jueves, marzo 28, 2024
OpiniónCOP25: Copa Pablo Neruda

COP25: Copa Pablo Neruda

Foto de la COP23 Fidji/Bonn, 2017. (Por el alza del océano Pacífico en Fidji, la COP23 se realizó en Alemania.)

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“¿Cómo sabe el océano que lo estoy mirando?”. Pablo Neruda.

Este lugar de reflexión, que se proyecta en la medida de sus posibilidades hacia la conciencia del otro, ha tenido algunos momentos de conciencia jubilosa, que nos acercan a la poesía (poiesis, griego: creación) y otros de conciencia. Las emisiones de gases efectos invernadero se encuentran en niveles récord, los efectos del desastre climático se perciben constantemente y -aprovechando que en unos meses más la COP25 habrá de realizarse en Chile-, son también más las noticias relacionadas con el campo de negocios que abre la transformación energética. Como las preocupaciones de muchos.

De manera casi subrepticia, pero permanente, este año hemos visto el surgimiento de movimientos sociales espontáneos que yendo más allá de los líderes tradicionales y las instituciones que representan, han ido poniendo en un mismo plano los niveles de conciencia social y los del desastre climático, como si la gente hubiera pensado colectivamente, que si el tratado internacional diseñado para frenarlas, no puede impulsar la acción, en 25 años… es hora de que se conciban nuevas ideas.

Los chaquetas amarillas primero, en Francia, las huelgas de estudiantes en Bélgica, Suecia Alemania, e Inglaterra, que se fueron regando por toda Europa y pasaron luego a Estados Unidos y América, alcanzando nuestro país en una jornada mundial de protestas estudiantiles por el clima, así como el surgimiento del grupo inglés Extintion Rebellion (Extinción Rebelión), que se toman las calles y se dejan arrestar pacíficamente, para demandar que las autoridades tomen medidas efectivas contra la industria basada en fuentes fósiles de energía, son movimientos que siguen y que empiezan a tener repercusiones importantes en las estructuras de poder, aunque no reciban la cobertura noticiosa que  corresponde.

Así, el 1 de mayo, en Inglaterra, por encima de las diferencias partidarias que los enfrascan en la muy difícil situación que les plantea el Brexit, o salida de la unión Europea, los parlamentarios han apoyado una moción laborista, para declarar una “situación de emergencia climática y medioambiental”. Saludando la medida, como una forma de dar respuesta a los huelguistas escolares de clima y grupos como Extinción Rebelión, ello convierte a Inglaterra en el primer país en declarar la “emergencia climática” y en recoger de esta manera las demandas de las movilizaciones populares.

El líder laborista James Corbyn dijo a la Cámara de los Comunes al presentar su moción, que los activistas y los jóvenes «entienden de inmediato la amenaza a su propio futuro y piden la incorporación del cambio climático en los programas de estudio”. Subrayando que no podemos estar contentos de transmitir un planeta roto a nuestros hijos y que esa es la preocupación que todos deben hacerse hoy, destacó la oportunidad de actuar antes de que sea demasiado tarde como un deber histórico.

El secretario de medio ambiente inglés, reconoció por su parte «que la situación a la que nos enfrentamos es una emergencia», y pidió un enfoque consensual entre todos los partidos, para que el Reino Unido pueda liderar la acción climática.  El debate parlamentario se inició después de semanas de acción directa por parte de los manifestantes, incluidos los huelguistas escolares del clima y los ataques de Extinción Rebelión que vienen bloqueando sistemáticamente, en una nueva forma de activismo pacifista, carreteras y puentes alrededor de Londres y otros lugares.

La moción solicitó la declaración de una emergencia climática y medidas correctivas urgentes, como una “revolución industrial verde”, así como cambios en el transporte, la agricultura y otras áreas, para hacer frente a una crisis climática que saldría peligrosamente fuera de control, causando nada menos que la destrucción irreversible del medio ambiente dentro del lapso temporal de nuestras vidas, a menos que se tomaran medidas rápidas y drásticas de inmediato.

