Analista político y sociólogo.
Se ha dado inicio al trámite parlamentario para habilitar el proceso constituyente. Todo lo lenta que fue la negociación se volverá, ahora, velocidad para aprobar lo acordado por un amplio espectro político.
Sobre las posibles enmiendas a lo ya firmado se puede decir mucho y varias de ellas tienen pleno sentido. Los negociadores ya no se reunirán, la derecha no querrá ni oír hablar de añadidos y el acuerdo íntegro será aprobado.
Como una vez que entre en ejecución el “Acuerdo por Chile” quedarán claras sus implicancias, decir ahora lo que terminará por ocurrir tiene mucho sentido. Lo cierto es que la política tradicional ha tomado el control del proceso y eso ya no tiene vuelta atrás durante todo el año que se inaugura en pocos días.
Tan por descontado se da lo anterior, que la atención de los partidos se está concentrando en la mejor forma de presentar sus figuras. Como entre las personalidades de mayor prestigio se encuentran los exmandatarios, lo primero que muchos han hecho es ir a golpear sus puertas para pedirles que participen.
Solicitarles a los expresidentes que se integren al proceso como expertos se ha puesto de moda. Es de buen gusto y nadie podría oponerse. Otros estiman que debieran presentarse a las elecciones para opinar como electos. Ambas sugerencias son muy buenas para otros y una muy mala idea para los aludidos.
En Chile la condición de exmandatario es una institución. Es un club selecto compuesto de cuatro personas que influyen mucho a condición de que hablen poco. Se pronuncian ante los grandes temas y hablan para la historia. No necesitan de nada ni de nadie para hacer uso de la palabra e influir.
En el plebiscito anterior esta particular condición quedó en evidencia. Tan significativas fueron las intervenciones de Frei, Lagos y Bachelet, como revelador fue el silencio de Piñera. A los tres primeros se los quería escuchar.
La excepción fue Piñera porque que explicitara su posición era, para los organizadores de la campaña del Rechazo, tan anhelada como contagiarse de covid. Guardó silencio y lo silenciaron. Fue una mala noticia para el Apruebo.
Por eso, incorporarse al Consejo Experto es una completa tontería. No habilita a los expresidentes para nada que no puedan realizar ahora y sin mediación de nadie. Se pondrían al mismo nivel de otras dos docenas de personas, deberán pronunciarse -queriéndolo o no- sobre todo tipo de asuntos y podrían pasar de estar levitando sobre la contingencia a exponerse al vapuleo y al barro.
Presentarse a las elecciones es otro regalo envenenado. Los partidos serían felices porque una locomotora tira de muchos carros, pero el costo es enorme.
Su número de votos siempre será una sorpresa desagradable. Lo que obtengan parecerá poco y lo primero que se comentará después es lo desgastado que se encuentran en comparación con sus días de gloria.
Entrarían a ser parte de instancias pensadas a la medida de los parlamentarios, es decir, de personas que se protegen siempre de toda posible competencia. Un extraño presentimiento me dice que no será del agrado de Piñera la imposibilidad de presentarse a la elección presidencial futura. Esta todo atado y bien atado y no hay Presidente al que le guste entrar esposado a una reunión.
