Hace unos días, la Corte Suprema condenó a Santiago Sinclair Oyaneder (miembro de la Junta Militar y Senador Designado), a 18 años de presidio, aumentando las penas determinadas por la Corte de Apelaciones, en calidad de autor de varios delitos de homicidio. Se condenó también a otros oficiales involucrados en los asesinatos como coautores o cómplices.
El semanario Aula Magna, un proyecto comunicacional cuyo objetivo es la difusión del quehacer de las universidades chilenas entrevistó a Fernando Krauss, actual Secretario Ejecutivo de Igualdad, el centro de pensamiento del Partido Socialista, e hijo de Fernando Krauss Iturra, uno de los jóvenes fusilado en el paso de la Caravana de la Muerte por el sur del país. Recogemos aquí parte de esa entrevista.
Fernando recuerda que se enteró del fallo “cuando la abogada Magdalena Garcés me lo comunicó. Estaba en mi casa sólo y luego de conversar con ella me emocioné. Que saliera el fallo y que fuera claramente condenatorio fue como un golpe de recuerdos y emociones encontradas. Leí varias veces la sentencia”.
Dice que son 50 años desde el fusilamiento de Fernando y sus compañeros, “y 24 desde que con mi hermana y mi madre interpusimos la querella en los tribunales en 1998. En ese tiempo falleció mi abuela paterna, Teresa Iturra. Me acordé de ella, de las hermanas y hermano del Pelao Krauss, – como lo llamaban sus compañeros y amigos del MIR-, de mi madre y mi hermana, y de todas las humillaciones que tuvieron que pasar, de cómo les cambió la vida, y cómo a pesar de ello la han enfrentado con entereza y alegría.
Fernando Krauss expresa que el fallo ha sido en parte reparador “y uno siente algo de alivio, pero también tristeza, frustración, e impotencia por todo lo que han vivido los familiares más directos. Pensé también en que lo que se ha alcanzado de justicia en Chile se lo debemos a las organizaciones de familiares de detenidos desaparecidos y de ejecutados políticos, en su mayoría integradas por las mujeres, y a las abogadas y abogados que han acompañado estas causas”.
Cuenta que desde que interpusieron la querella se dieron cuenta de la lentitud y falta de voluntad del Estado de Chile y del sistema judicial, “de los obstáculos reales que se establecieron para la obtención de justicia, de la impunidad que se fue fraguando para gran parte de las violaciones a los derechos humanos en Chile durante la dictadura. De la nula colaboración de las instituciones armadas, del discurso negacionista y la justificación de los crímenes de parte de la derecha chilena”.
Impunidad Biológica
“Con el tiempo denunciamos que se fuera configurando una impunidad biológica, porque la mayoría de los implicados en estos crímenes han muerto o ya se encuentran en edad avanzada. Desde luego, durante la dictadura era imposible hacer justicia; en los primeros años de la transición el dictador había quedado como comandante en jefe del Ejército y chantajeaba la democracia; por eso cuando dejó el ejército y fue detenido en Londres creímos se habría una oportunidad real. Pero el tiempo pasó y a pesar de valorar el fallo judicial, creemos que llega tarde”.
Cree que “como sociedad chilena debimos haber hecho un mayor esfuerzo por lograr justicia oportuna, creo que debimos juzgar al dictador. Si bien reconozco las limitaciones a la aplicación de justicia en los inicios de la transición, me parece que tanto los partidos de la izquierda como los que impulsaron la democracia en general, de los que soy parte, debimos hacer más. Pienso también que tenemos una herida abierta con la existencia aún de personas detenidas y desaparecidas por agentes del Estado; saber qué pasó con ellos y hacer justicia es algo en lo que debemos poner todo nuestro esfuerzo, porque está en la base de la convivencia democrática”.
Krauss opina que hoy día existe un retroceso en la cultura de respeto a los derechos humanos. “Lo vimos en el estallido social y lo vemos en el discurso de negación de la derecha chilena. El golpe de estado se hizo con un propósito, derrocar el proyecto político de Salvador Allende, terminar con un proyecto democrático de transformación social, pero ese golpe estaba ligado a la persecución y el exterminio de quienes impulsaban ese proyecto, no reconocerlo así es mentir derechamente”.
En síntesis, -afirma- la defensa de los derechos humanos es un desafío permanente de las sociedades y parte esencial de la democracia aquí en Chile y en cualquier parte del mundo; “creo que como sociedad debimos y debemos hacer mucho más por una cultura de defensa de los derechos humanos”.
Dice que la dictadura desde su inicio con el golpe buscó perpetuarse y destruir el proyecto del gobierno de Allende. “Para eso comprometió a su oficialidad en los peores crímenes. Aquellos militares que se negaron a romper la Constitución – y los hubo como el General Carlos Prat-, fueron asesinados o apartados; aquellos que se sumaron a los crímenes fueron premiados”.
Cuenta que Sinclair fue de los que comandó los asesinatos en el sur de Chile, y por eso fue premiado como Vicecomandante en Jefe del Ejército, miembro de la Junta Militar, y luego senador designado durante la transición hacia la democracia. “Hace pocos días miré la página del Senado de la República y continúa apareciendo el nombre de Sinclair como senador entre 1990 y 1998, una vergüenza”.
Sinclair fue declarado en estado de enajenación mental. “Aunque tiene más de 90 años y podría ser cierto, no puedo dejar de pensar que con ello busca eludir el cumplimiento de la pena, similar al mecanismo que ocupó el dictador Pinochet; al final son los actos de cobardía lo que los retrata”.
Señala Krauss que este tipo de sentencias en cierta forma viene a reponer la idea que a pesar del contexto histórico, – que en este caso significó la participación de los EUA para derribar a los gobiernos de América Latina y el Caribe que no comulgara con sus intereses-, los golpes de Estado y las violaciones a los derechos humanos no quedarán totalmente impunes. “Eso en cierta forma reconforta”.
Finalmente dice que “aunque la justicia llegue tarde debemos perseverar, precisamente en reconocimiento a quienes murieron por ser luchadores sociales, por las propias familias que han vivido con este peso, pero sobre todo por las generaciones que vendrán y para las cuales queremos justicia, respeto por los derechos humanos y un país con cada vez mayor democracia, perseverar”.