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Trump, Bolsonaro, Piñera: Presidentes Machistas

Crédito Fotografía: Patricio Muñoz Moreno

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Hay una polémica por el origen del Día Internacional de la Mujer que celebramos este domingo.

Unos afirman que un 8 de marzo de 1857, unas 120 costureras de la fábrica Lower East Side que marchaban por las calles de Nueva York pidiendo por una jornada laboral de 10 horas, murieron por la represión policial. Otros -y es la historia más conocida- lo atribuyen a que ese mismo día, 129 costureras de la firma Cotton Textile de la misma ciudad murieron quemadas encerradas por sus patrones en la fábrica que ellos habrían incendiado, para que no se unieran a la huelga de sus congéneres.

Lo importante es la lucha de esas costureras, inmoladas por la policía o las llamas, que hoy honramos. Desde que en 1910, un Congreso de Mujeres Trabajadoras en Copenhage, Dinamarca, declaró el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, lo que fue respaldado en 1975 por las Naciones Unidas.

Las mujeres hemos ido avanzando en nuestras conquistas en estos 163 años de lucha a nivel mundial. Desde entonces a esta parte, podemos salir de casa a estudiar y ser profesionales; votar en las elecciones eligiendo nuestras autoridades; recibir ayuda de la salud pública en casos de aborto; divorciarnos de nuestra pareja; y ocupar hasta el más alto puesto en la conducción del país (honor a Michelle Bachelet, Dilma Rousseff, Cristina Fernández y tantas otras en el mundo). Nuestro más reciente éxito ha sido conquistar la paridad en los puestos de la Convención Constituyente que aprobaremos el 26 de abril.

Sin embargo, la lucha continúa por las muchas deudas que la sociedad tiene con nosotras. Por ejemplo, la brecha salarial con los hombres y, sobre todo, la violencia con las mujeres. En Chile, llegamos al 2020 con 412 víctimas de feminicidio en la década. En México, solo el año pasado, 1006 murieron en esta forma y hoy 10 mujeres o niñas caen por día en ese país a mano de sus victimarios varones. Lo Estados aprueban leyes para frenar esta masacre, pero nada es suficiente aún.

El problema de fondo es que la cultura patriarcal no cesa. Y eso lo vemos a cada rato en la actitud de los hombres respecto de cualquier avance nuestro en compartir roles impuestos por siglos. Son escasísimos los varones que hacen uso del fuero paterno cuando nace un hijo, los que se quedan en casa cuidando al abuelo, los que asisten a reuniones de curso del hijo o hija…

Mal podemos avanzar en este tema si nuestras primeras autoridades dan malos ejemplos. En estos últimos tiempos, llama la atención la cultura machista de Presidentes de distintas naciones actualmente en ejercicio. Como Trump, Bolsonaro…y Piñera.

El jefe de Estado, como un homenaje al Día Internacional de la Mujer, anunció con orgullo y pompa la Ley Gabriela, que añade a los pololos a la lista de machos condenables por violencia contra su pareja. Pero se le salió el machismo cuando durante la ceremonia expresó: “no es solamente la voluntad de los hombres de abusar, sino que también la posición de las mujeres de ser abusadas…” Y como siempre, tuvo que dar explicaciones por twitter de las que poc@s se enteraron.

Trump y Bolsonaro

Peor es el caso de sus colegas de Brasil y de Estados Unidos que llegaron a la Primera Magistratura pese a haber proclamado su aversión o desprecio por la mujer.

Durante su campaña electoral, Donald Trump hizo alarde de esta actitud. Dijo que las mujeres eran un peligro para el mundo laboral y las embarazadas para las empresas. Otras de las frases que lo condenan: “A las mujeres hay que agarrarlas por el coño”, “Es fea por fuera y por dentro” (refiriéndose a una periodista). Y a su rival Hillary Clinton, en su furiosa campaña contra ella la trató de “zorra”. Como si fuera poco,mandó “para la casa” a cuatro representantes (diputadas) demócratas con ascendencia árabe o latina, ocasión en que además de misógino se denunció como racista.

Por esta razón apenas asumió en enero de 2017, la marcha más multitudinaria ocurrida en Washington después de las que convocaba la guerra de Vietnam, fue de las mujeres contra Trump.

Otro ejemplar es Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, que se ha demostrado misógino, racista y homófobo. Durante la campaña, las mujeres hicieron gran bulla con su frase ”¡El no!” o “El, nunca”, sobre todo después de que le gritara a la diputada María do Rosario, del Partido de los Trabajadores (PT): “A usted no la violaría porque no se lo merece…” O que se pronunciara contra la brecha salarial al decir que no le pagaría el mismo sueldo a una mujer que un hombre, “porque quedan embarazadas”. Si hasta despreció a su única hija por su condición femenina: “tuve cuatro hijos y al quinto me debilité y vino una niña…”

Como si fuera poco, es homófobo, lo que quedó demostrado cuando dijo “sería incapaz de amar a un hijo homosexual” y que preferiría que “muera en un accidente a que aparezca con un bigotudo por ahí…”

Por cierto que tras salir electo como Presidente se desdijo de muchas de estas frases, pero son de aquellas que no se olvidan.

¡Es la cultura patriarcal, estúpido! … Aquélla en que nos hemos desarrollado y que tanto cuesta actualizar. Avanzamos en leyes, pero seguimos estancados en este aspecto.

Por el momento, las mujeres debemos votar por nuestras representantes y máximas autoridades con perspectiva de género.

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