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Carta de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sao Paulo

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El pasado 11 de agosto, frente a la entrada de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sao Paulo (el conocido Largo de Sao Francisco), diversas organizaciones sociales dieron lectura a la “Carta a las brasileñas y a los brasileños en defensa del Estado Democrático de Derecho” que ya tiene más de 1 millón de firmas y que aquí reproducimos:

«En agosto de 1977, en medio a las conmemoraciones del sesquicentenario de fundación de los Cursos Jurídicos en el país, el profesor Goffredo da Silva Telles Junior, nuestro maestro, en el territorio libre del “Largo de São Francisco”, leyó la Carta a los brasileños, en la que denunciaba la ilegitimidad del entonces gobierno militar y el estado de excepción en que vivíamos. Exigía también el restablecimiento del estado de derecho y la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.

La semilla plantada dio frutos. Brasil superó la dictadura militar. La Asamblea Nacional Constituyente rescató la legitimidad de nuestras instituciones, restableciendo el estado democrático de derecho prevaleciendo el respeto a los derechos fundamentales.

Tenemos los poderes de la República, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, todos independientes, autónomos y con el compromiso de respetar y velar por la observación del pacto mayor, la Constitución Federal.

Bajo el manto de la Constitución Federal de 1988, próxima a completar su 34º aniversario, pasamos por elecciones libres y periódicas, en las cuales el debate político sobre los proyectos para el país siempre fue democrático, cabiendo la decisión final a la soberanía popular.

La lección de Goffredo está estampada en nuestra Constitución “Todo poder emana del pueblo, que lo ejerce por medio de sus representantes electos o directamente, en los términos de esta Constitución”.

Nuestras elecciones con el proceso electrónico han servido de ejemplo en el mundo. Tuvimos varias alternativas de poder respecto a los resultados de las urnas y la transición republicana de gobierno. Las urnas electrónicas se mostraron seguras y confiables, bien como la Justicia Electoral.

Nuestra democracia creció y maduró, pero hay todavía mucho por hacer. Vivimos en un país de profundas desigualdades sociales, con carencias en servicios públicos esenciales como la salud, educación, habitación y seguridad pública. Tenemos mucho por caminar en el desarrollo de nuestras potencialidades económicas de forma sustentable. El Estado se presenta ineficiente delante de sus innumerables desafíos. Luchas por mayor respeto e igualdad de condiciones en materia de raza, género y orientación sexual aún están lejos de ser atendidas con la debida plenitud.

En los próximos días, en medio de estos desafíos, tendremos el inicio de la campaña electoral para la renovación de los mandatos de los legislativos y ejecutivos estaduales y federales. En este momento, deberíamos estar en el ápice de la democracia con la disputa entre varios proyectos políticos buscando convencer al electorado de la mejor propuesta para los rumbos del país en los próximos años.

Pero en vez de una fiesta cívica, estamos pasando por momentos de inmenso peligro para la normalidad democrática, riesgo a las instituciones de la República e insinuaciones de desacato al resultado de las elecciones.

Ataques infundados y desacompañados de pruebas cuestionan la lisura del proceso electoral y el estado democrático de derecho tan duramente conquistado por la sociedad brasileña. Son intolerables las amenazas a los demás poderes y sectores de la sociedad civil y la incitación a la violencia y a la ruptura del orden constitucional.

Asistimos recientemente a expresiones autoritarias que pusieron en riesgo la secular democracia norteamericana. Allá las tentativas de desestabilizar la democracia y la confianza del pueblo en la limpieza de las elecciones no tuvieron éxito, aquí tampoco lo tendrán.

Nuestra conciencia cívica es mucho más grande de lo que imaginan los adversarios de la democracia. Sabemos dejar de lado divergencias menores en pro de algo mucho mayor, la defensa del orden democrático.

Empapados del espíritu cívico que nos dejó la Carta a los Brasileiros de 1977 y reunidos en el mismo territorio libre del “Largo de São Francisco”, independientemente de la preferencia electoral o partidaria de cada uno, clamamos a las brasileñas y brasileños a permanecer alertas en la defensa de la democracia y del respeto al resultado de las elecciones.

En el Brasil actual no hay más espacio para retrocesos autoritarios. Dictadura y tortura pertenecen al pasado. La solución de los inmensos desafíos de la sociedad brasileña pasa necesariamente por el respeto al resultado de las elecciones.

En vigilia cívica contra las tentativas de rupturas, gritamos de forma unísona:

“!!!!Estado Democrático de Derecho Siempre!!!!»

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