El presidente de Brasil viene acostumbrando a la audiencia internacional con dichos disonantes respecto de la costumbre que se tiene por esta parte del mundo, en específico, Latinoamérica, cuando de política exterior se refiere. Hace poco, nos recordaron que falleció Samuel Pinheiro Guimarães intelectual y político brasileño que junto a Celso Amorim, se trasformaron en formalizadores de una perspectiva de análisis internacional propia de Brasil , que siguiendo la perspectiva del geógrafo político inglés Peter Taylor, deviene en un Código Geopolítico particular que contribuye a un Orden Geopolítico general cuya idea fuerza es que Brasil es importante en el tablero mundial .
Como indicarían Guimarães y Amorim, los Grandes Estados Periféricos (países periféricos), entendidos de esa forma por razones diversas que irían desde las de geografía física (tamaño, dotación de recursos naturales, situación y localización geográfica, otras), más las políticas, económicas, culturales, buscan un espacio en el sistema internacional en cuanto relaciones espaciales de poder internacional, dadas sus realidades geopolíticas.
Así, los países cumpliendo estos requisitos estratégicos ya señalados, debiesen avanzar en una política exterior en consecuencia. Sin embargo, para lograr ese fin es necesario de una “imaginación geopolítica” como fue descrita por John Agnew, gestionada en una temporalidad que, traducida en una identidad, llene de contenido una política exterior y visión geopolítica , en este caso, la de un Gran Estado Periférico.
Estos planteamientos, junto con un liderazgo como el del presidente Lula da Silva, activa una dinámica y altiva política exterior, como ya lo demostró en sus primeros mandatos, y como también lo intentara Dilma Rousseff, hasta que fue destituida, vía impechment el año 2016 . Conviene indicar que ambos intelectuales, Guimarães y Amorim, junto con su reflexión, estuvieron comprometidos con esquemas y ejercicios prácticos de cooperación o integración internacional regional o de otras escalas a nivel mundial, precaviendo en la medida de lo posible, los mayores grados de autonomía, elemento consustancial con el enfoque de los Grandes Estados Periféricos (ambos estuvieron involucrados en funciones públicas diplomáticas y políticas).
Respecto de su importancia como país periférico, Brasil desde el 2010 integra los BRICS, con otros países con mucho mayor peso específico internacional como Rusia, India y China junto con Sudáfrica (más otros nuevos actores quieren integrar este esquema de cooperación integral). La importancia actual de los BRICS, más allá de sus mercados y dinámicas económicas, es que buscan una alternativa interpretativa y de re-ordenamiento mundial en esta larga transición del sistema internacional, dado los ajustes hegemónicos entre Oriente y Occidente. Desde esa perspectiva, no pueden abstraerse de los conflictos globales en sus análisis e intervenciones. Y tampoco de los posibles conflictos de sus miembros en particular. Conviene indicarlo, ya que, además Brasil será sede de la reunión-cumbre del G-20 este noviembre del 2024, foro-plataforma donde convive con los mismos integrantes de los BRICs, más con quienes disputan hegemonía global representados por EE UU, Reino Unido, Francia y la Unión Europea entre otros .
El polémico discurso de Lula respecto del conflicto palestino – israelí en Gaza, que le valió ser considerado persona non grata por parte de Israel, no se explica sólo por una definición discrecional en cuanto un presidente proveniente del mundo de las izquierdas (Partidos de los trabajadores), o bien, por lo que moral o éticamente corresponda en esa valoración, sino que se explica también por este Código Geopolítico, sostenido en la imaginación de un Gran Estado Periférico, traducido en política exterior. Antes lo hizo con respecto al conflicto entre Ucrania y Rusia, ofreciéndose como mediador para concretar la paz, esto es, un Gran Estado Periférico, actuando de pivote y posicionamiento en las grandes decisiones globales, cuestión que, de paso, sirve para dar señales políticas a Sudamérica y Latinoamérica, más cuando los influjos conservadores o ultraconservadores van instalándose en diversos espacios políticos y alineados con occidente, como es el caso de Javier Milei desde Argentina. Bolsonaro, no tuvo la actitud de Milei, sin perjuicio de su conservadurismo evidente, siendo en este caso el código geopolítico brasileño el que operó sobre su decisión, más el influjo de Itamaraty. Un ejemplo de eso es que no rompió relaciones con Rusia, ni menos con China.
Lula, entonces hace lo que hace por su definición política ideológica sumada a un código geopolítico que lo determina en su quehacer, dada su condición de presidente de un Gran Estado Periférico latinoamericano – sudamericano. Sin duda el comportamiento internacional de Brasil es un elemento a considerar con respecto a la forma en que interactúa en su condición periférica con las grandes potencias que están moviendo el tablero de la transición hegemónica. La importancia de Brasil en la región es evidente, por algo es el gigante sudamericano. Sin embargo, cabe preguntarse si el resto de los países de la región podrán seguir su estela o intentar imitar su estilo internacional.
