Guillermo Williamson Castro, Doctor en Educación y Académico Universidad de La Frontera.
Todo es un absurdo con sentido. Mientras el Ministerio de Educación y el Consejo Nacional de Educación proclaman el cambio curricular de competencias y contenidos a habilidades y comprensiones, a la investigación y ciudadanía, la Ministra de Educación, proclama el conductismo más ortodoxo: la instalación de la política de la zanahoria y el garrote, del premio y la reprimenda, del incentivo y la sanción, del refuerzo y el castigo. Al que le va bien en el sistema y se porta bien: premio; al que le va mal o se porta mal: castigo. ¡Pobres estudiantes y docentes de aquellos establecimientos afectados directamente!, obligados a someterse a la vieja práctica autoritaria de que sus actos de compromisos o estudios tienen por consecuencia la vida o la muerte, la satisfacción o la frustración, la posibilidad de continuar aprendiendo, el reconocimiento de los poderosos, la autosatisfacción egoísta o el ser sometidos a la humillación del desprecio, el despojo y la exclusión. Muchas veces con la complicidad de los líderes de la educación en las comunidades educativas. Por ello esa preocupación ministerial se fundamenta en una psicología generada en la primera mitad del siglo XX, asociada a las máquinas de enseñar previas a la internet, al modelo industrial fordista anterior al teletrabajo y desarrollo profesional autónomo; expresa también una visión política e ideológica de la educación: la del control del pensamiento (mentes y espíritu) y de los comportamientos (cuerpos en el mundo) operando por la vía de los cambios ambientales de premios y castigos, según sea el desempeño de los individuos en relación al poder autoritario de la gran hermana y sus adláteres, de dirigentes y liderazgos educacionales acomodados o asustados, de docentes resistente en el silencio de los espacios posibles; también de académicos muchas veces cómplices pasivos o activos por su aparente amor a una ciencia educacional inocua, intimidada, centrada en comprobar el sentido común pedagógico: “el aprendizaje está determinado por el grado de vulnerabilidad de los estudiantes”…. millones de pesos para llegar a esa conclusión… o “la culpa la tiene el capitalismo”… más o menos lo mismo.
Escuelas Arriba, Aula Segura, Todos al Aula, Escuelas de Segunda Oportunidad… se inspiran en esa teoría del aprendizaje y comportamiento. A modo de ejemplo el Programa “Convive en la Escuela”, se define como “una plataforma (que) permitirá digitalizar las anotaciones positivas y negativas que los alumnos tengan en sus libros de clases, con la idea de cruzar datos y hacer un seguimiento personalizado a la conducta de los estudiantes”… “Esto es con el fin de poder ver en un lugar, de manera online, cuáles son los comportamientos que más se repiten dentro de las escuelas, que profesores tienen mayores niveles de conflictocon ciertos estudiantes y que estudiantes presentan mejoríasrespecto de su comportamiento” (El Mercurio, 23.01.2020. C.1.). Todos programas más propagandísticos que efectivos por la cobertura a la que alcanzan, aunque con asignación importante de recursos ($3.028 millones para Convivencia Escolar, 2020): poquísimos establecimientos educacionales afectados en el conjunto del sistema del país y con cero impactos nacionales en el mejoramiento de la calidad de la educación.
Para impulsar esta política de zanahoria y garrote el gobierno se apoya en los privados, colocando al sector público como objeto y no sujeto de los programas: empresas(v.gr., Compromiso País), fundaciones empresariales (v.gr.Paz Ciudadana –dedicada a la seguridad pública- y Educar Chile –apoya colegios vulnerables con profesionales no docentes), fundaciones sin fines de lucro (F. Súmate), el sector particular subvencionado, sus empresas consultoras asociadas, universidades privadas, integradas o no al CRUCH.
Nueva Educación
Sin duda que las contradicciones son graves más allá de lo imaginable. No es sólo una tensión política, que lo es: la opción del gobierno es desarmar la política de la Nueva Mayoría que impulsaba la educación pública, para consolidar la educación privada; tampoco es solamente ideológica, aunque lo es: considera por sobre el derecho a la educación el aparente derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, aunque se ha comprobado que es una falsedad. Es, además, una profunda contradicción teórica al interior del propio gobierno respecto de la teoría educacional y del aprendizaje que lo funda: dice defender valores, la libertad de elegir, méritos logrados autónomamente, aprendizajes ciudadanos, al mismo tiempo que defiende una teoría educacional conductista, instalada en la política educacional de la dictadura cívico-militar, reeditada ahora,después de haber sido despojada desde los años 90 con la democracia que afirmó el cognitivismo y el constructivismo: Piaget, Coll, Vigostsky sustituyeron a Skinner y los conductistas. Hoy, la Ministra, trae nuevamente a estos últimos para fundamentar la educación en su ideologíaneoconservadora, fortalecer la privatización y despolitización de la educación, controlar la gestión del sistema y lo más grave, las mentes, espíritu, ideas, conceptosy comportamientos de los estudiantes, según consideren que es lo positivo en su visión autoritaria del mundo: instala un modelo de premios (incentivos) y castigos asociado a un sistema de información a padres, apoderados y “líderes” (directores). La libertad de pensamiento y decisión (pensar y actuar con autonomía y responsabilidad) va sucumbiendo ante la libertad controlada por el poder (la libertad de enseñanza).
Por todo ello hay que rechazar las propuestas de Sebastián Piñera en ENADE 2020 para que en la Nueva Constitución se integren dos principios educacionales: el derecho a la educación y el derecho de los padres a escoger la educación de sus hijos. No, un solo derecho: a la educación permanente, a lo largo de toda la vida. Aceptar las propuestas del Presidente-empresario ante el concilio nacional de los grandes empresarios, es mantener el actual sistema que se consolida como uno de manipulación a través de premios y castigos, privatizado, centrado en el dinero, de calidad regular, injusto, sin oportunidades equivalente para todos (en lenguaje del sistema). Nueva Constitución: Nueva Educación.
