Periodista.
Las definiciones del oficialismo no cuadran con la realidad de un país donde la mitad de los trabajadores gana poco más del salario mínimo.
Es una premisa conocida en política que cuando los niveles de aprobación ciudadana son esquivos, debes recurrir a los sectores más “duros” de respaldo. Te acercas a liderazgos como el de José Antonio Kast y apuntas a otros que tú crees más cercanos o proclives como podrían ser- en teoría- los medios. Y con mayor razón lo haces cuando te aprestas a brindar una presentación al país, una Cuenta Pública, que -la verdad- no tiene demasiado que mostrar. Podrán existir muchos anuncios e intenciones pero de “tiempos mejores” no hay nada o muy poco.
No sería raro, en esa línea, ver en los próximos días anuncios relativos, por ejemplo, a la “familia militar”, actualmente convulsionada por los últimos escándalos financieros en instituciones policiales y militares.
Luego de un prometedor cierre 2018, con un IMACEC creciendo hasta un 4,2% (octubre 2018), las expectativas económicas han ido aterrizando a un IMACEC del 1,9% en marzo 2019, por razones que siempre se le negaron a la administración anterior: las porfiadas variables externas. Eso de que cuando EEUU- y ahora China- se resfrían, la economía chilena estornuda. Y cuando ambos se disputan los mercados externos, estornuda y se resfría.
En este clima de creciente pesimismo, los anuncios sobre “Plan Clase Media Protegida” no resistieron ni siquiera el escrutinio de los medios que suelen pavimentar la exposición de los postulados de la derecha. Para sorpresa quizá del propio Ejecutivo, medios como el oficialista diario La Tercera sentenciaron: “Seguro catastrófico para afiliados de Fonasa, el único beneficio nuevo del Plan de Clase Media”.
Es decir, de una veintena de medidas supuestamente destinadas a la clase media sólo una era un anuncio realmente nuevo y el resto simplemente eventuales fortalecimientos de programas existentes, cuando no medidas que aún no pasan ni por el Congreso y otros se encuentran derechamente en trámite parlamentario, y otros bajo escrutinio de la Contraloría. ¿Puede alguien suponer que temas como la reforma previsional van a tener un fácil y expedito despacho en el Congreso? Eso presupone el Ejecutivo al “anunciar” una serie de medidas contenidas en ésta, como parte de su programa de “Clase Media Protegida”.
¿Puede alguien suponer que la reforma a las Isapres, ya calificada como una notable “cirugía plástica” del modelo de salud imperante, va a tener un fácil despacho en el Congreso? Es difícil suponer algo así, salvo que se quiera presionar a los parlamentarios opositores a una rápida aprobación de iniciativas legales sobre temas que han estado en el tapete de la discusión pública desde la misma restauración de la democracia en el país. Ni más ni menos.
Los anuncios sobre Vivienda aún deben pasar por la aprobación de la Contraloría, los de Educación
o ya son beneficios que operan o están en trámite legislativo hace más de un año en el Congreso, como la extensión de la gratuidad a los estudiantes de los centros de formación técnica e institutos profesionales e igual situación mantiene el sistema de crédito para reemplazar el cuestionado CAE.
Este claro despliegue comunicacional, con muy pocas bases de realidad, podría simplemente estar destinada a “sacar al pizarrón” a la oposición, como postula el senador Francisco Chahuán, para denunciar los que sería una conducta “obstruccionista” de la disidencia a las posturas oficiales. Algo de ello podríamos esperar también en la próxima intervención del Presidente Piñera.
Afps, educación y salud
Para decirlo en términos claros: si se quiere realmente beneficiar a la “clase media”, simplemente hay que partir por postular una reforma real al sistema pensiones, que en resumen ofrece el peor de los mundos: es caro y otorga malas pensiones. Y comenzar por definir sin dobleces ni letra chica que el 4% de cotización adicional lo administrará una entidad pública donde las AFP, que ya han lucrado por décadas del sistema, no puedan acceder y-por fin-se atrevan a competir.
