Analista.
No nos extrañemos si de pronto escuchamos frases como la que encabeza esta columna. Está dirigida a un segmento específico, previamente estudiado, analizado finamente, evaluadas las reacciones, revisados los perfiles, contados los votantes.
Si ocurre, si aparece por ahí la frase en cuestión, hay que buscar el por qué hasta hace muy poco tiempo, existió Cambridge Analytica, una empresa inglesa, que se ocupaba de temas comunicacionales y que debió cesar sus operaciones, cerrar y desaparecer. ¿Por qué? Ocurre que compró los perfiles de más de cincuenta millones de personas a Facebook, operación que se encuentra bajo investigación. Ya se han cursado multas millonarias y se analiza qué y cómo ocurrió.
Antes de que eso sucediera y fuera denunciada por actos ilegales, esta empresa apoyó campañas presidenciales en varios países, entre ellos, la de Jair Bolsonaro en Brasil y la de Donald Trump en Estados Unidos. Sus servicios, por ejemplo, eran capaces de aportar qué cantidad de ciudadanos estaban indecisos a la hora de votar en el estado de Nebraska o en Belo Horizonte y no sólo eso, sino decir de qué modo podían ser manipulados para votar por Trump o Bolsonaro.
Quiero decir, elaborar los contenidos específicos dedicados a esas personas para provocarles determinadas reacciones, mensajes, videos, memes, frases en TV, anuncios, mentiras, semi verdades. Todos dirigidos a las plataformas de esas personas y casi con nombres y apellidos a más de veinticinco mil ciudadanos indecisos.
¿Y de Dónde Fluye la Información?
Los ciudadanos, de buena fe y quizá ingenuamente, suben información a las diversas plataformas de redes sociales. Interactúan en ellas. Además, hacen uso de medios tecnológicos para sus compras, pagos, transferencias y comunicaciones. Se sienten empoderados, tecnológicos, modernos. Cada cierto tiempo actualizan sus equipos ante el miedo de quedar obsoletos.
Algunos no saben que con esa conducta ponen en serio peligro su bien más preciado: la posibilidad de decidir libremente.
Cuando usted comenta con alguien en Facebook el contenido de una serie de Netflix, o le cuenta a otro sus conflictos en el trabajo. Cuando usted comparte la fecha de cumpleaños del perro de su tía, o acepta una invitación, o compra arroz en un Líder, paga con tarjeta y queda el registro de qué, cuándo, cómo, cuánto compró, cómo pagó y con cargo a qué fondos, a qué hora, cuando usted emite una opinión sobre lo humano y lo divino en alguna plataforma, usted ha creado las condiciones para que se pueda construir, de una manera extremadamente prolija, su perfil de personalidad, sus gustos, odios, preferencias, sueños, odiosidades, temores. Es decir, ha entregado los materiales suficientes para que usted pueda ser manipulado, dirigido, intimidado.
Su celular puede ser convertido en un micrófono aunque esté apagado, su computador es un libro abierto a plena luz del día, usted puede ser seguido minuciosamente porque siempre anda con el celular en el bolsillo provisto de GPS, sus correos son de fácil acceso aunque estén encriptados porque los que vigilan son los que crean el software para encriptar.
Esto no lo hace alguna empresa sino varias. Unas reúnen los datos, otras proveen una conectividad masiva, otras le cuentan que se trata de “unir personas”, “acercar amistades”, “retomar contactos perdidos”, lo invitan dulcemente a pulsar “me gusta” o a retweetear un mensaje, otras reúnen todo aquello y por medio de altas tecnologías dibujan su perfil y permiten elegir de qué modo usted puede ser manejado, influido o destruido. Son capaces de reunir miles de millones de datos sobre millones de personas a la velocidad de la luz.
Esas empresas, como Cambridge Analytica, por ejemplo, proveen servicios a múltiples interesados que necesitan vender, comprar, asustar, obligar, convencer, encontrar, desinformar. Son tremendamente útiles cuando de campañas políticas se trata como hemos visto.
