La Federación de Colegios Profesionales Universitarios de Chile (FEDCOLPROF) realizó el pasado 04 de septiembre sus elecciones internas para renovar la mesa directiva de la organización, que reúne a 23 organizaciones gremiales y que en el último periodo estuvo encabezado por la socióloga Mónica Vargas. A partir de ahora, la entidad estará encabezada por la actual presidenta del Colegio de Matronas y Matrones de Chile, Anita Román Morra.
Con una amplia experiencia dirigencial, Román asume la conducción de la FEDCOLPROF por los próximos tres años acompañada por Isabel Puga del Colegio de Psicólogos, como vicepresidenta; Maite Descouvieres del Colegio de Sociólogos y Sociólogas, como segunda vicepresidenta; Mónica Núñez del Colegio de Bibliotecarios, como secretaria Nacional; María Canales del Colegio de Enfermeras, como tesorera; Claudio Ternicier del Colegio Médico Veterinario, como director y Violeta Flores del Colegio de Trabajadores y Trabajadoras Sociales, como directora.
En esta entrevista, Anita Román -quien a fines de año deja el cargo de presidenta de su orden gremial- expone algunos de los lineamientos de su gestión en este nuevo periodo y, sobre todos, los desafíos que se ciernen sobre los colegios profesionales en el país.
– ¿Cómo recibe a la Federación de Colegios Profesionales?
– La recibimos activa, pero en deuda con las reales necesidades de los profesionales. Y digo activa porque los colegios federados han centrado su participación en la búsqueda de objetivos comunes, que no solo representen los intereses y necesidades de los profesionales del país sino que también recuperar el rol histórico que dio origen a esta federación como parte activa de los procesos políticos y sociales.
– ¿Cómo cuáles?
– Yo creo que este desafío obliga al nuevo directorio el retomar la senda de proyectos pendientes, nos parece urgente es recuperar la dignidad profesional. Hoy muchos de nuestros asociados y asociadas sufren acoso laboral, malos sueldos, gran cesantía e irrespeto a sus funciones. Y voy a hablar en este caso por los y las profesionales de la salud, y en particular por las matronas y matrones, que es lo más cercano que conozco. Cuatro años sentados en una mesa de trabajo con el Ministerio de Salud para avanzar en modificaciones necesarias y sustantivas al Código Sanitario. Incluso en pandemia, la mesa siguió funcionando. Pero el Gobierno envía un paquete de indicaciones al Congreso donde no se consideró nada de lo discutido y que, claramente, legaliza la precarización de lo profesionales de la salud.
Esto nos obliga a los profesionales a elaborar una agenda que contenga los lineamientos necesarios para la democratización de todos los procesos de participación para que en conjunto las y los profesionales del país logremos el respeto en tanto trabajadores y trabajadoras de diferentes disciplinas, que en su universalidad seamos un aporte al desarrollo del país.
– ¿Usted cree que ese trabajo no se estuvo realizando en el último periodo?
Los énfasis fueron distintos. Discutimos mucho sobre la recuperación de la tuición ética de los colegios profesionales, cuando sabemos que el Gobierno no le ha dado ninguna prioridad al proyecto de ley que aborda el tema y que duerme hace más de una década en el Congreso. Se trataron de establecer puentes de entendimiento con las autoridades en medio de la revuelta popular o en plena crisis de la pandemia, cuando nuestra postura debió ser más bien crítica. Insisto, y aquí no quiero personalizar en nadie este tema, pero creo que hubo cosas que se dejaron de hacer y otras que, si bien podrían haber sido necesarias, no se dieron en el momento oportuno o no tuvieron u mensaje con más fuerza, considerando el momento histórico y social.
– ¿Y entonces cuáles deberían ser los énfasis para este nuevo periodo?
– De alguna manera ya te los delineaba en una respuesta anterior, y son aquellos que nos hagan recuperar la dignidad de quienes somos profesionales al servicio de la sociedad. Antiguamente la educación superior era algo casi inaccesible, sólo una élite podía entrar y las capas más vulnerables ingresaban por mérito académico, pero a un costo económico enorme, pero aquellos que lograban sortear de alguna manera esa valla, tenían -por decirlo de alguna manera- un futuro asegurado.
Con la llegada de las universidades privadas, donde el poder adquisitivo importó más que el académico -el que puede pagar puede estudiar, en resumen-, y luego el Crédito con Aval del Estado (CAE) significó el ingreso de casi un millón de nuevos estudiantes en 20 años. Coronó esta estrategia de profesionalización la gratuidad implementada por la Presidenta Bachelet para el 60% de la población más vulnerable. Esto sin duda contribuyó a que miles de familias tuvieran sus primeros profesionales en el hogar y les abrió las puertas a un mundo nuevo de oportunidades y de desarrollo social, pero esa política fue sin ningún análisis de la oferta laboral, lo que se traduce en cientos de profesionales endeudados, cesantes o trabajando en áreas totalmente diferentes a las competencias adquiridas en la universidad.
