Analista político y sociólogo.
Republicanos es un partido que quiere ser pragmático y sabe lo que le conviene, pero que guarda en su interior un fundamentalismo que no le permite serlo.
El oficialismo lo está haciendo bien en el Consejo Constitucional porque emplazó a la derecha a lograr el acuerdo en los temas fundamentales en debate, entregando su opinión al respecto. Es decir, frente a la extrema dispersión de enmiendas, se ha concentrado en pocos temas, simplificando el asunto.
En el Consejo hay mayorías y minorías, pero esto no dice quién puede ganar y perder porque eso depende de qué es lo que haga ahora cada cual. Sin hacer uso de la inteligencia, el que abuse de su posición puede salir trasquilado.
La ultraderecha y la derecha moderada pueden imponer sus posiciones votando unidas, pero si lo hacen perderán, puesto que, como en la Convención, lo que importa no es lo que pase entre cuatro paredes, sino en el plebiscito posterior.
Si la oposición aplasta a los otros, logrando que todos sus puntos de vista sean aprobados, los demás podrán pasar al rechazo, unidos ante la arrogancia. Da lo mismo cómo se vote después porque el tema constitucional seguirá abierto.
Para que la derecha gane debiera hacer algo muy sutil: conceder y hasta adoptar muchas propuestas oficialistas, dejar las cosas como están en el anteproyecto de la Comisión de Expertos e imponerse en aspectos técnicos y de difícil comprensión ciudadana, pero que la favorecen en la disputa por el poder.
El actual impás es malo para Chile, pero tiene un efecto estimulante en lo que se refiere a la próxima elección presidencial. Si los Republicanos no saben controlarse cuando deben hacerlo y atentan contra sus propios intereses, por actuar de manera obtusa, entonces, pueden ser derrotados y lo serán.
El oficialismo, para hacerlo como es debido, también tiene que superarse a sí mismo porque no puede perder de vista que es minoría y, por lo tanto, no es cosa de que se ponga a golpear la mesa dándoselas de agrandado.
No hay manera de que la centroizquierda pueda imponerse, pero sí hay forma de ampliar los consensos alcanzados antes de la emergencia de Republicanos y frenar las enmiendas más duras que resultan groseras por su exceso.
El oficialismo está ofreciendo un consenso, tiene que ser coherente con eso y convencerse que lo que se puede acordar no es lo que propone, sino algo que se encuentra en algún punto intermedio aceptable para ambas partes.
En el fondo el asunto es simple: cada cual sabe que el consenso es moderado y que el fracaso es sinónimo de polarización. Es la derecha la que debe escoger. Saber qué es lo mejor depende de las redacciones y votaciones próximas.
Para los confusos contamos con una guía segura, el consejero Luis Silva, que es una brújula invertida. Si señala para un lado, hay que hacer lo contrario.
Ahora ha dicho: “Ojalá que nuestras enmiendas interpreten al arco más amplio posible de la ciudadanía. Si ahí está el PC, bien por el PC”. O sea, para coincidir con los comunistas, basta con que ellos comiencen a pensar como republicanos; lo mismo que tienen que hacer todos los demás. ¡Tantos siglos buscando perfeccionar la democracia y a nadie se le había ocurrido algo tan simple, como eliminar las diferencias! Una de dos: es un genio o todo lo contrario.
