Periodista y Director de Página 19.
De padres exiliados, Rodrigo Bustos Bottai -Director Ejecutivo de Amnistía Internacional Chile- nació en Roma. Solo a sus 14 años pudo pisar suelo chileno. Su padre, Patricio Bustos, un reconocido médico, defensor de los derechos humanos, fue durante 9 años director del Servicio Médico Legal.
Rodrigo, titulado de abogado en la Universidad de Chile y con un Doctorado en Derechos Humanos en la Universidad de Salamanca, ha trabajado durante los últimos 15 años en el Estado, la sociedad civil y la academia.
Trabajó en el Servicio Nacional de la Mujer como jefe del área jurídica de esa repartición, en la Inspección del Trabajo, para más tarde desempeñarse en el área Jurídica del INDH por 10 años. En la sociedad civil, estuvo como voluntario de Amnistía Internacional desde el año 2016 y en la directiva de Villa Grimaldi. En el ámbito académico es profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Diego Portales. Desde inicios de marzo 2022 es Director Ejecutivo de Amnistía Internacional Chile.
-¿Por qué una oficina de Amnistía Internacional en Chile?
-Es una oficina de defensores y defensoras de derechos humanos que se creó hace 61 años. Hay personas que no entienden por qué se llama Amnistía, y se llama así porque hace 61 años su fundador planteaba la amnistía para algunos presos de conciencia en Portugal durante la dictadura portuguesa. Se fue expandiendo y hoy tenemos presencia en 154 países. El próximo año se cumplen 40 años que hay una oficina en Chile. Tratamos de tener una lugar en todas las partes del mundo porque en todos ellos se violan los derechos humanos.
-A agosto de 2022, ¿se siguen violando los derechos humanos en Chile?
-Lamentablemente se siguen violando los derechos humanos en nuestro país y en todo el mundo. Muchas veces, hay personas que creen que se violan los derechos humanos en China, en otras dictaduras de África, de Asia, de América Latina, pero que no pasa en algunos países más desarrollados, del Norte del mundo, de Estados Unidos o Europa, pero se violan igual en todo el mundo. Chile es un país tremendamente discriminador, y esa es una de las razones porque Amnistía Internacional apoya la nueva Constitución, porque se hace cargo de la discriminación como nunca antes había hecho una Constitución de todas las personas pertenecientes a grupos discriminados. Por otra parte, no solo tenemos la historia de la dictadura, sino que el estallido social implicó vulneraciones graves de derechos humanos, de integridad física y psíquica, de miles de personas. De acuerdo a denuncias ante la Fiscalía fueron más de 10 mil. Generalmente, se violan los derechos humanos a personas discriminadas, migrantes, privadas de libertad, niñas, niños y adolescentes, personas mayores, disidencias sexuales. Ahí estamos trabajando para que, ojala, se puedan terminar con esas vulneraciones.
-Ya que tocó el tema de la nueva Constitución, ¿cómo calificaría el momento que está viviendo Chile ad portas del plebiscito de salida del próximo 4 de septiembre?
-De un momento tremendamente importante, de un hito histórico, muy relevante para Chile. Nunca habíamos tenido la posibilidad que existiera un proceso participativo para tener una nueva Constitución. Nunca, a nuestro juicio, como movimiento global por la defensa de los derechos humanos, en Chile había existido un texto y contenido tan impregnado de los que había sido un discurso de los derechos humanos en los últimos 70 años. Siempre decimos que lo que se juega el 4 de septiembre, lo que se juega es para las actuales y las futuras generaciones. Además, la propuesta de nueva Constitución tiene muchas normas muy relevantes que nos haría ser un referente mundial con respecto a todo lo que tiene que ver con la naturaleza. Se dice que puede ser una Constitución ecológica, que tiene muchos derechos medio ambientales, lo cual en un país como el nuestro, con tantas zonas de sacrificios, con la escasez de agua, con vulneraciones al medio ambiente, es muy importante porque todos estos son derechos humanos. Muchas veces se piensa que los derechos humanos son los de la dictadura o los del estallido social, pero estos son muchos más amplios.
– A su juicio, ¿cómo podrían comunicarse mejor esos derechos, porque generalmente solo se toman en cuenta los derechos sociales, como vivienda, educación, salud, pensiones?