Eso trajo consigo lo que estamos viviendo hoy, con varias carreras donde sobreabundan egresados, que además no siempre tienen la mejor preparación, frustrando los sueños de aquellas familias que justamente soñaron algo mejor para sus hijos e hijas, pero viven el drama de trabajos precarizados o simplemente la cesantía. Eso tenemos que detenerlo de alguna manera.
– El problema entonces es de índole académico…
– No solo eso, sino de cómo vamos conformando un sistema de educación superior que esté acorde a lo que el país requiere. Siempre se ha dicho que Chile necesita más técnicos, en distintas áreas, pero eso no puede ser sobre la base de la oferta y la demanda solamente, porque eso es abandonar totalmente a las carreras de educación superior a las reglas del mercado. Sin duda que es un elemento a considerar, pero también debemos proyectarnos para los próximos 20, 30 años.
Pandemia
– ¿La pandemia es un factor que afecta a los colegios profesionales?
– Sin duda, y ha sido un desafío interesante para todos en cómo sus asociados y asociadas han debido enfrentar el tema. Nadie ha quedado ajeno a la situación, en mayor o menor medida. Sin duda los que somos del área de la salud estuvimos más expuestos, pero también los periodistas al momento de informar, los abogados en el minuto de litigar en forma remota, los veterinarios que debieron adecuarse e incluso reinventarse ante los confinamientos estrictos, etc. Podemos citar varios ejemplos y ahí los colegios fueron una válvula de escape para recibir esa demanda y dar orientaciones técnicas en muchos casos.
– ¿Y hay alguna autocrítica sobre cómo han manejado el tema?
– No puedo criticar lo que no estaba en mis manos dirigir, prefiero hablar por mi gremio. Sin duda siempre se pueden hacer mejor las cosas, desde el minuto uno nos pusimos a disposición de nuestras colegiadas y colegiados, y también de la población. Por ejemplo, para la revuelta popular de octubre, que en términos de crisis fue un antecedente que nos permitió estar organizadas para la pandemia, pusimos a disposición un grupo de colegas voluntarios a atender a mujeres de manera virtual, para evitar la brecha de atención que se estaba produciendo por los toques de queda y estados de excepción, labor que mantuvimos cuando surge el Covid. También, junto a otras organizaciones, capacitamos a mujeres en atención de emergencia a personas con heridas y daño ocular a causa de las manifestaciones sociales.
Del mismo modo, nos pusimos a disposición de la autoridad sanitaria para participar activamente del proceso de vacunación, donde matronas y matrones de todo Chile procedieron a inocular a miles de ciudadanos, para avanzar en el cumplimiento de las metas que hoy nos tiene con muy buenas cifras de cobertura y bajo contagio. Otros colegios hicieron lo mismo, con mayores o menores avances, pero sí puedo asegurar con toda certeza que ninguno se quedó en su casa, todos salieron con su expertis a enfrentar la pandemia.
– ¿Y la pandemia alterará los planes de la nueva directiva?
– No, porque nos apura a tomar ciertas definiciones. La pandemia desnudó justamente lo precarizados que estamos, y por tanto se convierte en un aliciente para seguir trabajando, y que tenemos recuperar la dignidad perdida por el mercantilismo con que se ha manejado la oferta de educación superior y la sobreoferta de profesionales por la apertura indiscriminada de carreras.
Nueva Constitución
– ¿Cómo han visto el proceso constituyente? ¿La FEDCOLPROF se va a involucrar de alguna manera?
– En estos días tenemos que hacer nuestra primera reunión como mesa directiva y ahí vamos a fijar una postura, pero sin duda que algo tenemos que decir en el proceso. Yo en lo personal me preocupa el ruido que se ha generado en torno a la Constituyente. Las polémicas, algunas justificadas y otras no tanto, solo enrarecen el ambiente y desvían el foco del objetivo final, que es la redacción de una nueva Constitución que tiene que contener no solos derechos, también debe estar basada en principios éticos.
– ¿Y cómo podrían aportar desde la Federación al proceso?
– Yo creo que cada colegio de una u otra manera ya ha ido aportando al proceso, algunos más activos que otros sin duda, pero lo que digamos será recogido de las bases de cada colegio. Tendremos que hacer una discusión profunda al interior de la Federación para ver cómo será ese aporte. El tiempo apremia, así que también será una prioridad para las próximas semanas.
