Economista, Instituto Igualdad
¿Cuál es el sentimiento y la reacción de la gente ante la muerte de un presidente? Podría ser distinta entre quienes lo eligieron y los que no votaron por él. Serán los psicólogos y sociólogos los que mejor puedan explicar la reacción y opinión de unos y otros, especialmente, en el caso de la repentina muerte del expresidente Sebastián Piñera.
Políticamente, me interesa sacar algunas lecciones de un personaje que hizo historia en Chile. Más allá de los sesgos en que puedo estar atrapado, no es muy difícil destacar algunos atributos y conductas mostradas por el expresidente.
Qué fue lo que permitió a Sebastián Piñera alcanzar los lugares más destacados en política y en la gobernanza del país. Sin ser exhaustivo ni creativo podría sugerir lo siguiente:
Primero, ser parte de la élite. Desde su infancia, sus colegios y su familia fueron parte de la élite y la posición de privilegio en la vida política de su padre ayudó a que nunca estuvieran fuera de los círculos de poder.
Segundo, afiliarse tempranamente a un partido político y aspirar conducirlo. Su meteórica carrera política no estuvo lejos de utilizar astutamente su ambición y ganas de estar en lo más alto de la pirámide del poder.
Tercero, acometer con audacia en el negocio de servicios financieros y lograr acumular rápidamente un gran patrimonio en corto tiempo. Su aprendizaje en lo que vio del funcionamiento de la economía en EEUU, más de lo que logró en sus estudios de postgrado, le permitieron prever el gran negocio del dinero plástico y las opciones de ganancia rápida en las bolsas de valores.
Cuarto, acumular patrimonio y usar su poder económico para ser parte notoria e influyente de la élite y lograr su aceptación para obtener finalmente el apoyo político de esa élite, ser parte relevante de la política activa para llegar al senado y a la presidencia de la república.
Quinto, utilizar todos los medios posibles para estar en el lugar preciso y en el momento oportuno para llegar a posiciones de liderazgo que le permitieran ser un candidato seguro de la derecha en los principales eventos electorales.
Sexto, combinar la política con el dinero en todo ámbito y momento para asegurar sus metas personales y rodearse de personajes influyentes y aliados incondicionales para llegar a los más altos lugares de la gobernanza y aprovechar las ventajas del poder.
Séptimo, para operar en el ámbito privado y público con éxito se necesita ser pragmático, hacerlo con perseverancia y saber sortear los riesgos con una capacidad especial de mimetizarse para aparecer como un personaje común, directo y que dice las cosas sin adornos y que suenen obvias.
Octavo, en su forma de vivir mostrar la apariencia de tener una familia grande, feliz y unida. De ser piadoso y creyente. De vestir con modestia con casaca o con el mismo terno oscuro y corbata en las presentaciones públicas, aunque muy elegantemente en los círculos sociales de la élite. Ciertamente, Piñera fue un actor para la galería y sus payasadas (“piñericosas”) estaban como calculadas y hechas para impactar y congraciarse con la gente. Y lo logró.
Noveno, su adicción al riesgo. Esto lo marcó siempre. Para tener éxito y notoriedad hay que correr riesgos. Los enfrentó con el uso de su habilidad para adaptarse con rapidez y temerariamente como si fuera invencible. Locomotora le decían. No tuvo límites para lograr sus metas. Trabajo, perseverancia, estar presente en todo y controlarlo todo. Hasta sus deportes favoritos eran extremos y por ello lo vimos pilotear su helicóptero y también fuimos testigos de su muerte intentando controlar lo que era imposible al capotar su nave.
Así como la derecha política fue el campo de cultivo para Piñera, él fue el elegido por la élite de la derecha para acceder al gobierno. Sin Piñera la derecha no podría haber gobernado y sin el apoyo de la derecha Piñera no podría haber llegado al poder. Hay algo en común en ambos, ser parte del poder económico de este país. Ser parte de la élite. Lo especial de Piñera fue que logró políticamente seducir a un electorado integrado por los sectores más pobres, tal vez, mostrando ser un buen gerente en lo privado como en lo público.
La muerte no anula ni permite omitir aquello que ha ocasionado daño a personas u organizaciones. Así como nadie puede dejar de reconocer los éxitos de la gestión del expresidente Piñera en el rescate a los mineros, la vacunación contra el Covid-19, en enfrentar los efectos del terremoto del 2010, entre lo más destacado, también queda la huella de los graves atropellos a los DDHH durante el estallido social, el retraso del pago de los subsidios en la pandemia lo que derivó en los retiros de grandes sumas de ahorros previsionales de las AFP contribuyendo a generar una mayor inflación y a dejar al estado sin recursos para enfrentar el pago de futuras pensiones.
Pero, como sucede en la vida de todos, existe un lado oscuro que por respeto al duelo no se muestra con toda su crudeza en un primer momento, tras la muerte. Se espera a que más adelante se escriba o reescriba la historia porque la sociedad necesita conocer el lado claro y oscuro de las conductas humanas para aprender a ser mejores ciudadanos y hacer de Chile un mejor país. Algo nos deja para reflexionar la trayectoria de este ciudadano de derecha elegido en democracia dos veces presidente del país.
