Periodista.
El Senado corrigió el gran error de la Cámara de Diputados y Diputadas en primera instancia, de quitarle recursos al Museo de la Memoria. Un lugar necesario, parte importante de nuestra cultura … aunque nos traiga recuerdos y testimonios de lo peor de nuestro pasado reciente: la ausencia de libertad de expresión y de conciencia, las detenciones arbitrarias, las torturas y las desapariciones forzadas de personas que pensaban distinto.
Eran tiempos oscuros, pero también teníamos algunas alegrías: tiempo de la nueva trova cubana, música que nos consolaba en la soledad de nuestros escondites bajo la dictadura. “Yo pisaré las calles nuevamente/ de aquel Santiago ensangrentado/…” que en estos días de su partida nos ha recordado el inolvidable Pablo Milanés…. Junto a tantas bellas canciones de la cultura que creamos entonces.
… El tiempo de la Peña de los Parra de la calle Carmen, y de otras menos famosas pero igualmente acogedoras donde íbamos a buscar el calor sin preguntas de quienes pensábamos igual y luchábamos por volver a la democracia. Donde recibíamos con fiestas a los trovadores que, como el Payo Grondona, volvían del largo exilio para sumarse a nuestras luchas a través del canto
… De una época donde mencionar la palabra democracia era peligroso y había que buscar eufemismos o equivalentes
… Del acoso a los periodistas valientes (como los de Radio Chilena o Cooperativa) para que entregaran las cintas con la grabaciones de sus entrevistas a opositores, como Irene Geis, y su defensa irreductible a ellas…
…De los boletines clandestinos que se escribían sobre hojas de roneo, de noche, cuando en las casas del barrio todos dormían y en algunas, también se confabulaba para salir del. pozo. Se elaboraban en máquinas de escribir que en el día se ocultaban, con música ambiente para que el vecino no escuchara su repiqueteo picando el stencil de lo que después se imprimiría en un mimeógrafo oculto en un rincón de la casa de los valientes que osaban tenerlos…
Tiempos de angustia y temor, pero también de gran solidaridad y de amistades muchas veces riesgosas, pero a las que la amenaza de la prisión y desaparición si te descubrían le daban un calor y tinte distintos.
Tiempos de despidos y cesantías prolongadas, que sólo superabas si alguna amiga como Myriam Saa, te conseguía un trabajo en alguna ONG con apoyo de algún país democrático extranjero. Y donde por supuesto, hacías una labor digna, pero totalmente separada de tus tareas clandestinas que no podías mencionar ante nadie, por buena onda que pareciera, para no perjudicarlo ni “quemar” esa fuente de ingreso. Pero muchos más siguieron cesantes y debieron partir con destinos inciertos.
Por largos período combinabas estas tareas con otras públicas, como aquéllas que nos tocó cumplir en el Colegio de Periodistas, saliendo a la calle amordazados, para gritar por libertad de expresión y de prensa.
Con la llegada de la Democracia, tratamos de rehacer o de empezar un mundo nuevo. Pero sin olvidarnos del pasado. Eso es la Memoria. La indispensable e irrenunciable Memoria. Recordar para no olvidar lo bestia que el ser humano puede llegar a ser si nos descuidamos. Y para tomar fuerza para jurar y prometer un “nunca más”… Un nunca más que algunos no necesitan que se los repitan porque ahí están las tumbas de sus seres queridos que se perdieron en esa larga noche chilena…
El Museo de la Memoria es un hito en la esencia de lo que somos como país. Para expulsar de nuestro ser las debilidades del pasado, avergonzarnos de ellas sí, pero no temer exponerlas al mundo y presentarlas a las nuevas generaciones… para que “nunca más”. Y rendir homenaje así a los Derechos Humanos que nunca debieron atropellarse. En especial, el derecho a Pensar Distinto.
En fin, son parte de los Derechos Sociales, por los que hoy seguimos bregando en el diseño de una nueva Constitución que los tenga como marco y los consagre.
Han sido mis palabras de agradecimiento al recibir la semana pasada el Premio a la Trayectoria en Periodismo, Memoria y Derechos Humanos en el Parque de la Cultura de Valparaíso. Gracias por esta distinción que me honra y que llevaré en lo profundo de mí hasta el fin de mis días.
