Periodista.
Está en plena elaboración una estrategia de la derecha destinada -¡qué duda cabe!- a socavar los cimientos del gobierno del Presidente Gabriel Boric. De paso, quitar toda legitimidad al trabajo que han realizado los convencionales en la elaboración de una nueva Constitución.
No son pocos los chilenos y chilenas que han dado cuenta en las redes sociales de que en el país está apareciendo un tufillo desestabilizador, semejante en alguna medida a lo que ocurrió durante el gobierno de Salvador Allende.
Allí están los titulares de los medios de comunicación de la derecha -es decir, casi todos- que diariamente ocupan páginas y páginas para mostrar lo “maligno” de la Convención Constitucional, que está a toda máquina intentando terminar con el borrador de la nueva Constitución. Cierto es que hay sectores minoritarios a la izquierda de los constituyentes que han entregado gratuitamente las municiones que la derecha necesitaba para armar su campaña del terror en contra de este órgano. Y a estas alturas, faltando poco tiempo para que los chilenos acudan a las urnas a decidir por el Apruebo o el Rechazo, la posibilidad que gane esta última opción está muy presente en todos los sectores políticos… Salvo para quienes insisten en darse “gustitos” personales a la hora de redactar la Constitución.
Pero, hay más señales. Allí está un sector de los camioneros que se ha negado a despejar las rutas tomadas, enfrentándose en un “gallito” con el gobierno que los llamó una y otra vez a dialogar, hasta que decidió poner mano dura. Allí está la absurda intención de parlamentarios de derecha de reunir firmas nada menos que para armar una ¡comisión investigadora! para buscar las razones que tuvo la Ministra del Interior para desconocer lo que había pasado en Talagante. Están también los nuevos intentos de esa misma derecha de acudir a Contraloría para que fiscalice al gobierno para evitar cualquier tipo de intervención en el plebiscito de salida. Y para qué hablar del “silencio de los inocentes” en la Convención Constitucional, donde decidieron concentrar todos sus esfuerzos en el plebiscito de salida. Para ello recurrirán a sus grupos de la sociedad civil, los mismos que han vociferado contra el aborto, contra quienes buscan el fin de las AFPs, contra el sistema de reparto, contra la violencia en La Araucanía, etc. etc.
Buscan desesperadamente su “aggiornamento”, de manera de no repetir el descalabro que la derecha tuvo en el plebiscito de entrada. Entonces, los viejos rostros de la derecha desaparecerán para dar paso a dirigentes vecinales, regionales, lo que sea, con tal de convencer a la ciudadanía para que rechace la nueva Carta Fundamental del país.
Y todo ello, mientras se profundiza la campaña brutal en contra de la Ministra Izkia Siches y en el fondo, contra el Presidente Gabriel Boric.
Fríamente calculado
No es casualidad que, salvo una que otra intervención, los representantes de la derecha en la Convención Constitucional hayan caído en un “extraño” ostracismo respecto a lo que ocurre en dicho organismo. Prácticamente no les hablan a los medios, los que sí no pierden oportunidad de atacarla en su campaña en contra que no da tregua. Pero los convencionales por el Rechazo, semi mudos. Ni siquiera para aprovechar los bocadillos que algunos representantes extremistas les han entregado en bandeja para criticar, una vez más, a la Convención.
La verdad es que no hay tal ostracismo. Se trata de una estrategia fríamente calculada y que está directamente ligada al plebiscito de salida que se llevará a efecto el próximo 4 de septiembre. Será el momento de aprobar o rechazar la nueva Constitución. La derecha unida decidió recorrer las regiones y preparar a sus dirigentes sociales con las bombas de racimo que lanzaran contra el trabajo realizado en el ex Congreso las semanas antes del plebiscito, para evitar la aprobación. No quieren aparecer los mismos de siempre llevando las banderas del rechazo. No olvidan el desastre que para la derecha fue el plebiscito de entrada. Ninguno menciona en voz alta el humillante resultado: 78,26 por ciento de los sufragios por la Aprobación, en tanto el Rechazo, por el cual se jugaron a todo evento, obtuvo solamente el 21,73 por ciento de las preferencias ciudadanas.
