martes, mayo 14, 2024
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Extensiones de plantas en Chile o el empobrecimiento del tapiz vegetal de la vida

Crédito Foto de Sebastian Unrau en Unsplash

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“Cada planta te anuncia las leyes eternas, cada flor conversa más y más alto contigo”.

Goethe, La metamorfosis de las plantas, 1790

El gran Karl Linneo (Råshult, 1707-Upsala, 1778) llamado el “Príncipe de las Plantas” comprendió la maravilla de la diversidad de la vida y usando la ciencia disponible de su época, organizó la flora y la fauna conocida, en la más inteligente de las taxonomías, la que hasta de hoy usamos. En su época había solo 5.940 especies vegetales conocidas, ahora son 298.000. Sin embargo, su organización de la vida es tan perfecta, que la usamos para clasificar los 8,7 millones de especies de todos los tipos que actualmente conocemos en el mundo.

Un poco más tarde, Goethe (Fráncfort, 1749-Weimar, 1832) en su tratado: “La metamorfosis de las plantas”, habla de la fuerza que habita en las semillas. El concepto que usa es el del “arquetipo dinámico interno”, entendido como un impulso de fuerzas formativas. Dice que la planta puede crecer, dar flores o frutos, pero siempre son los mismos órganos los que, con diferentes funciones y formas, cumplen los designios de la naturaleza. Es el tallo que se ha expandido como hoja, que se repliega ahora en el cáliz, más tarde vuelve a mostrarse en el pétalo, luego se contrae en los órganos reproductores y vuelve a expandirse por última vez como fruto. Goethe entendió la magia del desenvolvimiento de la vida en las plantas. El tapiz vegetal que cubre toda la tierra está formado de millones de seres que se mueven en base de ese arquetipo dinámico interno. Él, nos conecta como tierra con el espacio infinito del universo, capturando la luz y las vibraciones espaciales a través de la molécula maravillosa presente en las plantas, llamada Clorofila. Esta alfombra verde, es una colección maravillosa de millones de plantas, árboles, arbustos y otras formas vegetales, producto de la Evolución Biológica a lo largo de milenios. Cada cual, con una función exquisita dentro del tapiz. Plantas mágicas, plantas alimenticias, medicinales, plantas de una belleza extraordinaria, plantas de venenos radicales, y muchas otras con funciones y componentes aún no develados. Emile Zola (París, 1840-Paris, 1902) coetáneo de Goethe escribe en 1864 uno de sus más bellos relatos “Cuentos a Ninon”, en que Simplicio, su personaje, ama a Flor de las Aguas, la etérea ondina de la fuente, sumergido en un bosque mágico y maravilloso, donde todos esos seres son personajes de un exultante naturalismo. Por supuesto Zola nunca imaginó que las extinciones de plantas eran agujeros permanentes en ese tapiz mágico, donde su Simplicio dejó de tener vínculos con el espacio infinito, vacíos donde solo se expandía la nada. En los últimos 250 años se han extinguido 600 plantas a nivel mundial, es decir unas 2,4 anualmente (Botanic Gardens Conservation International, 2021). Cada año tenemos más y más agujeros en el tapiz. Aún los científicos debaten cuál va ser la deuda de extinción, es decir, el costo ecológico y humano futuro de esas desapariciones.

Ya en el siglo veinte, Braun-Blanquet, botánico suizo francés, en 1979 echaría las bases de la Fitosociología o el estudio de las comunidades vegetales. Esto nos permitió conocer las formas y las leyes de cómo éstas se asocian, se ayudan y persisten a través del tiempo. Siguiendo sus pasos en Chile, el gran profesor de la Universidad de Chile, Rodolfo Gajardo Mitchell (QEPD), discípulo de Braun Blanquet, describió todas las formaciones vegetales del país, es decir, cómo éstas se asocian para la vida, lo que dejó plasmado en su libro, “La Vegetación Natural de Chile” (1994). Él, notable científico, recorrió Chile a pie tras los secretos de las plantas y se adentró en los más recónditos parajes para conocer cómo estaba hecha la fitosociología del tapiz mágico chileno.

Pero no fue hasta el año 1973 cuando el extraordinario botánico chileno Carlos Muñoz Pizarro, publicara su libro “Las Plantas Chilenas en Extinción”, donde el tema de la desaparición de plantas desde el tapiz verde nacional, cobraría importancia. Él, con su cautivante pedagogía nos introdujo en el maravilloso mundo de las plantas chilenas y en aquellas que ya no estaban. Murió repentinamente un infausto día mientras daba una conferencia sobre flora chilena en Nueva York.

Hoy sabemos que el tapiz verde chileno tiene 5.500 especies de plantas, pero sólo en 553 de ellas (cerca del 10%) se ha evaluado su estado de conservación; es decir, si están cerca o no de la extinción. Todo indica que actualmente hay una deriva inclemente hacia una pronta extinción de cientos de especies. El Estado desde los años 90 ha progresado en estadísticas, planes y estrategias, pero no en gasto público, investigación ni en conservación efectiva a nivel de especies de plantas y territorios de Chile.

Sabemos que la extinción de plantas está ocurriendo actualmente 500 veces más rápido desde la intervención del Homo oeconomicus en los ecosistemas. El estudio World’s Plants and Fungi (2020) señala que actualmente el 39,4% de las plantas del mundo se encuentran en peligro de extinción, es decir, el 40%. El tapiz del mundo pareciera estar adelgazándose y sus agujeros pronto a estallar por cientos.

Las plantas que ya se han extinguido en Chile.

