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Casas Museo de Pablo Neruda: La Defensa de un Patrimonio

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La Fundación Pablo Neruda realiza por estos días una intensa campaña por atraer a nuevos visitantes y turistas a las Casas Museo de Pablo Neruda, las cuales estuvieron cerradas por casi un año y medio, debido a las restricciones impuestas por la pandemia. Y aunque reabrieron el último trimestre de 2021, el flujo de visitantes, que era su principal sostén financiero, no sobrepasa el 10% del que tenían hasta 2019.

Fernando Sáez, Director Ejecutivo de la Fundación, precisó que con la venta de entradas y souvenirs de las tiendas de cada casa, se financiaban los gastos de mantención y administración de este importante patrimonio nacional, y que durante el largo confinamiento que vivió el país, debieron echar mano a sus ahorros, llegando a un acuerdo con sus trabajadores para acortar la jornada y no tener que hacer despidos. Hasta hoy, el personal sigue ganando medio sueldo y las casas solo se abren 4 días de la semana.

Las Casas – Museo y la vida de Neruda

La de Isla Negra fue la primera (1938), y la fue construyendo a lo largo de los años, era su refugio y contacto con el mar, una de sus grandes inspiraciones donde dio vida a “Los Versos del Capitán”, entre otras obras. En ese tiempo era un lugar inóspito, sin caminos, conocido como “Las Gaviotas”, pero que Neruda rebautizó como Isla Negra, por el color de las arenas y roqueríos, y la furiosa embestida de las olas.

Luego vino La Chascona, a los pies del cerro San Cristóbal (1953), una casa con forma de barco, que fue un refugio para vivir su amor secreto con Matilde Urrutia, -cuyo nombre apela a la rojiza y desordenada cabellera de Matilde- , lugar de encuentro con otros poetas y literatos. La casa fue vandalizada tras el Golpe de Estado el 11 de septiembre, lo que no impidió que los restos de Neruda fueran velados allí en medio de una sala sin vidrios, en la fria noche del 23 de septiembre de 1973, cuanto aconteció su deceso.

La Sebastiana, en el cerro Bellavista de Valparaíso, la adquirió en obra gruesa (1961), para huir del “bullicio de Santiago”, fascinado por la vista y la presencia, ya que se empinaba hacia el cielo sobre cuatro magnificos pisos; pero no podía pagarla, así que la compró a medias con una pareja de amigos, Marie Martner y Francisco Velasco, quienes ocuparon los dos primeros pisos, mientras Neruda se quedó con los dos superiores: “salí perdiendo”, comentó en broma, “compré puras terrazas y escaleras”. Y luego construyó un pequeño “altillo”, el quinto nivel, para escribir en total soledad y silencio lo que serían sus últimas obras. La llamó La Sebastiana, en honor a su primer dueño y constructor, Sebastián Collado.

“Neruda no solo hizo poesía a través de sus libros; sus casas son una forma poética de su manera de residir en la tierra”, se lee en una de tantas obras dedicadas a ellas. Cada rincón de las casas, se justifica y completa con cada objeto traído de algún lugar del mundo, o comprado en alguna feria callejera.

Fernando Sáez recalca que las casas son atractivos turísticos con gran valor cultural, tanto para los turistas nacionales como extranjeros: “visitándonos, aportan ustedes a mantener este importante legado de nuestro Premio Nobel Pablo Neruda”. La invitación es a visitar estas impresionantes casas Museo, que abren de miércoles a sábado, entre las 10 y las 18 horas. Las casas, además de contar con todas las medidas sanitarias y de aforo, cuentan con audio-guías en español e inglés, que están incluidas en el precio de la entrada, y permite a los visitantes recorrer los inmuebles sin prisa, a su propio ritmo. El acceso es por orden de llegada, salvo grupos de más de 10 personas que deben reservar con anticipación.

Más información en: www.fundacionneruda.org o al teléfono (+56 2) 777 8741.

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