 años atrás lucía como el más completo exponente del fútbol en épocas de balones muy pesados y pastos irregulares: Edson Arantes do Nascimento, Pelé.

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