Periodista.
Que Paredes igualó al «Tanque» Campos en cantidad de goles en los clásicos entre Colo Colo y Universidad de Chile, que la «U» enteró siete años sin ganar al elenco popular en encuentros oficiales, que el mismo elenco de Pedreros se estanca en la tabla de posiciones y está cerca de la zona de descenso (preocupante para el club más popular del país)… En fin, son varias más las conclusiones que podemos sacar del último derby del fútbol nacional, pero lo concreto es que fue el primero en el marco de la alerta sanitaria del Covid-19, obviamente sin público (ojalá sea el último en tales condiciones), como se juegan hoy todos los partidos de balompié rentado en el mundo.
No fue un duelo brillante. Colo Colo no es el Bayern Múnich y la «U» difícilmente puede ser un espejo del Barcelona de Guardiola (porque el de Setién mejor ni mencionarlo). Pero este clásico concentró millones de miradas. Podemos seguir admirando a Paredes por sus récords, a pesar de sus 40 años edad; a Bolados por su tesón, a Matías Fernández por ciertas genialidades, a Mouche y Beausejour por su entrega, a Montillo por su talento e, incluso, a Gonzalo Espinoza, un jugador rústico para muchos pero que ha sido muy decisivo en varios pleitos, como el de este domingo 6, donde marcó el empate de los universitarios. Además, al igual que varios de los mencionados, tiene varios títulos de los que jactarse.
Valoro el clásico desde punto de vista de generar valor (disculpen la redundancia y el concepto de «valor», tan neoliberal). Es una bocanada de aire fresco, porque así como ocurrió algunas fechas atrás con el derby uruguayo: Nacional versus Peñarol, los ojos en Sudamérica y del mundo se centraron en nuestro estadio Nacional con el duelo entre los dos clubes más populares del país. Nuestro clásico mayor ayuda a visibilizar más una actividad de «capa caída».
Es cierto que el Canal del Fútbol (CDF) está brindando un «tanque de oxígeno» a nuestro alicaído fútbol. Este tiene problemas evidentes y no sólo se reducen a la falta de liquidez financiera atribuible a la inactividad provocada por la pandemia. Por un lado, el Sindicato de Futbolistas (Sifup) está situado en la incómoda contradicción de representar sólo a los futbolistas activos o representar a estos más las viejas glorias (no todos ganan millones o pasan holguras económicas; o, lo que es más delicado, pensiones dignas y salud). Por otra parte, que varias de las principales figuras de Colo Colo y la «U» (por ejemplo, Paredes y Barroso, por los albos; y Montillo y Matías Rodríguez, por los azules) sobrepase cada uno la treintena de edad, es preocupante porque estos clubes muchas veces se han jactado de sus virtuosos procesos formativos. Allí, Universidad Católica, el actual campeón y puntero, está llevando la delantera en materia de promover talentos jóvenes.
Nueva etapa, nuevos desafíos
El actual timonel de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ex Intendente de la Región del Maule), Pablo Milad, lidera esta nueva etapa de la práctica pagada del «deporte rey» en nuestro país, donde el horizonte está puesto en reposicionar la actividad en los sitiales que tanta admiración produjeron tanto a nivel de clubes como de selección, y cuyos referencias máximas son los máximos títulos continentales, un tercer lugar en una Copa del Mundo y la presencia en octavos de final otras tres.
Milad, quien asumió la testera de la ANFP a fines de julio tras una reñida y polémica votación (se impuso a Lorenzo Antillo), ha tenido como primeros desafíos recomponer confianzas y reiniciar la actividad en lo que es su mayor expresión: el movimiento de la pelotita con todos sus protagonistas en la cancha. Esto último, pese a las restricciones inevitables de la pandemia, ya es una realidad. En síntesis: no es menor su tarea y la del directorio sumando además todas las que vienen en el corto y el mediano plazo.
En el plano internacional, la «generación dorada» corre el riesgo de transformarse desde ya en un recuerdo glorioso (de hecho ya lo es). Pero el fútbol chileno no debe reducir su mirada a los desempeños de los clubes en las copas Libertadores o Sudamericana o de la propia selección en las futuras clasificatorias a Qatar, como tampoco personificar éxitos o fracasos en el entrenador colombiano Reinaldo Rueda o en figuras como Claudio Bravo, Arturo Vidal o Alexis Sánchez (sólo por nombrar a los más mencionados por los medios especializados últimamente). Hoy la palabra está en los clubes y las políticas formativas deben vencer a las ansiedades de lucro por vender a figuras jóvenes, algunas de ellas muy talentosas, pero la mayoría con escasa experiencia en el fútbol profesional.
Y, en un mes de emociones fuertes (elecciones ad portas y una muy emblemática conmemoración… no me extenderé al respecto), no hay duda que nuestro clásico ayudó a visibilizar mucho más todo esto, con sus claros y oscuros.
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