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Buena iniciativa, camino tortuoso

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Para el oficialismo lo decisivo en materia de seguridad no es constatar las diferencias entre sus coaliciones y partidos, sino establecer si ellos están dispuestos a alcanzar algún acuerdo transversal, cualquiera que sea.

El que rechaza una propuesta de La Moneda debiera tener la obligación de ofrecer una solución alternativa capaz de concitar el acuerdo de sus socios. Habría que establecer la regla de que una propuesta en positivo puede ser superada por otra propuesta en iguales términos, en caso contrario, no ha lugar.

Lo que no puede ser aceptado es el rechazo puro y simple porque eso deja sin conducta al gobierno. Y el Ejecutivo se llama así porque ejecuta, actúa, toma decisiones, no porque le dejen paralizados sus propios partidos o porque se demoren tanto en decidir que lo hagan llegar atrasado, con medidas que estaba en condiciones de implementar desde mucho antes.

El oficialismo igual tendrá que llegar a acuerdo con la oposición, pero es distinto llegar rezagados, desgastados y divididos o como representantes de un sector que se presenta con un consenso básico defendido por todos.

Las iniciativas terminan aprobadas, pero el desgaste se va acumulando. Llegar a tiempo y con respaldo importa, pero ni tanto, ni tan poco. Las presidencias de ambas cámaras y el gobierno llegaron a un acuerdo para priorizar 31 proyectos de ley que, en tres tandas, cubren el presente año. ¿Todo bien? No.

Cuando el acuerdo entre estos tres actores estuvo listo, salvo tal vez el Senado, los otros debían hacer consultas. El presidente de la Cámara de Diputados, Vlado Mirosevic, no se desvivió en el intento, recibió críticas por ello, pero no ha pasado a mayores. En el caso del Ejecutivo las tensiones fueron notorias.

El Comité Político no estaba enterado, por lo que no podía salir respaldando aquello que no conocía en detalle. Esto es algo bien difícil de lograr cuando los acontecimientos son casi simultáneos, pero una vía dedicada y abierta era posible de mantener con los pares y no se hizo. Se puede evitar un desconcierto inicial, lo que se ha de recordar en futuros sucesos.

Este punto es crucial porque el Comité Político debe actuar muy unido, si quiere resistir las presiones cruzadas de los partidos, para lo que se debe contar con toda la información disponible. Tal vez la ausencia de Ana Lya Uriarte esté pesando. Como siempre, Macarena Lobos hace muy bien su trabajo, pero este no es un asunto de capacidad, sino de titularidad y en el Estado eso pesa.

Las urgencias pueden justificar alguna decisión apresurada, en alguna ocasión, pero no se puede volver la práctica habitual. Tarde o temprano se provocará la reacción y el que se adelanta mucho puede llegar a solitario por gusto.

Lo que es difícil de aceptar como explicación es que el exceso de premura lo hayan impuesto los parlamentarios. Ellos saben que no pueden marcarle los tiempos al Ejecutivo. Si lo intentan, pueden quedar desautorizados al optar por presiones de última hora. No es el estilo de los personajes involucrados.

En todo caso, esos son entretelones. Se trata de un proceso de aprendizaje. Aquí se encontró un tope, los estilos personales serán muy entendibles, pero no pueden predominar por sobre la obtención de los acuerdos internos.

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