Periodista.
Un muchacho, con voz quebrada, cuenta que iba llegando a su casa y un carabinero que estaba en el sector, le dijo, “te doy 3 segundo para que desaparezcas”. Al segundo uno, sintió lo que creyó ser un disparo y algo quemante se alojó en su espalda. Tiene el balín aún incrustado. Fue confundido con uno de los “vándalos” y es un digitador que consiguió un trabajo con almuerzo y transporte por 350 mil pesos y que vive eternamente endeudado para poder llevar alimentos y pañales a su casa. Tiene un rencor profundo con la vida, con el país.
El actor Héctor Morales publicó en twitter que había conversado con “4 cabros que estaban rompiendo un letrero publicitario de un paradero”. Tres eran del Sename y uno de Puente alto. Se hicieron amigos en la calle, en las marchas, donde la gente les da agua y comida y piden “monedas”. Uno le dijo, textual: “No quiero que se acaben las marchas porque uno se siente acompañado, uno siente que por primera vez sienten esa rabia que yo siento todos los días”. Otro le agregó: “Cuando se van todos a sus casas nos quedamos aquí solos y nos ponemos a destruir cosas, cosas que no son de nosotros, que nunca han sido, porque no somos parte del país. Nosotros somos del Sename y ese es otro país. Vamos a seguir aquí hasta que se acaben las marchas o los pacos nos maten”.
Estos son algunos de los llamados “vándalos”. Hay otros, sin duda, que no tienen ni dios ni ley, Que no creen en nada. Un joven contaba que quienes incendian, arrasan, y vandalizan todo a su paso son los “anarquistas”, grupo peligroso que ni siquiera es organizado. Que se comunican por redes sociales, eligen un objetivo y se citan para delinquir. Odian todo lo que represente al Estado. Y así lo dejan escrito a su paso. “Están enfermos de la cabeza”, señaló, agregando que también hay bandas de delincuentes que hasta con camionetas van a saquear e incluso, “soldados” ligados a narcotraficantes de poblaciones.
La gran pizarra y ACAB
El centro de Santiago es hoy por hoy, una sola y gran pizarra. No hay rincón donde no haya un rayado alusivo al estallido social que comenzó hace más de dos semanas y que de múltiples formas, sigue como un volcán activado. Allí escriben todos y de todo. Será, sin lugar a dudas, un gran insumo para sociólogos y especialistas sociales para entender qué hay detrás de la inesperada revuelta. Tan inesperada que el mundo no ha dejado de referirse a ella y cuya sorpresa puede graficarse en lo que dijo en México, el recientemente electo presidente argentino, Alberto Fernández refiriéndose a Chile: “Todos hablaban del milagro chileno y yo respondía, el verdadero milagro es que los chilenos no reaccionen. Reaccionaron”.
Un recorrido por el centro de Santiago, cuando en una interminable procesión grandes cantidades de chilenos y chilenas, particularmente jóvenes aunque no sólo ellos, marchaban en dirección a Plaza Italia, deja en evidencia, en los muros, qué quieren estos ciudadanos que se movilizan día tras día y que responden a distintos sectores socioeconómicos y culturales.
Además de frases coprolálicas y garabatos múltiples, incluyendo muchas contra un joven animador de televisión convertido en objeto fóbico, se pueden ver frases reveladoras:
“Piñera renuncia; Wallmapu libre; esto es por los que vendrán; no estamos en guerra; fuera el estractivismo económico; no es sequía, es saqueo; paco inhumano; a refundar Chile; lucha por tu mamá; fuego a la yuta; la policía mata; curas violadores; milico asesino; el pueblo es el que manda; contra la autoridad; nueva constitución; la tv es cómplice; la tv miente; evade; todos los kiltros contra la autoridad; sangre por sangre; Chile despertó; Chadwick asesino, abajo Piñera; la lucha sigue por los caídos; a mantener la protesta; renuncia Piñera; gobierno terrorista; Chile despertó pero aún faltan cadenas; solo les importa la propiedad privada; violento el cotidiano que nos imponen; ataca la infraestructura, sabotea el IISRA; no al TPP-11; fuego al Sename; resiste vecino; asamblea constituyente; somos una herida abierta que dejará cicatriz; la UDI evade en dólares; apaga la TV; devuelvan los millones; odio a la policía; Chile sangra; fracaso neoliberal.
Son solo algunos de los rayados y se multiplican por miles. Allí están las raíces de la ira y del descontento. Es cuestión de caminar por el centro de Santiago.
