Camilo Escalona Medina, Secretario General del Partido Socialista
El nombre de quien fue diputado socialista, vocal de la FECH, Secretario General de la JS y miembro de la Dirección Clandestina del Partido, entre Septiembre de 1973 y Junio de 1975, un periodo terrible de represión social y política del régimen fascista sobre el pueblo chileno, constituye un patrimonio histórico fundamental de la lucha por la libertad, la democracia y la justicia social.
Es un nombre cuyo arrojo y consecuencia le ubican por encima de la contingencia. Fue un militante socialista cuyo compromiso con la causa popular fue definitivo, que no se reservó nada, tampoco su vida. Lo conocí en mi condición de dirigente estudiantil, le acompañé en agotadoras jornadas de movilización en contra de la conjura golpista y estuve junto a él la mañana del 11 de Septiembre de 1973, en la Escuela de Artes Gráficas de San Miguel, portando una vieja escopeta que nada podría hacer ante los tanques y la artillería pinochetista, pero con su voluntad irreductible de resistir el golpe fascista.
Carlos Lorca fue un sabio consecuente. La amplitud de su perspectiva le hizo apoyar sin reservas el gobierno del Presidente Allende, insistiendo que el futuro de Chile y de la revolución chilena se unían sin separarse con el destino del gobierno popular. Así enfrentó a la ultra izquierda que negaba esa verdad que era irrefutable y evidente. Muchos le llamaron “amarillo”, pero el curso del proceso histórico le dio dramáticamente la razón. El derrocamiento del Presidente Allende significó que se arrasaron conquistas sociales que se habían alcanzado en una brega de muchas décadas.
En Carlos Lorca era fundamental la responsabilidad política y el más férreo compromiso con las convicciones. No llegó a la lucha popular por “moda” o apetitos subalternos, era un militante de principios, por eso, su personalidad política forjó una Juventud Socialista que fue capaz de asumir la reconstrucción del Partido en las circunstancias más adversas de su historia.
Sabiendo que la dictadura fascista sería implacable ante su decisión de resistir porque fue de aquellos pocos que vislumbró la naturaleza criminal del proyecto refundacional de la dictadura, aún así se incorporó desde el mismo 11 de Septiembre a la resistencia democrática y, una vez brutalmente implantado el régimen pinochetista, en las más difíciles condiciones de organización, fue parte de la Dirección política encabezada por Exequiel Ponce y se entregó por entero a la tarea de reorganizar el socialismo chileno en la clandestinidad, con un coraje ejemplar y una claridad estratégica que trascendió la prueba del tiempo.
El ejemplo de Carlos Lorca germinó en la lucha de miles de jóvenes socialistas que se formaron emulando su consecuente responsabilidad política, aquella que lo hizo entregarse por entero a la causa de la libertad y la justicia.
Fue un militante de un compromiso superior, de una visión política excepcional que nunca hubiera caído en la manipulación de la memoria histórica para justificar posiciones de carácter coyuntural. Quienes caen en esa práctica nefasta están señalando, precisamente, que no saben quien fue Carlos Lorca y que no tienen ninguna comprensión de su lucha y legado, de su estatura política y de su responsabilidad histórica.
Fue su firmeza de principios la que lo llevó a enfrentar el fascismo hasta dar su vida por la causa de la libertad y la justicia, la democracia y el socialismo, una lucha que entendía como fruto de la unidad y lucha sin exclusiones de las fuerzas políticas y democráticas y del conjunto del pueblo de Chile. Por eso, los jóvenes socialistas se han formado en su lucha y militancia ejemplar.