Parece algo Monstruoso y lo es
Al conocer en profundidad su perfil, sus contactos y sus desplazamientos, es posible contaminar todas sus fuentes de información, contaminar a quienes lo rodean, hacerlo privilegiar ciertas relaciones, mirar preferentemente algunas plataformas, construir una credibilidad que a usted le parezca razonable y seria.
Cuando en Trinidad Tobago donde hay solo dos partidos importantes que se enfrentan, uno para los negros y otro para los indígenas, Cambridge Analytica consiguió un contrato para trabajar a favor de los indígenas y eligieron a los jóvenes negros como objetivos. Los análisis mostraron que a ellos la política no les interesaba por lo tanto la campaña debía ser reactiva.
Se trataba de convocar a los jóvenes contra algo a lo que siempre, como jóvenes que son, están dispuestos a cuestionar. La convocatoria entonces fue NO VOTES y crearon un grupo de pertenencia que se llamó SOLO HAZLO. Ello exigió un análisis muy fino para identificar las ideas fuerzas, los gustos, opiniones, deseos y pulsiones de estos jóvenes. Después de la correspondiente lluvia comunicacional lograron quitar un importante segmento de la votación a la que ese partido podía aspirar.
La falsedad parece ser una idea fuerza central en este tipo de manipulaciones. La campaña de Donald Trump, con el apoyo de los expertos de Cambridge Analytica, instaló imágenes, ideas y convicciones devastadoras en contra de la campaña de Hillary Clinton: era traidora, corrupta, debería estar presa, violó protocolos de seguridad nacional. De allí surgió con mucha fuerza esta conducta errática que valida la mentira como algo usual y nada controversial, sencillamente útil.
A partir del análisis masivo de datos de personas específicas, se construye un modelo que muestra qué ideas presentadas de qué manera tendrán mayor penetración en los votantes. Luego se instalan por medio de coberturas mediales masivas en todas las plataformas de comunicación: comunistas flojos, Chilezuela, Bachelet alcohólica, ladrona, jueces incumplidores de sus deberes, migración ordenada, aula segura, calle segura, parlamentarios vagos, políticos corruptos, Piñera ladrón, mapuche terroristas, migrantes delincuentes.
Los psicólogos juegan un papel importante en todos estos trajines, así como lo hace Jorge Selume en la Secretaría de Comunicaciones del gobierno de Chile, donde llegó desde su empresa Big Data Artool que ha dado soporte exitoso, por ejemplo, a Renovación Nacional en las elecciones municipales del año 2016.
Alerta con el Entusiasmo
Este tema entusiasma al Presidente Piñera y no dudo que le dará un extraordinario impulso en la próxima campaña presidencial. Probablemente será Selume junto a sus ciento diecinueve colaboradores, el encargado de instalar este tinglado masivo premunido de un respaldo presupuestario descomunal. Cuando se trata de mantener la posición dominante y lucrativa, nadie se fija en gastos.
Entonces, tenemos que estar alertas, mirar con detención y escuchar mejor lo que nos será propuesto. No debemos olvidar que la decisión es de suma importancia. Para evitar ser devorados por los manipuladores de turno, debemos preocuparnos, estar bien informados desde muchas fuentes, dudar de casi todo, mirar el entorno con realismo, pensar cuán factible es lo que nos ofrecen, al respecto ya tenemos la triste experiencia que estamos viviendo, ser hiper críticos sobre el perfil de los oferentes. Ya sabemos que cualquiera puede ofrecer lo que quiera, mentir, diseminar sus ocurrencias por las redes sociales y por los medios más variados y engañarnos.
Recomiendo encarecidamente darse el tiempo necesario para ver en Netflix, el documental “Nada es Privado”. Una muestra impactante de lo que estamos hablando y un alerta para cuando veamos en alguna muralla escrito: “Votar es elegir la salsa con la que serás comido”.
