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“1976”, película chilena que rescata una realidad en las sombras

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Para nosotros, chilenos, y muchos del mundo que solidarizó con nosotros, el sobrio título de esta película chilena dice mucho: plena dictadura y un Chile que pocos conocieron entonces y que otros vivieron con el alma en un hilo. Los dos Chiles que vivíamos en esos años: el que vemos en la superficie el de todos los días, y el Chile underground, donde tantos resistentes se esforzaban en las sombras por derrocar la dictadura y resucitar el Chile de antes, aquel de esa democracia tan extensa de que gozamos sin saberlo hasta que la perdimos, y que permitió elegir por las urnas el primer gobierno socialista, el de Salvador Allende, a los 100 días aplastado por el golpe civil-militar de 1973.

La película con que debuta auspiciosamente como directora la actriz Manuela Martelli nos introduce al mundo de Carmen (Aline Kuppenheim) una dueña de casa de clase alta, Cruz Roja en su juventud, que va a supervisar los avances de remodelación de su casa en la playa. Allí llegan los hijos en sus vacaciones de invierno, y el marido médico (Alejandro Goic) los fines de semana. Hasta ahí el escenario donde irrumpe el Padre Sánchez (Hugo Medina), párroco del lugar, que le pide asista a un joven “delincuente” herido al que está escondiendo.

Acostumbrada a socorrer personas, Carmen no duda en hacerlo, sin saber en que poco a poco se irá introduciendo en un Chile peligroso, que ella no conocía, pero al parecer mira con simpatía. El muchacho herido (Nicolás Sepúlveda) es en realidad un rebelde activista que busca derrocar la dictadura por cualquier medio. Carmen lo comprende de partida y acepta seguir ayudándolo a curarse del balazo recibido, incluso arriesgando su tranquila y cómoda vida de familia burguesa para conseguir los antibióticos que necesita inyectarle.

Película de mujeres

La película hecha por mujeres tanto en lo técnico como en el guión original (que Martelli comparte con Alejandra Moffat), tiene escasos parlamentos. Todo se da en las imágenes y en el silencio de ese lugar del Litoral central, interrumpido por las olas solamente y las emociones contenidas entre los personajes involucrados en el drama. Describe muy bien ese Chile clandestino de las idas y venidas tomando precauciones para no ser seguido, zigzagueando por caminos largos y equívocos, así como abandonando el auto para tomar distintos microbuses y llegar a tiempo al “punto” donde vas a entregar y recibir información, de una persona extraña.

Carmen se incorpora así – sin imaginarlo antes – a esa cadena de resistentes en las sombras en los cuales hay que creer y confiar sin alternativas; y que, misión cumplida, los caminos deben apartarse bajo la consigna “no nos conocemos” y “no nos hemos visto nunca”.

Armas en la sombra

La película está llena de suspenso, peligros acechantes y esperanzas y en esa sola fecha engloba los diecisiete años de la dictadura militar. Para suerte de todos y tal vez decepción de los revolucionarios o resistentes de distintas formas de lucha, que arriesgaron tortura, desaparición y muerte, ese Chile terminó por otro camino: el que siempre conocimos y que logramos revivir en el plebiscito de 1988, con Augusto Pinochet todavía al mando. Nadie quería continuar con un dictador rechazado por su pueblo y los pueblos del mundo, gracias a la eficiente campaña de solidaridad desplegada en el exterior… pero nadie se atrevía a decirlo en voz alta. Fue el triunfo del lápiz sobre las armas, pero al que las armas en la sombra contribuyeron a gestar.

“1976” es un thriller político que tiene gran significado para quienes vivieron o supieron de esos dos Chiles, muy bien actuado por Aline Kuppenheim en el rol protagónico y en secundarios, Hugo Medina (el cura) y Alejandro Goic. Pero la película es de la Kuppenheim en su interpretación sobria y contenida de Carmen, una dueña de casa de clase acomodada, de quien jamás se sospecharía estuviera dispuesta a arriesgar su cómoda vida en una aventura tan peligrosa como heroica.

El mérito de la opera prima de Martelli y compañía es haber dejado un testimonio gráfico de un Chile muy alejado del que vemos todos los días y que fue tan activo y doliente como desconocido por muchos en ese largo período de recuperación de la democracia en el país.

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