“El martes 11 de septiembre termina con 26 muertos, el país está bajo control, el enemigo está neutralizado. Entre el miércoles 12 de septiembre y el 30 de diciembre de 1973, es decir en tres meses y medio, estando el país neutralizado, hay 1.800 muertos, ejecutados y torturados. En los 17 años de dictadura, de acuerdo al informe de Verdad y Reconciliación, hubo 3.197 muertos”. Es decir, en tres meses y medio se produce el 50 por ciento de los crímenes de la dictadura.
Así lo afirma el sociólogo Manuel Guerrero, quien expuso en el Instituto Igualdad del Partido Socialista de Chile el tema de la violencia, basado en su libro “Sociología de la masacre: la producción social de la violencia”, recién aparecido en librerías. En el encuentro con Guerrero participaron Ricardo Solari, presidente del Instituto Igualdad, el director ejecutivo Fernando Krauss y más de una veintena de miembros de los programas de esa institución.
El académico, quien vivió en carne propia el uso de la violencia por parte de la dictadura, afirma categórico que “en tres meses y medio se concentró más del 50% de todos los muertos de la dictadura, estando el país bajo control, neutralizado, en tres meses y medio de los 17 años. O sea, ahí lo que hay, evidentemente no es una guerra ¿qué es lo que es? Ahí yo apelo a un concepto que he tratado de instalar para el debate: el concepto de masacre. En Chile no hubo una guerra, fue una masacre”. En tres meses y medio –dice- se concentró la represión contra una población civil que no tuvo cómo defenderse.
Su libro, que se enmarca en la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, trata de comprender el fenómeno de la violencia, sin que ello signifique justificarla. El autor lo remarca cuando señala que el libro se vale del lenguaje de las ciencias sociales para tratar de “comprender, que no es lo mismo que justificar ni mucho menos perdonar, que son dimensiones muy diferentes”.
Menciona que tomó de la canción “Flores secas” de Álvaro Enríquez la pregunta que él se hace respecto a lo que ocurrió con su generación, cuando señala: “viví las masacres sin saber por qué”, refiriéndose a lo ocurrido el martes 11. El libro –dice- se interroga sobre el concepto de masacre, su genealogía y para eso va comparando las distintas violencias ocurridas durante el siglo XX en el mundo.
Guerrero menciona los distintos tipos de violencia, según la intención de quienes la ejercen. Algunos la usan para aniquilar, otros para lograr un cambio de conducta. Desde ahí analiza lo ocurrido en Chile, calificando de paso como “acciones heroicas” lo que hicieron los miembros del Gap y algunos militantes de partidos que resistieron en principio la asonada militar en momentos de la retirada, cuando los militares tenían prácticamente controlado el país.
Violencia unilateral
Guerrero explica en su texto que el golpe fue exitoso por medio de una operación militar muy rápida el once de septiembre del 73, ocasión en que mueren 26 personas incluyendo a carabineros. Luego, quienes son apresados en La Moneda empiezan a engrosar las listas de detenidos desaparecidos. “Pero, desde el punto de vista militar, de las acciones combativas, mueren 26 personas y ya tienen el país bajo control, porque cada regimiento da el golpe en su propia región y se copa en forma muy rápida y no hay otro actor que ejerza la violencia como sí ocurre en una guerra civil”.
Según sus estudios, entre el miércoles 12 de septiembre y el 30 de diciembre de 1973, es decir en tres meses y medio, estando el país neutralizado, hay 1.800 muertos, ejecutados y torturados. En los 17 años de dictadura, de acuerdo al informe de Verdad y Reconciliación, hubo 3.197 muertos. Es decir, en tres meses y medio se concentró más del 50% de todos los muertos de la dictadura, estando el país bajo control, neutralizado. En los años posteriores la violencia con resultado de muerte que ejerció el Estado fue más selectiva, pero se mantuvo el ejercicio de la tortura como medio de violencia. Por eso es que el sociólogo califica lo ocurrido en el país de masacre.
Y explica que una masacre es “una violencia unilateral, contra población civil, que no tiene posibilidades de defenderse. La masacre no depende de un número, puede ser en números pequeños o números grandes. En números grandes es el genocidio, Ruanda, Guatemala. En el caso chileno fueron 3.197 en 17 años. En el caso argentino fueron 30.000, en Guatemala en el mismo período fueron 350.000, así podríamos saltar al millón. Podríamos pensar que 3.197 es una cifra baja respecto de otras cifras, pero hay que explicar por qué se produce este número y no otro. Entonces, lo primero que hay que constatar usando estas distintas categorías que en Chile no hubo una guerra sino una masacre que, la población respecto de la cual se ejerce esta violencia unilateral, no tiene otro actor, – como en una guerra civil-, al cual acudir y por lo tanto el pueblo no combatiente, no militante, queda en una situación en que está absolutamente a merced de un actor que ejerce la violencia sin ningún tipo de contrapeso. “