A medida que se acerca el fin del trabajo de los convencionales, se agitan cada vez más las aguas en el escenario político. Los últimos días han sido de alta tensión en torno a la Convención Constitucional. Los textos van y vienen en las comisiones. Las indicaciones también. El Plenario aprueba o rechaza. Y grandes aspiraciones ya han sido aprobadas y están en el borrador de la nueva Carta Fundamental. Varios derechos que en la actual Carta no asomaban ni por casualidad hoy ya están en el borrador. Allí se instalaron varios derechos sociales largamente solicitados por la ciudadanía. Entre ellos, el derecho a la vivienda, a una ciudad que ofrezca una vida digna, al trabajo, a la libertad sindical, a la seguridad social, a la salud, etc. Es decir, en la nueva Constitución se está construyendo lo que será el Estado Social de derechos que tanto se reclamaba.
El peligro
Pero también han existido rechazos de indicaciones que van más allá de lo que debe tener la Constitución. Y esto último fue lo que provocó un escándalo de proporciones -uno más- en los pasillos del ex Congreso Nacional.
Luego de varios días de intensas negociaciones, enojos, nervios y presiones, la Comisión de Sistema Político, al filo del término del plazo, entregó las indicaciones que determinarán qué tipo de bicameralismo establecerá la nueva Constitución de la República.
Es que poco antes, el Pleno había aprobado el fin del Senado, pero no le dio el pase a las atribuciones que en la comisión habían sido aprobadas. Se rechazó gran parte del articulado sobre el régimen político. Sobrevivieron al rechazo el nombre -Cámara de las Regiones- y las facultades de diputados y diputadas. En los hechos según declaró el parlamentario socialista Juan Luis Castro, dejaban a la Cámara de las Regiones como “una especie de moai, que mira hacia el horizonte, que no tiene facultades reales, que no integra el Congreso, que solo tiene facultades muy limitativas»,
El texto, entonces, volvió a la Comisión, no sin antes poner de espectadores de un gran show al país. Tanto, que el Partido Socialista debió salir de inmediato a respaldar a sus constituyentes, víctimas de agresión y funa tras el rechazo, en su votación en general en el pleno, del segundo informe de Medio Ambiente el cual deberá volver a ser revisado por la comisión. Convencionales de izquierda radical y de los llamados eco-constituyentes gritaron a todo pulmón “traidores” refiriéndose entre otros a sus pares socialistas. Más aún. La independiente Constanza San Juan salió del hemiciclo a leer sus nombres en voz alta como acto de intimidación.
Así las cosas, el lunes pasado se esperaba no sin preocupación la entrega del nuevo texto sobre régimen político. La comisión de origen entregó un texto -que al parecer no dejó contento a nadie- para que el Pleno las revise por una última vez. Si en esta ocasión, aunque sea por un solo voto el Pleno rechaza esas ideas, aquellos artículos deberían quedar fuera del borrador de nueva Constitución. Al respecto, constituyentes Socialistas y No Neutrales insistieron en la necesidad de entregar mayores atribuciones a la Cámara de las Regiones. «Se entregó una lista extensa sobre todas las materias que tendrán las denominadas leyes de acuerdo regional», que es como quedaron ya estampadas en el borrador de Constitución. «Se repone prácticamente todo tal como tiene hoy el Senado. En esas leyes de acuerdo regional no solo quedan las materias específicas de afectación regional, sino que salud, educación, vivienda, todo». También plantearon la necesidad de que la Cámara de las Regiones tenga incidencia en el veto presidencial, donde además se plantea aumentar el cuórum de insistencia para que pase de cuatro séptimos en ejercicio, a tres quintos en ejercicio. Son algunas de las ideas que los convencionales deberán analizar.
Un fracaso del nuevo texto en el Plenario dejaría a la nueva Constitución sin un Poder Legislativo básico. Tanta es la preocupación que hasta el propio Presidente opinó al respecto. El pasado viernes en Radio Guayacán de Coquimbo, expresó que «a mí me gusta la idea del bicameralismo asimétrico. Ahora, bicameralismo asimétrico no significa un bicameralismo simbólico».
¿Qué seguirá en estos días? Las indicaciones serán presentadas a los demás integrantes de la Comisión para que las voten en particular. Si se aprueban, pasarán al Pleno, donde se requiere un respaldo de 103 votos para lograr los dos tercios. Será la última oportunidad para construir el nuevo órgano que reemplazará al Senado. De no prosperar en el Pleno, y de ganar la opción Apruebo en el plebiscito de salida, las facultades quedarían en manos del actual Congreso Nacional.
