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En el Caso de Boric

Crédito foto: Patricio Muñoz Moreno

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Todavía no se ve en el horizonte, a septiembre de 2021, alguna claridad sobre los resultados de la elección presidencial. Ya no es como antes, dicen los analistas, donde los porcentajes de arribo a la segunda vuelta eran altos, en cambio bajos los indicadores de indecisos. Había claridad y en el envión final estaban muy acotados. Ahora es precisamente al revés.

De todos modos, se puede hablar de tendencias. Las encuestas, pese a sus errores, compromisos y alta politización, muestran que existe una posibilidad de que gane Boric el acceso a la presidencia.

Más aún, este status abierto y flexible, permite hacer un ejercicio de futuro. ¿Cuál será el escenario estratégico si gana Boric?

Para la élite y para sus expresiones políticas, será un escenario catastrófico. La presidencia de Boric se enfrentará a graves y profundos problemas. Heredará un país con graves dificultades económicas, una ciudadanía a la espera de cambios profundos y del cumplimiento de las promesas anunciadas, una sociedad fracturada, sin horizontes claros en cuanto a su desarrollo de largo plazo, llena de carencias sectoriales crecientes, inequidades, abusos, más una indolente pandemia difícil de controlar. Si ese gobierno  demuestra fuerza y determinación para hacerse cargo de todas las demandas ciudadanas, el escenario será aún más complejo y amenazante y será aún más catastrófico para la elite una vez más derrotada. Al mirar el catálogo de privilegios de todo tipo que han gozado durante años, se puede esperar que reaccione. ¿Y cómo?

Ellos estarán obligados a derrotar al gobierno. Deben demostrar que los dirigentes son unos inútiles, que el futuro es peor aún, que es el resumidero de todos los vicios, que ha sido un grueso error permitirles ganar. “Ven, eso les pasa por apoyar a los comunistas, les caerán todas las penas del infierno”, seguramente elucubrarán.

Lo que está en juego es demasiado grande. Las formas de acumulación, de plata, de liderazgo y de buena vida durante años, no es algo que estén dispuestos a perder o cambiar. La tarea es tan grande como lo que se debe intentar recuperar. Pero esta elite conoce los derroteros que hay que transitar. Conoce la dirección de los golpes, las presiones, las alianzas, las amenazas, los falsos climas de opinión que deben desplegarse. Creará un gran esfuerzo desestabilizador. Pondrá en pleno ejercicio aquella frase de Henry Kissinger:   “El gobierno de Allende debe parecer que cae producto de sus propios errores”. Obviamente omitió decir que de esos errores “nos encargaremos nosotros”.

Pero la derecha económica financiera y política, se hará cargo. El escenario es diferente. Ya no tendrán un Nixon, ni un Kissinger, ni una CIA, ni unas fuerzas armadas bien dispuestas. Tampoco una guerra fría ni un mundo polarizado al extremo.

Será peor.

Tendrán que jugar con lo que hay, arrinconarse en los enclaves que todavía dominan y, desde ahí, crear las condiciones para que el gobierno se desplome, se haga inviable, enfurezca a la ciudadanía frustrada.

La derrota, para la derecha, tendrá efectos mágicos. De ese modo desaparecerán los conflictos internos, la más férrea unidad será un imperativo insoslayable, las pequeñeces desaparecerán, Chahuán, Kast y Desbordes se unirán en un tierno abrazo, la ansiedad por el poder ordena y limpia, los recursos estarán ampliamente disponibles, un clima de entendimiento surgirá con gran fuerza, una sola acción, una sola pasión, una sola convocatoria, un solo grupo de actores, cada cual a sus puestos, buscando la derrota pacífica de los insolentes.

Ahora, por experiencia propia, han aprendido la fuerza de la calle de la cual ellos carecían en los años 70 en una dimensión que les evitara recurrir a las fuerzas armadas. Ahora, éstas por su parte ya saben lo que pasa con los responsables y saben lo que no hay que hacer. Quizá amenazar un poco solamente. Los centros de estudio jugarán un rol principal en los diseños operacionales, las evaluaciones de todo tipo, los análisis prospectivos y el dibujo de estados de situación para medir el ritmo de las presiones y sus efectos. Capacitar qué hacer y cómo. Pautear finamente los contenidos de las comunicaciones, y operando como centros de mando y control.

La derecha dispone de un dispositivo valioso para el trabajo conspirativo siempre necesario. Estuvieron al frente de dichas tareas durante más de diecisiete exitosos años. Conocen cómo se hace, saben cómo introducir el softpower acotado, saben intimidar. Se les puede preguntar a varios jueces, funcionarios públicos o municipales, también a parlamentarios victimas de presiones. Pueden disponer de un contingente amplio y dispuesto, previo acuerdo monetario, para desempeñar esas funciones. No son pocos los Núcleos Patriotas que, por ahora, solo vociferan, insultan, critican, se burlan, despotrican, por ahora. A veces protegen marchas y se muestran cómo y quiénes son.

Este despliegue operacional ejecutivo y comunicacional, partirá en el corto plazo. Se medirán minuciosamente los efectos de su aplicación para introducir las modificaciones necesarias que garanticen su efectividad.

¿Y el gobierno?

Imagino que ya todo esto será materia de sus preocupaciones. No solo ganar sino defender lo ganado. Pensar que no será así, sería una tremenda ingenuidad. Ese gobierno deberá definir de qué modo, cómo y con qué defenderá esto que sería un gran avance hacia la satisfacción de las demandas ciudadanas que han sido tan explícitas. Antes que nada, conocer la dimensión y los efectos que puede alcanzar un proceso de desestabilización. Viejo método de lucha política que hemos experimentado y observado en carne propia en su peor variante chilena. Sangre y fuego.

Junto con los esfuerzos para dar a conocer las intenciones y voluntades a desplegar desde el gobierno durante la campaña para ganar voluntades, debe analizarse de modo muy técnico, prolijo y reservado, la manera de enfrentar esta ofensiva derechista que es obligatoria y de lo cual muchos no tenemos la más mínima duda de que será fuerte e inescrupulosa, impulsada por una ansiedad de poder, por la furia de la derrota y la defensa de todo aquello que creen les pertenece sin apelación y que es una osadía incomprensible disputárselo.

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