El parlamentario inglés Corbyn agregó: «Es demasiado tarde para las políticas o trucos propagandísticos dirigidos. Tenemos que hacer algo más que prohibir las pajitas de plástico. La acción individual no es suficiente. Necesitamos una respuesta colectiva que faculte a las personas en lugar de simplemente avergonzarlas, si no compran papel higiénico reciclado costoso, o conducen los automóviles más nuevos, con sistemas eléctricos que no contaminan».

En todo caso, lo que si aparece como una síntesis de lo ya realizado en la construcción de esta narrativa, es que hay una relación directa -aunque no sea inmediatamente equivalente en su orden de magnitudes-, entre los avances del colapso climático y los movimientos populares espontáneos que no responden a las directrices de las instituciones, sino a la conciencia de la evidencia del desastre y a su manifestación polisémica en distintos niveles.

Así cuando el informe de 1,5 grados de aumento de la temperatura en condiciones de desigualdad y pobreza  del IPCC (octubre 2018), pone el acento sobre los más vulnerables y el secretario general de Naciones Unidas dice que nos quedan 12 años para revertir el avance imparable una civilización que nos conduce al fin de toda vida sobre la tierra, es lógico que estemos diciendo las mismas cosas, cuando vinculamos estas dos dimensiones de la forma de vida y la conciencia que de ello vamos teniendo.

En una presentación reciente, un célebre profesor de química atmosférica de la Universidad de Harvard, conocido por establecer que los clorofluorocarbonos (CFC) estaban dañando la capa de ozono, dijo contraviniendo al secretario general de UN (que el año pasado nos advirtió tener doce) que sus estudios indican que la cantidad de años que nos quedarían antes de alcanzar estados irreversibles de calentamiento de la tierra, son sólo cinco…

El nivel de carbono ahora en la atmósfera no se ha visto en 12 millones de años, y esta contaminación está impulsando rápidamente el clima a su estado en la época del Eoceno, hace más de 33 millones de años, de acuerdo con el paleo registro que se remonta a millones de años atrás, cuando la Tierra no tenía hielo en ninguno de los polos. Entonces, casi no había diferencia de temperatura entre el ecuador y los polos, el océano estaba casi 10ºC más cálido que el actual, aumentando significativamente la cantidad de vapor de agua en la atmósfera y causando que los sistemas de tormentas fueran extremadamente violentos, porque el vapor de agua, es una función exponencial de la temperatura del agua, que alimenta su frecuencia e intensidad.

Tomando en cuenta que un 75 a 80 por ciento del hielo permanente ya se ha derretido en los últimos 35 años, la posibilidad de que quede hielo permanente en el Ártico después de 2022 es esencialmente cero. De esta manera, una acción concertada y exenta de intereses otros que la supervivencia de las especies, debe ser realizada, dentro de los próximos cinco años.

A 25 años de la primera COP

«Si bien hemos hecho enormes progresos en 25 años, el mundo todavía está detrás del cambio climático. Hoy, la urgencia de abordar el cambio climático nunca ha sido mayor. Pero debido al trabajo iniciado hace 25 años, también estamos mejor coordinados para asumirlo. Tenemos el Acuerdo de París y tenemos las directrices que fortalecen ese acuerdo. Lo que necesitamos ahora son resultados «.

Esto dijo en resumen la declaración que Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), ofreció en el acto de celebración del 25 aniversario de la entrada en vigor de la CMNUCC.

Y en verdad, es justo preguntarse sobre los resultados que han tenido las Cumbres del Clima de Naciones Unidas (COP), cuando este año se cumplen 25 que se está reuniendo. La CMNUCC se adoptó con el objetivo de «estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que evitaría interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático».

En los últimos 25 años, las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI), lejos de estabilizarse, han alcanzado niveles récord. La concentración atmosférica de dióxido de carbono (CO2), el principal GEI, aumentó de 358 partes por millón (ppm) en 1994, a 412 ppm en 2018. La última vez que se vieron 400 ppm de CO2 en la Tierra fue hace aproximadamente 3 millones de años.

