
Economista, Instituto Igualdad
La globalización ha sido un proceso sistémico a nivel mundial que ha permitido el crecimiento económico de muchos países, fundamentalmente, donde el comercio internacional es un componente clave que ha derivado en un creciente intercambio de bienes y servicios a los que muchos países han podido tener acceso usando las ventajas de producir y exportar determinados productos a cambio de otros que no producen.
Han sido los Estados convergiendo civilizadamente lo que ha posibilitado los acuerdos que después de largos estudios y negociaciones han generado importantes TLC, basados en el GATT y en la OMC que establecen reglas para comercio internacional, después de la Segunda Guerra Mundial con los auspicios de la ONU, con lo cual se logró orientar la economía mundial a un modelo global e integrado donde todos puedan ganar al reducir los aranceles y facilitar el comercio entre los países.
La globalización ha traído progreso
Los efectos positivos de la globalización ampliaron las posibilidades de desarrollo y crecimiento económico de los países. La colaboración público-privada se hizo indispensable a fin de canalizar el progreso y los beneficios en el desarrollo de iniciativas y de consolidación en el comercio internacional. Los TLC son un ejemplo claro de este esfuerzo para alcanzar presencia y peso en los mercados como también proteger los intereses de cada país logrados de común acuerdo.
En el libro Capital e Ideología, su autor Thomas Piketty, señala que la población mundial
A partir de la primera revolución industrial en el siglo XIX se aprecia un incremento de la renta per cápita. Para el siglo XX vemos un aumento aún mayor de la renta per cápita con relación a la población, como se observa en el gráfico siguiente. Este incremento coincide con la apertura de los mercados a nivel internacional y el aprovechamiento de los avances tecnológicos que han logrado incrementar la productividad en las economías del planeta produciendo productos y servicios de mejor calidad y más baratos. En el siglo XXI el crecimiento de la economía mundial impulsado por los países más industrializados logra hacer crecer la renta per cápita del mundo, aunque ese crecimiento exponencial no se ha dado en la mayoría de los países.
La globalización también ha profundizado la desigualdad
Desde los años 80 se ha producido un aumento de las desigualdades como resultado de la concentración de la riqueza, profundizándose las diferencias y brechas entre los países que aprovecharon los beneficios de la globalización industrializando su economía respecto de aquellos que no diversificaron su matriz productiva ni lograron incrementar la innovación y el emprendimiento. Pero, además, los decíles de los más ricos de los países con mayores ingresos per cápita aumentaron su participación en el PIB de sus países, como podemos observarlo en el gráfico anterior (Graphique 0.3.), editado en la obra citada.
La mayor parte de los países se quedaron en el área de confort que les brindó la explotación de recursos en sus economías primario-exportadoras, especialmente, aquellos con grandes reservas de productos utilizados como materias primas por otros, aprovechando las ventajas de los TLC, pero, sin el esfuerzo de agregar valor a sus exportaciones.
China, entre otros países asiáticos, logró posicionarse como líder en muchas industrias, transformarse en la gran fábrica de productos de consumo masivo en el mundo. Este país es un ejemplo de cómo el Estado, incluso con un sistema político no democrático según las reglas de Occidente, logra aprovechar las ventajas del capitalismo transformándose en un defensor de la globalización en el marco del libre comercio.
El gráfico siguiente de la misma obra de Piketty, ya citada (Graphique 0.4), permite observar la desigualdad comparada a nivel del 10% de la población de mayores ingresos de cada país o región en el año 2018, que muestra la concentración de la riqueza de esos decíles lo que determina finalmente la desigualdad y por lo tanto los mayores niveles de pobreza que puede llegar a padecer su población.
El comercio internacional con las reglas de la OMC y los TLC como componente de la globalización no ha favorecido por igual a todos los países y continentes. Asimismo, no ha sido posible reducir la desigualdad interna que muestran muchos países pese al crecimiento de sus economías ni tampoco el progreso ha llegado a todos.
