Periodista y Psicóloga.
La fantasía sexual es un tema absolutamente conocido y estudiado por la psicología: es parte de la vida y de la sexualidad humana. Y, sin miedo a perder la apuesta, diría que en estos meses de pandemia y encierro, las fantasías sexuales han sido probablemente una compañía estable de quienes se quedaron con sus parejas varadas en el encierro o de quienes estaban en la búsqueda de un amor y, antes de encontrarlo, los pilló este involuntario y larguísimo encarcelamiento sanitario.
Incluso entre las parejas estables que viven juntas, diría que un buen porcentaje del sexo antes cotidiano, ha sido reemplazado por fantasías. Es que ha sido inevitable, a nivel planetario, el impacto de la pandemia en la conducta sexual. El stress por el miedo Al contagio y a la muerte, por la pérdida del trabajo, por la carencia de certezas en todo ámbito, hizo mella. Y allí donde antes hubo sexo concreto, hoy puede haber fantasías compensatorias, ya sean solitarias o en acuerdo con la pareja.
Según informó la revista argentina Pagina 12 en abril pasado, una encuesta electrónica que respondieron 5.200 mujeres de varios países pero mayoritariamente argentinas y de edad promedio 30 años, un 43% señaló que, a raíz de la pandemia, había tenido fantasías sexuales con más frecuencia que antes del encierro obligado. La presidenta de la Sociedad Argentina de Sexología Humana (SASH), Silvina Valente dijo estar sorprendida con el hallazgo. “Las fantasías hablan de ganas de tener sexo” a pesar del contexto de incertidumbre y temor al contagio, indicó. También se detectó algo más esperable: que la actividad sexual más frecuente durante la cuarentena había sido la masturbación.
Las fantasías sexuales son claves en la vida del ser humano. Se podría afirmar, incluso, que no es posible un sexo placentero sin fantasía de por medio. Como han señalado diversos expertos, “la actividad sexual nace y se desarrolla en las fantasías”. Las fantasías sexuales son las grandes aliadas de relaciones sexuales sanas y satisfactorias porque está claro que el mero estímulo táctil, no basta (basta recordar que las fantasías son las compañeras inseparables de la masturbación). Ello es más cierto en las mujeres, cuya sexualidad es más compleja y, por ende, su proceso de excitación más lento. Diversos sexólogos han señalado que la exploración mental que lleva a crear escenas y situaciones excitantes, enriquece y amplía las posibilidades de dar y recibir placer sexual. Asimismo, se ha observado que las personas con bajo deseo sexual tienen pocas fantasías sexuales.
Profundizando en el tema, se puede señalar que cada persona es única y se excita con cosas distintas, razón por la cual se ha concluido que el “mapa del amor” es como la huella digital de la personalidad sexual. Las fantasías sexuales completarían este mapa y agregarían las pistas que faltan.
Imágenes mentales
Según Freud, las fantasías son ficciones que las personas forjan y se narran a sí mismas en estado de vigilia. Se trata de imágenes mentales que pueden contener secuencias completas, recortes o imágenes aisladas y de las cuales uno forma parte, ya sea como protagonista o espectador. En general, inventan o recrean situaciones estimulantes que no necesariamente uno desearía llevar a cabo en la vida real. Su mayor atractivo reside, a veces, justamente en que no son reales. Lo que uno quiere es excitarse y esas imágenes tienen el poder de hacerlo. Es decir, si uno no puede o no se atreve a concretar la fantasía por culpa (o por cualquiera otra razón), el segundo mejor lugar donde vivirla es la mente, lo que confirma lo liberador y lúdica que puede ser una fantasía sexual.
El poder de las fantasías radica justamente en su localización: el pensamiento. Este es el sitio más seguro porque, como señala un sexólogo, “está médicamente probado que la imaginación es infértil”… Además, constituyen el afrodisíaco conocido más potente. Lo poderoso de las fantasías sexuales es que entretienen, no tienen censura y permiten concentrarse en sensaciones placenteras, lo que aumenta la excitación sexual.