La temperatura global también ha aumentado constantemente desde 0.25 ° C por encima de la era preindustrial a principios de la década de 1990, hasta un aumento de 1.1 ° C en 2018. Muy pronto, es probable que el aumento de temperatura global llegue a 1.5 ° C, declarado recientemente como un primer límite irreversible por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) para evitar los impactos catastróficos del cambio climático. Todo este tiempo, la intensidad y la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos ha aumentado significativamente, destruyendo vidas y medios de vida. Entre 1997 y 2016, por ejemplo, los fenómenos meteorológicos extremos causaron más de 500,000 muertes y pérdidas económicas de alrededor de US $ 3.16 billones en todo el mundo. Y, si no prestamos atención a la advertencia del informe especial del IPCC sobre 1.5C, estos números parecerán minúsculos dentro de diez años.

Y es que no ha sido fácil llegar al momento en que nos encontramos. Un conjunto de documentos descubiertos y hechos a la luz pública el 19 de abril, informan de que manera un poderoso grupo de lobby de la industria de combustibles fósiles influyó en el proceso detrás de las evaluaciones del clima de las Naciones Unidas durante décadas, utilizando a cabilderos y científicos financiados por la industria para manipular las negociaciones internacionales. Los documentos muestran cómo el CCG influyó en las negociaciones internacionales, manipuló el proceso del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) y emprendió una completa campaña de desinformación, diseñada para arrojar dudas sobre la ciencia del clima.

Los documentos incluyen cientos de informes, actas de reuniones, notas y correspondencia de la Global Climate Coalition (GCC). Fueron publicados por el Centro de Investigaciones Climáticas en colaboración con dos otras organizaciones activistas del clima de los Estados Unidos de Norteamérica. Los documentos datan de 1989 y continúan hasta el 2002, cuando el GCC fue disuelto porque la industria de los combustibles fósiles sucumbió a la presión pública que rechazaba sus tácticas. https://climateinvestigations.org/global-climate-coalition-documents/

El GCC fue inicialmente parte de la Asociación Nacional de Fabricantes (NAM), antes de convertirse en una entidad en 1995. NAM tiene un largo historial de defensa de partes de su membresía, incluidas las compañías tabacaleras que enfrentaban una avalancha de litigios de responsabilidad, con tácticas agresivas que incluyen desacreditar la ciencia, atacar a los científicos y engañar al público.

Los miembros fundadores del CCG fueron principalmente productores y servicios de combustibles fósiles, incluidas las petroleras Shell, Texaco (ahora parte de Chevron) y Amoco (ahora parte de BP), la refinadora de petróleo y los minoristas ARCO  y Phillips Petroleum, los mineros de carbón BHP-Utah International, Peabody y los servicios públicos de American Electric Power y Pacific Gas and Electric. Otras compañías se unieron más tarde, y el gigante petrolero internacional Exxon pasaría a ser un jugador clave en el grupo.

En los documentos se revela una campaña que duró décadas y continuó hasta 2002, con la intención de proteger los intereses de sus miembros al negar y arrojar dudas sobre la ciencia del clima, aunque internamente, el grupo había reconocido los peligros del cambio climático y el consenso científico de que el aumento global de la temperatura se debe a la quema de combustibles fósiles.

¿Estamos en el punto de inflexión?

La ventana de oportunidad, para tratar el cambio climático como una emergencia global se abre de para dejar pasar el viento de los eventos mundiales recientes. Aunque en nuestro país, de ello no se haga parte vinculante a la población. Metidos como estamos, en la forma arcaica de hacer política para, por y desde el poder, como aprendimos de lado y lado, olvidando que lo humano, es sólo una parte más del engranaje maravilloso de la existencia, aunque sea lo nuestro.

Cuando las miradas del mundo se centran en lo que sucederá a continuación (otra huelga escolar mundial el 24 de mayo, una huelga global del clima en septiembre), observamos algunos de los extraordinarios desarrollos de las últimas dos semanas.

Tanto París como Londres fueron en estos días testigos de nuevos actos poderosos de desobediencia civil climática. Más de 1000 activistas de la Extinción Rebelión fueron arrestados deliberadamente en Londres y sus mensajes crudos y sus tácticas controvertidas tomaron el ánimo público cuando una ola de calor azotó el Reino Unido durante el fin de semana de Pascua de resurrección en abril. Escenas similares estallaron en París cuando 2000 personas tomaron acción directa contra el estado y su complicidad con grandes contaminadores como Total.

