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La mejor imagen que ofrece la derecha es su ausencia

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De ganar el Apruebo avanzaremos entre certezas. Sabemos que una nueva Constitución empezará a regirnos casi de inmediato, como también existe un compromiso explícito de los partidos de cómo se completa el proceso con reformas que se consideran necesarias y que son de amplia aceptación.

Las certidumbres se extienden al conjunto del calendario institucional. En comparación al Rechazo, el proceso complementario es expedito, finaliza en todas sus etapas el 2023 y permite que instituciones como el Servel adapten su normativa, con plazo suficiente, a un año de la próxima elección.

Ocurriría, entonces, que una cierta realidad ficticia se disolverá como niebla matutina. Los grandes temores que se expresaron durante meses por la prensa no se van a verificar ni mucho menos. Al final, tener un nuevo texto como base para incorporar reformas no parecerá del otro mundo.

Empezaremos a contar consensos antes que disensos y eso nos convencerá a todos que estamos ante una empresa posible de abordar sin temor. Las ventajas del Apruebo quedarían en evidencia: resuelve en definitiva la carencia de legitimidad de nuestra Constitución, combina cambios conocidos con calendario acotado, se va a considerar un triunfo ciudadano bien concluido.

El triunfo del Apruebo habilita una conclusión ordenada y constructiva del proceso constitucional. En esto es donde la propaganda ha producido la mayor distorsión de todas: cuando la oposición habla de su propuesta, se otorga a lo menos un año y medio para enmendar una constitución reprobada.

La derecha se concede a sí misma todas las ventajas que niega al Apruebo. Cuando se observa su propaganda se puede ver que la propuesta constitucional plebiscitada se toma como un texto definitivo e inmodificable. Es como si los compromisos de cambio no existieran ni hubiera tiempo para aplicarlos.

No existe el caso de compromisos explícitos que la centroizquierda haya tomado en democracia que no fueran cumplidos, pero aquí se los despacha con la simple sospecha de incumplimiento. No se argumenta con hechos, sino con prejuicios.

Con esto queda demostrado que la mejor forma de referirse a los incumplimientos propios es ponerse a hablar de los otros para dejar de ser visto. En estos días hemos podido observar que la mejor imagen que puede ofrecer la derecha es su ausencia. Cuando se muestra, asusta.

Si sólo leyéramos los diarios, nos quedaríamos con la impresión de que nos encontramos ante un debate al interior de la centroizquierda, donde la derecha tomó vacaciones y la izquierda más radical está molesta porque hay gente tratando de cambiar el texto a plebiscitar. El ausente está oculto en las sombras.

Se trata de un espejismo. Cuando los dueños de la prensa dan un espacio privilegiado, nunca es muestra de desinterés, sino la mejor y más disciplinada defensa de sus posiciones. Otros le hacen el trabajo y no es por “amor”.

Ya volverá la normalidad en gloria y majestad a partir del 5 de septiembre. Entonces, la derecha recuperará su voz, su rostro y sus auténticas opiniones. Hasta Piñera nos honrará con su presencia. ¿Hace falta mucha imaginación para anticipar lo que van a decir entonces? El que se oculta nunca es sincero.

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