Periodista
No recordaré aquí los múltiples reconocimientos nacionales e internacionales que recibió nuestro amigo ROBERTO GARRETÓN MERINO por su incansable testimonio y denodado trabajo de defensa de los derechos humanos en Chile y el mundo. Ni mencionaré los innumerables nombramientos que le dieron organismos internacionales para estudiar y emitir informes sobre las violaciones que gobiernos de distintos continentes cometían contra sus ciudadanos.
En el Comité Pro Paz y la Vicaría de la Solidaridad lo conocimos en el espacio más íntimo, el del trabajo diario, siempre urgente, donde no era un simple trámite judicial el que importaba, sino una vida, o la libertad de un preso, o la ubicación de un detenido. Y Roberto –un hombre serio y exigente, pero afable y cariñoso en los pocos momentos de respiro- movía su figura alta y delgada como un rayo, desordenando los escritorios y movilizando energías para dar ya, ahora mismo, el siguiente paso en pos de rescatar un preso, detener una tortura o lograr saber dónde está un detenido-desaparecido.
Sus manos dibujaban la ira cuando un fracaso -el más común de los resultados en aquellos tiempos de esfuerzos aparentemente estériles- era la culminación de una iniciativa judicial. Los agitaba por sobre su cabeza, abarcando espacios ilimitados, buscando respuestas, imaginando nuevas estrategias…. Y ese peligroso llavero que colgaba de una larga cadena prendida a su pantalón, giraba por los aires, enrollándose en sus dedos al ritmo de sus vertiginosas ideas.
Apasionado de la verdad, enamorado de la justicia, un imprescindible en aquellos años en que nos habitaban el miedo y la inseguridad, y Roberto nos reafirmaba en la justicia de nuestros esfuerzos, la urgencia de seguir adelante y de seguir creyendo que los esfuerzos valían la pena, que en algún momento la verdad saldría a la luz.
Y tuvo éxito en animarnos a seguir adelante, inclaudicables. Y tuvo éxito en sus propósitos de que la verdad saliera a la luz.
Se nos ha ido un gran amigo, un hombre recto y ético, un ejemplo que sin duda fue alma principal en imponer en Chile la visión de los derechos humanos como norte de toda actividad humana. Nos deja un imprescindible, pero su legado sigue vivo entre nosotros y en Chile, especialmente en estos momentos en que, juntos, buscamos dibujar una nueva patria para todos. Hasta siempre, amigo querido!!!