
Analista.
Es intensa y constante la información sobre la guerra en Ucrania. Se pueden ver los mapas con el avance diario en los frentes de batalla. También se puede ver el volumen de las armas y el dinero entregado por los países occidentales encabezados por Estados Unidos para ganar una guerra que ya está perdida. Pero son muy pocos los medios que profundizan en el tema del dinero, para conocimiento del gran público. Me refiero al dinero grande. Analistas internacionales también se refieren a este negocio encubierto por la guerra y que opera como un factor de enriquecimiento para algunas empresas y para algunos países. Ello dilata la resolución del conflicto.
Ucrania está recibiendo un respaldo financiero significativo por parte de varios países del mundo, en forma de préstamos y donaciones provenientes del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, países europeos, además de ayuda directa de países como Estados Unidos. Este apoyo incluye armamento, información de inteligencia, apoyo operativo para el uso de armas sofisticadas como artillería de control satelital, drones, misiles hipersónicos y aviones de última generación, entre otros.
Ucrania emitió Bonos de Guerra para financiar el esfuerzo bélico en curso, a partir de la Operación Militar Especial de Rusia sobre su territorio, en cantidades significativas. En marzo del año 2022 se lanzó una emisión de mil millones de dólares. El 17 del mismo mes el gobierno emitió bonos de venta nacional por ocho mil millones de hryvnias (moneda ucraniana), bonos de duración entre uno y dos años, rentando porcentajes del orden de 10% y 11% anual.
En la medida en que se visualizaba un curso favorable para la guerra, grandes empresas norteamericanas y europeas gestoras de inversiones entraron en el negocio. Se puede mencionar a BlackRock, Fidelity International, Amundi, quienes promovieron en el mercado mundial la venta y compra de bonos en condiciones ventajosas al momento de hacer la liquidación de los mismos.
Ucrania continuó emitiendo bonos de guerra. En mayo de 2023 lanzó al mercado varios cientos de millones de dólares. Cuando era favorable el curso de la guerra, al oponerse fuertes contraofensivas a los avances rusos, las fluctuaciones ocurridas en las ofertas incentivaron a los inversionistas tanto de esas grandes empresas como inversores individuales.
La guerra se empezó a descarrilar, el avance ruso se hizo persistente, todo el apoyo en armamento y dinero ha sido insuficiente. No hay certeza de que los miles de millones aportados hayan sido bien utilizados por Ucrania. Muchos de los fondos para la guerra han sido usados para respaldar los gastos de la administración pública en sanear deudas con los funcionarios públicos y financiar servicios sociales. Quiero decir, mantener funcionando el gobierno. Otro elemento incidente es que la guerra continuó en el descalabro y los países occidentales comenzaron a problematizar la entrega de las ofertas más cuantiosas. En la medida en que el apoyo decreció, los discursos de apoyo aumentaron convirtiéndose en una música que se oye estrepitosa.
Pero existen otros frentes interesantes. Los grandes bancos mundiales, Goldman Sachs; J.P. Morgan Chase y otros, son accionistas de las industrias del Complejo Militar industrial (CMI) y han sido los mayores compradores de bonos ucranianos. ¿Cómo funciona esta especie de mecanismo? Los grandes bancos accionistas del CMI, compran bonos ucranianos y con ese dinero Ucrania compra armamento a las empresas del CMI, quienes saldan los aportes de capital de los grandes bancos y hacen grandes utilidades, todos ellos con las ventas. No hay que olvidar que dichos enormes bancos son tenedores de los bonos que en algún momento se los cobrarán a Ucrania. A ellos les conviene acumular deuda pública ucraniana. Recientemente, se les ha dificultado la venta de bonos en el mercado mundial debido a las malas noticias de los frentes de batalla, pero llegado el momento que fluctúa entre uno y dos años, ¿cómo Ucrania pagará los bonos que ha vendido? La derrota creará pésimas condiciones para la liquidación de la deuda, los inversores en bonos tendrán enormes presiones sobre ellos al no disponer de los pagos previstos que han muerto en medio de la derrota.
¿Qué la guerra perdure?
Esta realidad condiciona el comportamiento de los múltiples actores involucrados en el conflicto.
Hay quienes desean que la guerra perdure y se alargue lo más posible, que Ucrania emita más bonos y su deuda crezca. Ello implica vender más armas y acumular deuda pública que será pagada de alguna manera en un futuro incierto. Incorporar a nuevos países asustados, listos para armarse ante los pronósticos más oscuros para el futuro diseminados por los operadores de los grandes conglomerados financieros y del armamento.
Los contornos del negocio se ven complejos. La guerra hundirá a Ucrania y no podrá hacer frente a las enormes deudas. En tales condiciones los acreedores, grandes empresas, bancos o países, tendrían que enfrentar un default ucraniano, verse obligados a una reestructuración de la deuda, recurrir a la diplomacia e incluso a cesiones territoriales o cesión de recursos naturales, lo que convertiría todo esto en un negocio de grandes dimensiones capaz incluso de soportar compromisos estatales de largo plazo.
Estos componentes económicos y financieros diseñan las conductas de los intervinientes en el conflicto, ya sean combatientes o sostenedores, incentivadores del conflicto o buscadores de la máxima expansión de las operaciones y de los teatros de guerra. Podemos encontrar conductas de las más disímiles de acuerdo a los intereses en juego. Todo ello tiende un manto de opacidad muy oscuro que no deja ver la realidad cruda y cruel de la guerra. Siempre alguien sugiere utilizar armamentos más sofisticados y costosos, se ofrece a países integrar coaliciones que los hará vulnerables y deberán armarse y hacer grandes compras y contraer grandes deudas. Entretanto, cientos de miles de personas mueren, miles de familias viven sus lutos, grandes avances en ciudades son destruidos, se va dibujando un futuro catastrófico apoyado por aquellos que amenazan con una conflagración mundial.
Se tergiversan las reales intenciones, se enmascaran los verdaderos objetivos, la solidaridad se vuelve cínica y oportunista, la mentira es la moneda de cambio de cada día. Es la guerra, escenario en el cual se puede observar a la luz del día, con un poco de esfuerzo y búsqueda, las peores facetas de los seres humanos, la satisfacción de la codicia mediante la destrucción y el crimen, el sometimiento indolente y cruel. Entrando en el fin de todo con la frente en alto como si nada ocurriera o todo se convirtiera en algo de fácil despacho.