Periodista.
El Dr. en Ética y Democracia considera la disposición «Ad charisma tuendum» como una nivelación necesaria que corrige una situación anómala dentro de la jerarquía eclesiástica.
El anuncio del Papa Francisco de reformar la influencia que ejerce el Opus Dei dentro de la Iglesia Católica ha sido visto como una extensión del compromiso que asumió el Pontífice de nacionalidad argentina de reformar y modernizar en el gobierno central de la Iglesia,. Esto, con vistas a garantizar una mayor transparencia dentro de la institución religiosa. Las disposiciones del Papa, contenidas en el documento «Ad charisma tuendum» («Para tutelar el carisma»), afectaron directamente a una poderosa organización presente en más de 60 países y que está integrada por unos 90.000 miembros laicos, entre ellos personalidades políticas o empresariales, y más de 2.000 sacerdotes principalmente en Europa y América Latina.
La Obra, fundada en 1928 por el sacerdote español Josemaría Escrivá de Balaguer -cuya canonización en 2002 suscitó controversias por su cercanía con el dictador español Francisco Franco-, ocupó los más altos espacios de poder en la Curia Romana desde que Juan Pablo II la elevó en 1982 al grado de «prelatura personal», la única existente a la fecha y con un poder de decisión que la equiparaba a una diócesis. Esto permitió por décadas ampliar su red de influencia dentro de colegios de élite, universidades, centros de estudio y parroquias donde, según sus detractores, se han fomentado prácticas teológicas con frecuencia ajenas a la realidad social de los grupos sociales más desposeídos.
Sobre este hito, el teólogo y Doctor en Ética y Democracia, Álvaro Ramis, considera como una nivelación necesaria la decisión papal que corrige una situación anómala dentro de la jerarquía eclesiástica. “La nueva norma viene a estandarizar al Opus Dei dentro del campo de las demás congregaciones religiosas eliminando ciertos privilegios que la singularizaban una forma bastante poco comprensible para el conjunto de la Iglesia Católica, en tanto la idea de prelatura personal no tiene antecedentes en su historia y confiere unos poderes o atribuciones tanto simbólicos como jurisdiccionales bastante amplios. La norma viene a expresar que la tradición de la Iglesia se antepone a un privilegio arbitrario que cuesta entroncar y entender”, evalúa el también rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Por lo anterior, Ramis agrega que esta prelatura singular, también ha sido considerada una amenaza entendida como “una iglesia dentro de la iglesia” o un reducto fuera de control “al romperse la cadena de mando establecida por las diócesis o arquidiócesis donde los obispos cuentan con una jurisdicción territorial a favor de esta especie de obispos sin territorio que cubren parte del mundo y que cuenta con otros adscritos a ella. Es decir, una especie de fuero que -hasta ahora- funcionaba como un cheque en blanco para esta organización”, estima.
Impacto en América Latina
En el contexto específico de la realidad de América Latina y Chile, donde la Iglesia Católica se ha visto sumida en una serie de escándalos que han golpeado su imagen pública, el académico y autor de “Dignidad hecha costumbre”, opina que el decreto representa un paso en la lucha contra los excesos cometidos en el seno de las instituciones religiosas.
“Creo que esta nueva norma pone atención en aquellos casos de abuso de mujeres que no han tenido derechos reconocidos al interior de este espacio eclesial y probablemente va a ayudar a que se desarrollen nuevas investigaciones respecto al caso de estas personas que trabajan durante toda su vida sin que sean religiosas y al mismo tiempo sin tener un contrato o regulaciones laborales”