EEUU y Europa fueron perdiendo posiciones en comparación a China, jugando en la misma cancha. Hoy, en el año 2025, Trumpante este nuevo escenario logra convencer y llevar a su país a reaccionar mediante una estrategia contraria a lo que impulsó EEUU con anterioridad con la pretensión de modificar la estructura mundial del comercio internacional imponiendo unilateralmente aranceles para – según él – proteger la economía de EEUU y volver a posicionarlo como el país más rico del planeta. Para ello tuvo que llegar al gobierno y disponer de los 3 poderes del estado para torcer el curso de la historia de su país e incluso pretender imponerse en solitario en el mundo.
En China el estado se abrió al capitalismo como sistema económico motor, contrariamente, en EEUU su actual gobernante interviene con todo el poder estatal para aplicar aranceles lo que equivale a quebrar la libre competencia en un mundo que estaba funcionando con reglas comunes admitidas por la mayoría de los países.
El imperio de Trump no sobrevivirá
Trump, no podrá llevar a EEUU a un nuevo liderazgo en el mundo capitalista anulando la competencia ni manipulando la incertidumbre para intentar dominar el mercado. La guerra comercial iniciada por este gobernante tendrá incluso peores consecuencias que su afán imperialista por ampliar sus territorios para asegurar su futuro. Esta guerra afectará a todo el planeta y unirá fuerzas para impedir la destrucción de las economías, especialmente, de países subdesarrollados y emergentes. Por otro lado, el intento de anexar países a EEUU lo enfrentará militarmente a otras potencias que lo harán retroceder, terminando por destruir la plataforma económica en que se puede desarrollar el capitalismo, que exige más certidumbre y equidad, lo que se logra con normas universalmente aceptadas que protejan la soberanía de las naciones, a los ciudadanos en sus derechos y supervivencia, como también al medio ambiente.
Los graves problemas que enfrenta el mundo: cambio climático, migraciones, pobreza, amenaza de la AI, requerirá de muchos recursos, sostenibilidad, gobernanza eficiente, integración y colaboración dentro de los países y entre ellos. El rol del estado será fundamental, los mercados, la clase empresarial, así como toda la sociedad civil tendrán de adaptarse a nuevas condiciones que impondrá enfrentar con éxito los problemas del planeta en el corto y mediano plazo. Los problemas señalados no tienen solución sin abordar las desigualdades con reglas universales como las que se establecieron para el comercio, ni menos, añadiendo el retroceso que representa el proteccionismo de Trump.
La viabilidad de la economía norteamericana está en alto riesgo si su gobierno quiere ir contra la racionalidad implícita del sistema capitalista, tal como los propios chinos lo percibieron. Solo firmando decretos Trump no conseguirá su objetivo al querer resolver, simultáneamente, la insostenible deuda de EEUU, reducir su déficit comercial, evitar la recesión y la inflación, conduciendo su economía a un proteccionismo extremo – al declarar una guerra comercial contra el resto del mundo – aplicando aranceles para incrementar los ingresos fiscales y reducir internamente impuestos para llevar ilusamente a EEUU nuevamente al liderazgo. Con esta política económica perdió credibilidad, confianza y quedará finalmente aislado y derrotado en esta guerra.
El daño que está provocando EEUU al mundo es devastador con el cambio radical del orden económico que quiere imponer, generando incertidumbre, más entropía que la existente, en medio de guerras genocidas interminables, donde también participa EEUU contra las resoluciones de la ONU, exigiendo su botín como mediador en los conflictos e instalando el temor de una tercera guerra mundial, valiéndose de su poderío militar como bastión.
A las pocas horas de que Trump anunciara el inicio de su guerra comercial el mundo entero comenzó a reaccionar y China replicó de inmediato con un alza equivalente de 34% como arancel recíproco a los productos de EEUU. Asimismo, en el propio país de Trump se produjeron miles de manifestaciones en contra de las políticas antidemocráticas de este gobernante que insinúa – para peor – un tercer período muy probablemente al prever que le será muy difícil cumplir con su propósito al término de su segundo mandato. RFI06042025