Para la mujer, la fantasía es el lugar más seguro y también más erótico. Según han concluido estudios sobre el tema, la mente femenina fantasea más con el romanticismo, con la historia que rodea al sexo. Por el contrario, la mente masculina apunta directamente al acto sexual. El podrá decirle a ella: “¡Hagamos el amor ya, aquí, ahora!”. Ella, en cambio dirá: “Dime cosas sucias”…
Un dato curioso: en las mujeres, el promedio de fantasías sexuales parece fluctuar de 0,8 al día durante los tres días anteriores a la ovulación en tanto, durante la ovulación, la tasa aumentaría hasta 1,3 fantasías diarias. La autora principal del trabajo que detectó esta situación, explicó los resultados: «Algunos aspectos de la sexualidad de las mujeres parecen estar sincronizados con los períodos de máxima fertilidad, de tal forma que cuando las probabilidades de concebir son más elevadas, hay un creciente interés por el sexo y la excitabilidad».
Estudios sobre el tema han mostrado que por, lo menos, un 20% de las mujeres y poco más de la mitad de los hombres tiene fantasías sexuales una vez al día. Es decir, las fantasías, como hemos dicho, son parte inseparable de la vida. El único problema que se puede generar es creer que en la vida real podremos controlar la situación como lo hacemos en la mente. Cuando se fantasea, lo que sucede está sometido a nuestra voluntad. Cuando estamos con nuestra pareja de carne y hueso, su voluntad también incide, lo que hace que las fantasías quizás se desarrollen en forma distinta a como las habíamos imaginado, lo que puede afectar la excitación.
También pueden afectarla los sentimientos de culpa. Por ello hay que desterrarlos apenas aparecen. La excitación tiene vida propia. No somos responsables de los estímulos que la provocan.
Sexo con un extraño
Se ha descubierto que entre las fantasías femeninas más recurrentes está el tener prácticas sexuales que no se sería capaz de tener en la realidad. Las mujeres tienen este tipo de fantasía en mayor medida que los hombres y un poco más de un cuarto de ellas se excita de esta forma.
Luego se ubica el tener sexo con un extraño. Un 21% de las mujeres fantasea con esto y un 19% lo hace con el hecho de estar indefensa ante la pareja. Se ha visto que esto puede ser muy excitante para personas muy resolutivas. Desde luego, tener la fantasía no implica el deseo de ser violada o provocar violaciones. Como se sabe, hay fantasías que ponen de manifiesto los fantasmas más temidos…
Tener sexo con más de un hombre es otra de las fantasías de las mujeres. Un 11% – un porcentaje mayor entre mujeres heterosexuales que entre hombres de la misma condición- fantasea con tener relaciones sexuales con otra mujer. Se ha estudiado que esto ocurriría debido a que, culturalmente, las mujeres reciben una estimulación similar a la de los hombres en relación a la belleza femenina y serían capaces de admirarla sin tapujos homófobos.
Sólo un porcentaje mínimo de mujeres fantasearía con obligar a alguien a tener relaciones sexuales, siendo ésta una fantasía más recurrente en los hombres.
En suma, pareciera ser que las fantasías sexuales no son un lujo sino una necesidad. Y lo serían, especialmente, cuando la rutina está alterada o empieza a carcomer la relación de pareja, cuando el romanticismo y la pasión sexual pueden estar afectadas por emergencias –como la aparición de una pandemia y el confinamiento- o estar débiles en medio de la maraña de cotidianeidad. En esos momentos, ellas pueden ser una potente herramienta para recuperar el erotismo.
Recordemos lo que dijeron los jóvenes revolucionarios de Paris-Mayo del año ‘68: ¡La imaginación al poder! O, como dicen las abuelas: no hay nada más fácil (y productivo) que echar a volar nuestra imaginación…