Ya sea el impulso que inyectaron los jóvenes en huelga escolar, la devastación en Mozambique causada por dos ciclones sin precedentes en semanas consecutivas, o miles de manifestantes que paralizan a Londres a través de actos audaces de desobediencia civil: el cambio climático está en los titulares nuevamente y los hacedores de política están siendo obligados a prestar atención. No escapa a esa atención, la prolongada mega sequía que ocurre en Chile, así como las inundaciones (ya con muertos) debido a las precipitaciones extremas que se han producido esta semana en el sur del país, especialmente en la región de Los Ríos.

“Legisladores, ustedes no habrán hecho nada, si sus leyes no tienden a disminuir la extrema desigualdad en que está repartida la riqueza». Maximiliano de Robespierre.

 (Discurso sobre la desigualdad, 5 de abril de 1791)

A la imagen del documento que constituye, estas notas se encuentran de lleno en la búsqueda de una narrativa, o del cómo establecer un relato que permita permear la alienación de una realidad que solo es equivalente al esfuerzo con que se escamotea. Efectivamente, como la causa del recalentamiento global es la emisión de gases con efecto invernadero (GEI) en la atmósfera y estos provienen del consumo masivo de hidrocarburos fósiles, que ha hecho y sigue haciendo el modo de producción capitalista en el cual nos encontramos desde la revolución industrial, el intento porque la ciencia de esta realidad no sea conocida y que no se tomen decisiones políticas que modifiquen el sistema económico, son enormes y sus alcances de impacto sorprendente.  Son cientos de millones de dólares los que se “invierten” cada año en financiar lobbistas, Institutos, cátedras universitarias, publicaciones y Think Tanks especializados en difundir información falsa contra la información científica que documenta el Cambio Climático y sus causas.

A raíz del huracán que asoló las costas del Este de USA, en septiembre 2018, causando graves desastres, es bueno destacar que el 2012, se pasó en esos estados una legislación que prohíbe la investigación científica sobre cambio climático, para no afectar las inversiones en bienes raíces…

Cuando las fuerzas políticas se agitan para vender su preocupación por el Colapso Climático, ahora que la COP25 se realizará en Chile, podemos repetir que “no ha habido estrategia de campaña, ni programa de gobierno, que instale al Cambio Climático en el centro de sus preocupaciones, otorgándole el papel decisorio que ya tiene, y que sólo tendrá inevitablemente cada vez más en el devenir del Estado. Sin embargo, más que otras veces, el período que cubra el desarrollo de este programa, será decisivo para construir una sociedad relativamente próspera y equilibrada en todos sus aspectos.

Habríamos de  esforzarnos por implementar vías de conexión estratégicas entre los actores nacionales y la comunidad internacional, en tiempos y entornos de circunstancias extremadamente difíciles y así lograr una adecuada comprensión de los profundos y rápidos cambios en el plano doméstico e internacional. Para ser capaces de apoyar la justa guía de sus esfuerzos de desarrollo con equidad en las nuevas condiciones de desarrollo económico internacional, debemos adaptarnos proactivamente, y elaborar en conjunto plataformas innovativas y abiertas de acción, en todas las áreas, que articulen los más actualizados desarrollos científicos y tecnológicos limpios, con el saber local y tradicional, construyendo espacios territoriales resilientes sobre la base de la confianza.

Bien vistas las cosas, esta es una oportunidad estratégica para lograr desarrollos significativos en medio de un contexto que nos plantea al mismo tiempo grandes desafíos, problemas de todo tipo y crecientes riesgos y peligros. Nuestra respuesta debe ser el desarrollo de una comprensión adecuada de los sistemas adaptativos complejos en que nos encontramos, tener conciencia de las dificultades presentes y futuras, desarrollar un fuerte sentido de responsabilidad y entrega, al tiempo que nos prepararnos para escenarios no necesariamente favorables.

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