
A 50 años de su exilio en Francia, tres integrantes de la familia Pemjean Salvo, residentes en París, regresaron a Chile para conmemorar este significativo aniversario y reconectar con su historia, sus raíces y su identidad. Inés, Patricio y Miriam emprendieron un viaje de reencuentro con su juventud truncada, sus familiares y amigos, y con su propio país, buscando resignificar sus vidas pasadas.
Su itinerario incluyó visitas a sitios de memoria, cementerios, memoriales, centros culturales, Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, centros carcelarios de detención y tortura, así como presentaciones de libros y actividades artístico cultural. También, recorrieron las calles de sus antiguas escuelas, la que fuera su calle donde residían y el centro de Santiago, reviviendo recuerdos y confrontando el paso del tiempo.
Para simbolizar esta experiencia, confeccionaron en Francia poleras con la inscripción «-50 Años-» y los nombres de los aeropuertos internacionales de Santiago y París, junto a la fecha de diciembre de 1974 y una gráfica que representa un viaje circular que une al continente europeo y de América Latina. Insertos en una cultura, idioma y costumbres diferentes durante medio siglo, este regreso al Chile actual removió heridas, traumas y secuelas, generando intensas emociones, dolor y sentimientos complejos. Al mismo tiempo, les permitió reflexionar sobre los efectos de la represión durante la dictadura de Pinochet y su impacto en su vida familiar, vecinal, política, relaciones de pareja y vínculos sociales. Otro impacto fue observar de primera fuente las profundas transformaciones políticas, culturales y económicas de la sociedad chilena.
Próximamente, Verónica y Patricia, las otras dos hermanas, realizarán un viaje similar.
Persecución a una familia completa
Inés Pemjean (18 años), militante de las Juventudes Comunistas, a la fecha de septiembre de 1973, estudiaba Administración de Empresas en el Instituto Tecnológico de la Universidad Técnica del Estado y trabajaba en Lan-Chile. Días después del golpe de Estado, a ella la detuvieron, trasladándola a diversos centros clandestinos de tortura, abusos y violencia política sexual. Sometida a un Consejo de Guerra bajo la acusación de participar en el Plan Z, fue condenada a 29 años de cárcel, pena conmutada por el exilio.
Carlos Pemjean Liñan de Ariza, su padre, dirigente del partido Comunista, trabajaba en ENARA Ltda. A él lo secuestraron en su domicilio, tras un engaño a una de sus hijas menores por agentes de seguridad. Luego de permanecer en varios recintos carcelarios y clandestinos, salió expulsado del país desde el campo de concentración de Chacabuco. Anhelaba regresar a su país, pero la prohibición de entrada que se mantuvo hasta 1989 lo impidió. Dos años antes de su muerte, en 1990, pudo finalmente visitar Chile, junto a su esposa e hijos. En 1992, falleció a causa de un tumor cerebral, secuela de apremios y torturas.
La represión se extendió a toda la familia. Allanaron violentamente el hogar familiar en reiteradas ocasiones, amenazando a los hijos, todos menores de edad. Patricio (14 años) fue secuestrado mientras jugaba con su bicicleta, estuvo varios días en un estadio cercano a su hogar. A Miriam (13 años) la amenazaron y luego la interrogaron sobre el paradero de su padre y madre. Todos ellos, junto a Verónica 15 y Patricia 16, vivieron constante estado de indefensión, miedo e inseguridad.
Diplomacia humanitaria y solidaria
A partir de noviembre de 1974, la familia obtuvo la nacionalidad francesa, siendo repatriada en distintas fechas, gracias a la gestión del gobierno de Francia, Pierre de Menthon, embajador de Francia en Chile y Jean-Noël de Bouillane de Lacoste, cónsul de Francia en Chile, quien tuvo a su cargo personalmente el dossier de la familia Pemjean entre 1973 y 1975.
En París, se adaptaron e integraron a sus nuevas vidas, aprendiendo el idioma, cursando estudios técnicos y universitarios, insertándose en el mundo laboral, formando familias y echando raíces en la tierra de sus ancestros.