Este texto fue construido colectivamente por la Esquina Feminista y leído por Macarena Keller en el acto online para conmemorar el 18 de Octubre, organizado por la Esquina de la Dignidad, grupo de vecinas y vecinos autoconvocados en Coventry con Simón Bolívar en la comuna de Ñuñoa, que desde el inicio de las protestas está organizado y sigue movilizado en cuarentena.
Buenas noches, en primer lugar, muchas gracias por ser parte de esta transmisión y por mantenerse activos en la lucha social que nos convoca como Esquina de la Dignidad.
Como Esquina Feminista y la voz de las mujeres que represento, les cuento que estamos contentas de estar hoy en este espacio político. No es cualquier día, celebramos un despertar que no volverá a dormirse y estos pequeños, pero profundos actos, son la prueba de ello.
Este momento particular tiene características que nos llevan a expresar fuertemente que «lo personal es político».
La cuarentena que vivimos en Ñuñoa y en muchas comunas y, la crisis sanitaria en general, devela la mentira de la separación entre casa y trabajo, privado y público, personal (íntimo) y político (social).
La crisis profundiza desigualdades, y ahí las mujeres, las trabajadoras (con contrato, “boletariadas” e informales) y las cuidadoras nos llevamos gran parte del peso.
Quiénes nos escuchan y corren todo el día para terminar tareas que siempre quedan inconclusas, que se sienten en deuda con las obligaciones de cuidado y también con sus trabajos remunerados, quienes se angustian porque no les dan la necesaria atención a sus hijes o no alcanzan a hacer las guías que envía del colegio, saben de lo que estamos hablamos.
Hoy son tiempos muy complejos para todos, pero especialmente para las mujeres. Se nos pide que trabajemos como si no tuviéramos hijos, y que criemos y eduquemos como si no tuviéramos que trabajar. Y bueno, el día sólo tiene 24 horas, no somos capaces de tanto.
Y si es difícil para nosotras, sabemos que lo es aún más para las mujeres violentadas y para las que han perdido su trabajo y no saben cómo llegar a fin de mes.
Hacer política siempre ha sido difícil para las mujeres y en estas circunstancias lo es aún más. Pero aquí estamos, seguimos en esta lucha, sobre todo en estos momentos donde las diferencias y desigualdades son más evidentes. Este encierro nos pega duro y no es solo por el virus, sino por un sistema capitalista y patriarcal que sigue con sus cadenas de producción como si el virus no existiera, como si los cuerpos, nuestros cuerpos, no existieran.
Las mujeres seguimos ganando 27% menos que los hombres, el sueldo promedio de las mujeres chilenas es de $400.000 mil; aún así somos más de 2 millones de mujeres jefas de hogar. Y el 85% de los hogares monoparentales tienen una jefa de hogar mujer.
Si integramos un hogar biparental y ambos trabajamos, como tenemos cultura patriarcal y valoramos más el trabajo del hombre, la sobrecarga doméstica igual recae en nosotras, sobre nuestros hombros.
Y sabemos que lo más difícil vendrá después, cuando salgamos del encierro y no hayamos sido suficientemente productivas, cuando la salud mental de las cuidadoras esté frágil, cuando más hogares monoparentales a cargo de mujeres se instalen bajo la línea de la pobreza.
Porque sean cuales sean las cifras de empleabilidad, el problema es la inequidad de trato a las mujeres, no sólo en las menores rentas por tareas similares desempeñadas por hombres, sino del acceso a otras oportunidades, que serán vitales cuando volvamos a las calles.
No estamos confiadas en Chile y su destino.
Tal como se ha anunciado pareciera ser que en lugar de abrirse las grandes alamedas se abrirán los malls, al mismo tiempo que trabajadoras y trabajadores del sector público serán obligados a volver al trabajo presencial, con el riesgo que ello implica.
Nuestra confianza está en nosotras, en la lucha que levantamos hace seis meses y en nuestra capacidad para resistir al empresariado y al gobierno, incluso desde espacios chiquitos como éste.
No sabemos si se volverán a abrir las grandes alamedas, pero si se abren, será de nuestras manos o no será. Y estamos aquí reunidas en una declaración de principios y de esperanza para seguir construyendo. Nunca más sin nosotras.