-Discutiría eso, porque generalmente en las encuestas la gente no pone a la tortura, por ejemplo, como una falta a los derechos humanos, y pone salud, educación, salud, pero hay que decirle a la gente que esos también son derechos humanos. Claro, a mucha gente le cuesta entender eso, por eso creo que la nueva Constitución se hace cargo de manera muy sustantiva de todos estos derechos humanos. Por ejemplo, en Chile nunca ha estado contemplado el derecho a la vivienda como sí lo está en casi todas las constituciones latinoamericanas. Lo que hay que hacer en este tiempo que queda es informar y que este es un gran avance para los pueblos de Chile.
-Si gana el Apruebo está más que claro que se termina la Constitución de la dictadura, pero si llegase a triunfar el rechazo, hay sectores que señalan que igual la actual Constitución se terminaría. ¿Esto es real?
– Si gana el Apruebo solo agregaría que se viene un camino que no será tan simple, porque hay una implementación que no es de la noche a la mañana. Lo que se abre es un camino de esperanza, es un punto de partida. Si gana el rechazo, la verdad es que desde Amnistía Internacional creemos que habrá incertidumbre, que no está claro lo que va a ocurrir. Los pueblos de Chile dijeron en un 80 por ciento que querían tener una nueva Constitución, pero si el 4 de septiembre gana el rechazo no sabemos qué irá a pasar el 5 de septiembre. Creemos que el trayecto que hizo la Convención fue bueno y pensamos que no debería resolverse entre expertos, sino de manera participativa. La Convención puede tener muchas críticas, pero fue un proceso donde elegimos a nuestros y nuestras representantes, y donde hubo audiencias públicas e iniciativas populares de ley.
-¿Qué opina de las noticias falsas que rodea la campaña del plebiscito de salida? ¿Se puede decir cualquier cosa en aras de la libertad de expresión o Amnistía cree que existe un límite?
-Hay cuestiones que son equivocadamente mentiras, porque en el texto de la nueva Constitución dice algo, y hay personas de un comando u otro que señalan que expresan otra cosa. Hay periodistas que dicen algo absolutamente contrario al texto. O sea, cuando se dice que no van a haber prestadores privados en el ámbito de la salud es algo absolutamente falso, porque la propia Constitución dice textualmente que podrá haber prestadores públicos y privados. El Consejo Nacional de Televisión debería aplicar sanciones sobre esos medios de comunicación. Hay otras discusiones que son más discutibles, sobre todo en el tema de los derechos, más que con las reglas que tienen que ver con los órganos del Estado, son normas que están construidas de manera muy abierta, muy abstractas. Por lo tanto, pueden prestarse para ciertas interpretaciones. Ahí, es difícil que se pueda decir que son mentiras. Uno puede decir que son mal intencionadas.
-¿Cómo por ejemplo?
-Por ejemplo, lo que ocurre con el consentimiento o consulta de los Pueblos Indígenas, porque esa norma dice que se requerirá ese consentimiento constitucional que le afecten. Entonces, alguien podría tener una interpretación mañosa o mal intencionada pueden decir que cualquier cosa que se puede cambiar de la Constitución va a tener que requerir de ese consentimiento y, por lo tanto, este es el cerrojo indígena. Sin embargo, si uno ve ese artículo y mira el encabezado verá que solo se refiere a cierta entidad territorial y a ámbito de acción referentes a normas que se puedan producir. Hay otros que la interpretan de otra manera.
-¿Por qué cree Usted que en los sectores del rechazo tienen tanto miedo que se apruebe esta nueva Constitución?
-Esta nueva Constitución que algunos plantean como muy radical, desde Amnistía Internacional, creemos que hace dos cosas: Una es ponernos al día en materias de derechos humanos y sociales recuperando el rol del Estado, y donde Chile estaba muy detrás de países de Europa y de América Latina, y dejando atrás el sálvese quien pueda. Por otra parte, constituirse en un referente mundial en materias de derechos medio ambientales, de las mujeres y disidencias sexuales.
Por eso, Amnistía Internacional cree que esta Constitución puede ser un referente mundial a nivel internacional. También pensamos que viene a cambiar ciertas reglas del juego y que una parte de la elite política, económica, de los grandes medios de comunicación defiende con mucha fuerza la actual Constitución. Hay que entender que la Constitución de 1980 no solo defiende normas, sino también quienes la redactaron elaboraron una declaración de principios que señalaban que la idea era cambiar la mentalidad de los chilenos. Este sistema cultural todavía está muy impregnado en la sociedad chilena.