Analista político y sociólogo.
Daniel Jadue es quien con más frecuencia ha hecho frente al actual gobierno, aun desde antes que asumiera. Acaba de declarar que «el proyecto del gobierno es políticamente inviable». En política esto es sinónimo de fracaso garantizado.
El alcalde de Recoleta se refiere a que el gobierno no cuenta con el apoyo político suficiente en el Parlamento como para implementar su programa, pero está diciendo mucho más que eso.
A su juicio, este gobierno no podrá avanzar mucho más allá de “iniciar un proceso de transformaciones profundas”, no sólo porque encuentra barreras externas, lo que de verdad está criticando es la conducción política.
En Venezuela, Jadue declaró que Boric «tiene un proyecto completamente distinto [al suyo, se entiende]. No se ha planteado jamás la superación del capitalismo y del neoliberalismo”. El actual Presidente fallaría porque no tiene el propósito último correcto. No se puede llegar donde no se quiere ir.
Declara una doble inviabilidad: la que viene de las grandes limitaciones de contexto y las que provienen del liderazgo presidencial. Jadue no ocupa las palabras de Maduro, quien ha denunciado la existencia de una “izquierda cobarde” en el continente, el alcalde más bien cree que lo que existe “es una izquierda que actúa con falta de convicciones” y sabemos a quienes se refiere.
La esperanza del excandidato presidencial está puesta en el escenario político que se abre después de que la Convención obtenga la aprobación del texto constitucional, ampliando el horizonte de lo políticamente posible hasta ahora.
Obviamente, estas declaraciones no podían ser pasadas por alto, y fue su compañera de partido, Camila Vallejo, quien dio la respuesta obvia: «la viabilidad del programa de cambios depende del trabajo colaborativo y colectivo de todos».
El compromiso político no se queda en evaluar condiciones existentes, pone la voluntad en superar obstáculos y aporta activamente. Pero es ese compromiso el que el alcalde no tiene. No rompe, pero socaba. No se extralimita al punto de quiebre, no pierde las formas, pero no entrega su respaldo incondicional ni avala al gobierno en las buenas y en las malas.
Regularmente la disputa por el liderazgo comienza después de bien avanzado un período presidencial. Este no es el caso. La pregunta es a nombre de qué colectivo se está haciendo este permanente contrapunto. No es a nombre del PC, que se ha alineado (negociando duro antes) con coalición y gobierno.
La verdad es que lo que hace Jadue sirve para seguir operando tanto dentro como fuera de su partido e, incluso, de su conglomerado. Se ha constituido en un polo de atracción de disidentes de izquierda que pueden ir en aumento. Expresamente, se está dejando todas las opciones abierta y no por casualidad.
Jadue está cada vez más lejos de la Presidencia, pero cree estar cada vez más cerca del liderazgo de la izquierda radical. Quiere dar rostro a una opción que no transa con la moderación ni con ningún manual de buenas maneras políticas. Eso no encaja ni con el gobierno de Boric ni con Boric. Al menos sabe lo que quiere y nadie lo va a acusar de falta de persistencia. Incluso, a veces da la impresión de ser el único chileno que sigue en las primarias presidenciales.
