Periodista y Director de Página 19.
Un grupo de parlamentarios de la Cámara de Diputados, todos y todas de oposición, están promoviendo una reforma constitucional que indica que la administración Piñera se extinguió. Entre sus principales argumentos está que se trata de un gobierno que se ha ido quedando sin piso alguno: la revuelta popular, su ineficiencia para dar respuesta a la pandemia ante los más de dos millones de cesantes que ven, todos los días, cómo subsistir, entre otras cosas. A lo anterior, se suma su baja popularidad en las encuestas que apenas rozan los dos dígitos.
La pregunta de fondo es si se pueden adelantar o no las elecciones presidenciales para abril de 2021. Que se puede, se puede. Está en las facultades propias de los legisladores y legisladoras de la Cámara Baja. El tema es el sentido de oportunidad y cabe hacer algunas reflexiones al respecto.
Primero, preguntarse si la oposición en su conjunto está lo suficientemente unida como para ganar esas presidenciales en abril próximo. Claramente que no. Ni siquiera pudieron hacer una alianza a nivel de gobernadores y alcaldías en las pasadas primarias del 29 de noviembre pasado.
Segundo, en la misma línea, ni siquiera se han podido sentar para construir un programa común que lo haga atractivo para ganar esa potencial elección.
Tercero, está ad portas la redacción de una nueva Constitución para Chile y la elección de constituyentes, tema que debería abordar y poner el acento una oposición unida para hacer los cambios y trasformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que Chile exige.
Cuarto, para muchos no tiene sentido restarle unos meses a la administración Piñera que está prácticamente en el suelo y sigue dando tumbos por todos lados. Así, si se analiza bien a la oposición le puede convenir que Piñera siga “gobernando”, porque todo indicaría que el inconformismo en la ciudanía podría cambiar el giro político en las próximas elecciones de noviembre de 2021.
Por último, existe un real consenso que la administración Piñera 2 ha sido el peor gobierno desde que fue recuperada la transición a la democracia. Todo lo que haga o intente hacer, de ahora en adelante, es del todo irrelevante.
Pero lo más grave de todo es que, como es su costumbre, el Piñerismo no quiere escuchar. Siguen sintiendo que tiene el poder en sus manos, cuando todo indica que hace rato quien está gobernando y entregando las pautas políticas de los destinos de Chile es el Congreso Nacional.
Otra cosa tiene que ver con el perfil de su joven gabinete que, a todas luces, ha demostrado que sabe poco o nada de política, que no tiene la experiencia ni los contactos suficientes para negociar y debatir con una oposición que tiene calle y años de “carrete” político. Basta ver al Ministro de Hacienda, el Evopoli Ignacio Briones, que como un niño taimado se enoja en el Congreso Nacional, porque no le aprueban sus proyectos.
En la soledad del poder, el Presidente Sebastián Piñera se encuentra sumido en La Moneda de cristal que se puede romper en cualquier momento.
