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Dañar la Democracia

Crédito Foto: Patricio Muñoz Moreno

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Fue el ex Presidente de Chile, Ricardo Lagos Escobar, quien tuvo una frase célebre durante su mandato: “que las instituciones funcionen”.

Y en el Ejército de Chile, a todas luces, han funcionado demasiado, más allá de las facultades que les otorga la ley. En estos días, algunos medios de comunicación han señalado que dicha fuerza armada hizo escuchas telefónicas a diferentes escalafones del Ejército. Y no solo a ellos, sino también al periodista Mauricio Weibel, quien en los últimos años se ha dedicado a publicar artículos y libros sobre  la corrupción que habita en la rama de Bernardo O’Higgins y donde son investigados 4 ex Comandantes en Jefe de la institución.

Esta denuncia tiene varias aristas que habría que considerar.

Una, la ilegalidad que estaría cometiendo el Ejército de Chile en contra de su personal militar, ya sea en servicio activo como en retiro. Apelando a que contaban con la anuencia de un juez de la República, quien firmó dicha solicitud de escuchas telefónicas, la ley del Servicio de Inteligencia Militar señala que la actual legislación no contempla este tipo de acciones, salvo en los temas de la Seguridad Nacional, narcotráfico y terrorismo. Se ha dicho que el magistrado fue” engañado”, que no comprendió en lo que se “metía”, o que desconocía la legislación al respecto, y que por ello la Corte Suprema decidió iniciar una investigación sobre su desempeño. Sobre el nombre del juez ni idea, porque todo ha quedado en un perfecto misterio.

Dos, las explicaciones del Ministro de Defensa Nacional Alberto Espina. Inentendibles para la opinión pública, ya que, al parecer, la autoridad no entiende o no quiere entender el trasfondo del  problema. El mismo Weibel ha dicho que el secretario de Estado mintió al avalar dichas escuchas telefónicas, de desconocer la ley y dañar la democracia, asunto que no había pasado desde el tortuoso retorno a la transición democrática, que parece no tener fin. Es más, diversos analistas han señalado que un ministro, ignorante en estas materias, en cualquier país del mundo, debería renunciar.

Tres, el mismo Espina intentó apagar el fuego con bencina: En sus declaraciones culpó a la prensa de “filtrar” informaciones que arriesgarían nuestra Seguridad Nacional. Si se leen detenidamente los artículos del colega Weibel, sus reportajes solo apunta al desfalco de los generales por motivos de corrupción. Con ello, el secretario de Estado pone límites insospechados a la libertad de expresión, al derecho a la comunicación y  la información.  Pero con ello, también, coloca en riesgo la vida del periodista Weibel y su familia. Grave.

Cuatro, llama la atención el silenció del Presidente Sebastián Piñera cuando, a todas las luces, se les está incendiando la pradera. Llama la atención, a quién le gusta ser protagonista de todo y salir siempre en la foto, no diga absolutamente nada ante un problema que tiene relación con nuestra democracia. Así las cosas,  Piñera debería hacerse cargo que a Alberto Espina -como ministro de la Defensa Nacional- el traje le quedó grande.

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