Seis especies chilenas ya están registradas como extintas, principalmente plantas de islas oceánicas. Éstas son: Sándalo de Juan Fernández (Santalum fernandezianum), Eryngium sarcophyllum, Podophorus bromoides, Incienso (Robinsonia macrocephala) del Archipiélago de Juan Fernández y Toromiro (Sophora toromiro) y Palma de Rapanui (Paschalococus disperta) de Isla de Pascua.

Hasta hace poco se creía que también estaban extintas Chenopodium nesodendron y la Robinsonia berteroi (Resino hembra), especies arbustivas de Juan Fernández que desparecieron oficialmente para el mundo científico durante los años 1956 y 2004, respectivamente. Sin embargo, fueron redescubiertas hace poco por CONAF en esa isla. Similar es el caso del Azulillo (Tecophilaea cyanocrocus Leyb.) de flor azul, una planta endémica chilena que se creía extinta desde hace más de 50 años y que el año 2014 fue redescubierta milagrosamente en la zona central de Chile.

El Sándalo de Juan Fernández (Santalum fernandezianum): Sólo en esta isla se podían encontrar estos árboles de madera perfumada que alcanzaban una talla de 9 metros. Su madera era usada intensamente para hacer imágenes religiosas y reliquias. La especie fue declarada extinta en 1978. Los isleños cuentan una historia particular sobre ella, donde una vez en los años 80 pasó por allá el Almirante Merino, miembro de la Junta Militar, y al conocer la historia de la extinción ordenó a una nave de la Armada que, en su viaje por la India, trajera ejemplares de sándalos para corregir esa lamentable situación. Los Sándalos de la India (otra especie, Santalum álbum) llegaron en varias decenas a la isla, y los guardaparques locales demudados, sabia y silenciosamente, los acumularon para que luego el tiempo los tapara con un manto de olvido y no se convirtieran en una nueva planta invasora de esas islas.

La Palma de Rapanui (Paschalococus disperta): Fue una especie de palmera endémica de Isla de Pascua donde se extinguió en 1650. La superpoblación de la etnia rapanui en el período 800-1600, habría llevado a su extinción. Se postula que la desaparición de esta palma, junto con otros elementos de la biota, habría contribuido al colapso de la sociedad que habitaba en la isla en ese momento. ​Entre las causas de su extinción, se sugiere la tala para obtener los comestibles palmitos o para construir canoas para la pesca. Como ha sido documentado históricamente, este período muestra un doloroso ejemplo de falta de consciencia ecológica humana.

Las plantas que están por dejarnos

Son muchas las especies de plantas chilenas que actualmente están al borde de la extinción misma. Ya no solamente en las islas oceánicas como Rapanui y Juan Fernández, sino en la zona central del país, el lugar de mayor diversidad florística y de endemismos. Se calcula que un 68% de nuestra flora nacional está amenazada, debido a cambios en el hábitat, sobreexplotación, plantaciones forestales, ganadería, desertificación, poblamiento humano, incendios forestales y cambio climático, un porcentaje muy superior al 20% mundial en peligro. Originalmente la cubierta de los bosques templados desde la región del Maule a Aysén correspondía a 18,4 millones de hectáreas (Lara et al. 1999). Estudios recientes sobre la cubierta vegetal para la zona centro-sur de Chile, estiman que los bosques nativos cubren sólo un área total de 13,4 millones de hectáreas, lo cual implica una disminución de más de un 40% de la cobertura.

En el caso de árboles nativos chilenos, algunos investigadores de la Universidad de Concepción, evaluaron 147 especies, de las cuales el 35% están amenazadas de extinción, mientras que, de las 44 especies evaluadas por el Ministerio del Medioambiente, un 93% está amenazada de extinción.

Están por dejarnos: el Canelillo o Pitao (Pitavia punctata), Queule (Gomortega keule), Belloto del Sur (Beilschmiedia berteroana), Ruil (Nothofagus alessandrii), Orquídea Amarilla de Nahuelbuta (Chloraea cuneata), Mariposa de Los Molles (Alstroemeria pelegrina), Palma Chilena (Jubaea chilensis), Capachito (Calceolaria campanae), Avellanita (Avellanita bustillosii), Dalea (Dalea azurea), Lucumillo (Myrcianthes coquimbensis), Matarma lanosa (Metharme lanata), Michay de Paposo (Berberis litoralis) Michay rojo (Berberidopsis corallina).

CONAF hasta ahora ha hecho un esfuerzo sobrehumano por contener las extinciones de estas especies en algunas áreas protegidas, y, a través de Planes de Conservación, extender más allá de sus límites su conservación. Sin duda, un esfuerzo muy por debajo de los cientos de millones de dólares que el Estado invirtió en plantar pinos y eucaliptos. También algunas empresas y académicos han tomado algunas especies para reproducirlas biotecnológicamente, pero se trata de esfuerzos muy pequeños y asistemáticos, que debieran ser fuertemente impulsados por el Estado, garante último de la biodiversidad del país.

El futuro del tapiz verde del país en el actual contexto es altamente incierto. Según lo reveló un estudio realizado por la Universidad de Chile (2021), se estima que el 43,6 % de la vegetación nativa de Chile estaría en «alto riesgo» de desaparecer entre 2061 y 2080, en caso de mantenerse las actuales amenazas y la emisión de gases de efecto invernadero. Están por desaparecer a corto plazo cientos de arquetipos dinámicos internos como diría Goethe, se expandirán los agujeros en el tapiz verde de la vida chilena y nuestra conexión con el espacio infinito se hará más débil. Muchos espacios en la taxonomía de Linneo quedarán vacíos. Debemos actuar urgentemente y cambiar drásticamente el ritmo y la burocrática parsimonia del Estado para que ello no ocurra, o por lo menos, a más baja velocidad. La Herencia Natural de Chile sigue en peligro.

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