En segundo lugar una verdadera reforma de salud que coloque en un sitial privilegiado a la salud pública, que atiende a un 80% de los chilenos y en su lugar a la salud privada, con el resto. Si se quiere beneficiar derechamente a la clase media, se requiere que efectivamente la educación deje de ser uno de los negocios más lucrativos del país.
Se requiere también no revertir los ya modestos adelantos que logró la última reforma tributaria, haciendo que paguen más impuestos los que tienen más y no todo lo contrario, como lo consiguen volviendo al sistema de integración tributaria. Esa misma clase media es la que paga gran parte de esa carga tributaria a través de impuestos regresivos como el IVA. “Chile tiene la segunda carga tributaria más baja de la OCDE, pero es el que más recauda por IVA y consumo”, titulaba recientemente un diario especializado en economía, cifrado este último componente en más de la mitad de la recaudación.
Se requiere también no revertir una modesta reforma laboral- ya recortada por el Tribunal Constitucional- buscando reponer el cuestionado aporte de los grupos negociadores.
Y tal vez, solo tal vez, sino no tuviéramos una de las peores distribuciones del ingreso del mundo, ciertamente de América Latina y para qué decir de nuestro referente preferido, la OCDE, las comunas ricas del país no tendrían que andar levantando verdaderos castillos feudales de seguridad ciudadana para defender las riquezas del 1% ó 2% de la población.
Comentarios aparte merecen estas definiciones sobre “clase media” que observamos en el debate público. No cuadra mucho que en un país donde la mitad de los trabajadores gana poco más del salario mínimo o menos de 350.000 pesos líquidos y donde “6 de cada 10 personas que trabajan jornada completa no podrían sacar a una familia promedio de la pobreza” (Fundación Sol, Los Bajos Salarios de Chile, 2019), pueda definirse de “clase media” y, según Libertad y Desarrollo, generar ingresos familiares por más de 1.200.000 pesos.
Tampoco en un país donde un 94% de las mujeres jubiladas en modalidad de Vejez Edad Retiro Programado (pensiones pagadas por las AFP) recibe una pensión menor a $154.304, siendo para los hombres jubilados esta cifra de un 87,5%.
La verdad es que en Chile existe una diferencia abismante entre los sectores más ricos y los más pobres, y en medio de eso meten en un mismo saco lo que denominan “clase media” que representaría el 65% de la población. Asimismo se trata de un segmento sumamente endeudado y sin capacidad de ahorro, por ejemplo para una vivienda.
Ya la Casen 2017 dio cuenta de un incremento en los niveles de inequidad, porque el 10 por ciento más rico tiene 39 veces más ingresos que el 10 por ciento más pobre, peor que en 2015 donde era 33,9 veces. En esa fecha los asalariados de más bajos ingresos no habían visto subir sus sueldos en los últimos dos años. Lo que se ratifica con lo mostrado por la Encuesta Suplementaria de Ingresos y el Índice de Remuneraciones, que demuestra un estancamiento de los pagos en el último tiempo. Ello, según los expertos, demuestra que trabajar en Chile no significa salir de la línea de la pobreza, cuando una familia está constituida por más de cuatro personas. Pero ojo, La Casen 2019 la levantará la Universidad Católica, que compitió sola para adjudicarse el proceso.
Piñera con estos anuncios más comunicacionales que reales intenta hablar a sus electores, a esa clase media aspiracional que cree, supuestamente, en el esfuerzo personal, pero que espera ayudas concretas para seguir en ese camino. Y si no los encuentra, rápidamente puede volcar sus preferencias electorales hacia otros sectores. Y la derecha lo sabe: requiere resultados concretos a la brevedad. Veremos si la estrechez de las cuentas fiscales y el escenario externo se lo permiten, amén del resultado de sus proyectos emblemáticos en el Congreso.
